SAEL IBAÑEZ EN EL RECUERDO
Edgardo Rafael Malaspina Guerra
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Tuve la oportunidad de conocer a Sael Ibáñez y conversar largamente, en varias oportunidades, sobre el quehacer escritural y poético; y por supuesto, sobre la cotidianidad de nuestras vidas. Lo visité en la Casa Bello, y él me visitó en San Juan de los Morros. Sael era un intelectual de altos quilates, un poeta a tiempo completo, una persona de trato cordial con una sonrisa siempre presta para todas las ocasiones.
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Nació en Camaguán, estado de Guárico, el 12 de mayo de 1948, y estudió en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela. Continuó su formación académica en Ciencias de la Información (Universidad Simón Bolívar), y en España e Inglaterra.
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Obtuvo premios como el de la Bienal Literaria de la UCV y fue jurado del Premio Nacional de Literatura y del Premio Nacional de Cuento 'Jorge Gaitán Durán' en Colombia.
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Leí con gran deleite su cuento “La máscara de mi vida”, y extraigo estas frases que me llamaron la atención.
-Todo lector lleva dentro a un creador.
- No hay nada tan débil y fuerte como un escritor.
-Para especular no hace falta más que un espejo.
-Todo hombre está hecho de límites.
-Cada hombre alimenta a un perseguidor dentro de sí.
-Odiar es un sentimiento muy majestuoso, si a ver vamos.
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Sael me obsequió su poemario “ABC de la intuición”. Después de la lectura le hice algunos comentarios sobre el mismo, los cuales ahora llevo al papel:
La lectura del poemario de Sael Ibáñez ABC de la intuición me ha permitido hacer unas reflexiones, relacionadas con la lírica en general. La poesía es muy diversa como la vida misma. Pero en medio de esa diversidad abrumadora ella siempre será filosofía. Filosofía personal sucintamente plasmada en versos, reflejo de las vivencias intimas del poeta.
Antonio Machado como profundo conocedor de la filosofía, especialmente la de Heidegger y Bergson, escribió en Arte Poética:
Y en toda el alma hay una sola fiesta,
tú lo sabrás, Amor, sombría florida,
sueño de aroma, y luego…nada; andrajos,
rencor, filosofía.
Sí, algunos versos tiene la fuerza de la sentencia filosófica por sus luminosos conceptos. Lo notamos en los libros sagrados y en la obra de muchos poetas. En Eclesiastés del Antiguo Testamento los versos que recoge el Predicador en “Todo tiene su tiempo” son de una belleza extraordinaria y de una convincente certeza con respecto al acontecer de la vida sencilla y cotidiana del hombre:
El escepticismo. la duda y la indiferencia son sentimientos expresados por un poeta babilonio en el primer milenio a. de C. Sus versos nos hacer recordar lo que han afirmado muchos autores: que la historia la escriben los vencedores y la poesía los vencidos. El derrotado puede sentir en un momento de su abatimiento que nunca más saldrá adelante, y los pensamientos negativos lo envuelven como en el Diálogo del Pesimismo :
Si trepas a los montículos de ruinas de las antiguas
ciudades y los recorres;
Y contemplas las calaveras de los que vivieron allí
en otras épocas,
¿ Acaso podrías saber quién fue malo y quien hizo el bien?
Aristóteles decía que el mayor placer está en la búsqueda del conocimiento. Pero el conocimiento es inmenso y eso llevó a Sócrates a una contundente conclusión : “sólo sé que no sé nada”. Antonio Machado poetiza la célebre frase en Proverbios y Cantares:
Nuestras horas son minutos
cuando esperamos saber,
y siglos cuando sabemos
lo que se puede aprender.
En “Apuntes, Parábolas, Proverbios y Cantares” Machado reafirma su vocación aristotélica:
Si me tengo que morir
poco me importa aprender.
Y si no puedo saber,
poco me importa vivir.
Queremos saber quiénes somos y hacia dónde vamos. Dudamos en la escogencia del sendero y cuando lo escogemos ,con voluntad y firmeza, la impronta de lo irrepetible , el sello de lo individual nos acompañan . Robert Frost lo escribe así:
Dos caminos se bifurcaban
en un bosque,
y yo,
yo escogí el menos transitado,
y eso ha marcado toda la diferencia.
Antonio Machado sugiere no temer al destino y seguir adelante sin mayores cavilaciones porque el camino es la misma vida. Además, no hay que lamentarse por el tiempo pasado, porque no volverá:
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino,
sino estelas en el mar.
Caminante son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante no hay camino,
se hace camino al andar.
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No tengo dudas de que el poemario de Sael Ibáñez ABC de la intuición se inscribe en la línea de la poesía filosófica. En efecto, la poesía de Ibáñez corrobora la afirmación expresada por Gramsci de que la filosofía no es privilegio exclusivamente de los filósofos profesionales. Ella es una actividad intelectual de los hombres con angustias existenciales, y en ese sentido todo poeta es filósofo.
Leamos algunos poemas de Sael para demostrar nuestro razonamiento. Empecemos por La Noche:
La noche proclama
su nombradía
en el silencio
de la progenie
Se toca, se puede tocar
la doblez del universo
minucioso equilibrio
de luz y sombra.
Espacio-tiempo
de sentimientos que piensan
equívoca templanza
puerta que permite entrar
“a la ciudad de las ideas”.
Se puede estar detenido en medio
del infinito en la noche frugal
sí la interrupción del mundo
siempre atento
no vuelve deleznable lo que
es justa ley
aspira rozar el ámbito de
la Divinidad.
La atención toma asiento
en el lugar donde confluyen
los recorridos
para deslindar, para verificar
ganancias y parabienes.
Una vez le preguntaron al pintor Vigas si creía en Dios. Inmediatamente contestó:
-De día no, de noche sí creo.
Y es que la noche es portadora de la paradoja que consiste en que aun durmiendo acompañados estamos solos. Entonces en ese reino de sueños e ilimitada imaginación la conciencia hace sus balances.
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Le comento a Sael que tiene una obsesión por la lluvia. Es cierto, dice. Busco un poema precisamente llamado Lluvia , le digo que es muy hermoso y lo leemos:
El ruido de la lluvia
en madrugada
me hace volver a la naturaleza.
Algo cae al mundo
vuelve a él con serenidad
de alturas celestes
allí donde habita
lo desconocido silencioso.
La lluvia es ruido
del alma
que está ahí
cerca de ti
y viene de tan lejos
te ofrece hermandad y alivio
¡ lo desconocido entre notros!
Un susto tenue
del espíritu
viaja con la lluvia.
El susto que engendra
todo misterio
forjado en las alturas .
Ella es nuestra pero también del cielo.
La lluvia llega hoy
de madrugada
mientras leo y aclaro la mente
en medio de una leve somnolencia
que me sitúa dentro y fuera
del mundo al mismo tiempo .
El puente, la portadora del mensaje
entre esos mundo es la lluvia
precisamente ella que se mueve
desde lo celeste hacia
este espacio de abajo
donde habito y espero que
a cada momento
ella me suspenda con su ruido
donde habita algo como un rumor
como un temor que nos despierta
y torna vigilantes-pues vigilados
ya lo estamos desde que nos formamos
en un vientre de instinto natural.
Recordemos al cantor Alí Primera en unos versos donde un niño habla de la lluvia como las lágrimas del sol cuando lo tapa una nube. Tal vez esa sea una explicación para los que consideran a la lluvia como un elemento lúgubre de la naturaleza, una especie de vino melancólico que se liba gota a gota. En todo caso su canto melodioso y su armónico riego es motivo para poner a volar el pensamiento. Allá está la niñez remota, aquí está el sueño y el sosiego. Arriba están los relámpagos y truenos. Abajo están el alborozo de las aguas formando riachuelos y nosotros jugando con barcos de papel.
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Murió Sael Ibáñez, un gran guariqueño, una gran escritor, un gran poeta. Murió, pero seguirá vivo a través de sus novelas y versos, porque como decía el poeta ruso Mijaíl Lermontov los “libros son la negación de la muerte”.
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