martes, 20 de octubre de 2020

REFLEXIONES PARA UN NUEVO LIBRO SOBRE LA HISTORIA DE APURE Autor: Prof. Argenis Méndez Echenique, Cronista de San Fernando de Apure.

        

           El presente texto fue elaborado con el propósito de servir de introducción a un estudio de aproximación a la Historia de Apure, que hemos titulado Apureia, el cual está apuntalado en nuestros precedentes en otros ensayos nuestros y, principalmente, en Trazos para una Cronología Histórica… (San Fernando de Apure, 1983), donde se pretende abundar y aportar algunos nuevos temas que sirvan de punto de partida a los investigadores del devenir del pueblo llanero, en particular del apureño, sin pretender caer en la pretensiosa y vana erudición de la obnubilante educación bancaria y memorística que menciona Paulo Freire, en su libro Educación como práctica de la Libertad  (Bogotá, Editorial América Latina, 1972),  vacío atesoramiento que no le dice nada a nadie; se dan nuevos aportes documentales y hemero - bibliográficos, pero  también  se recogen algunos comentarios y consejas populares, ya que el pensar del pueblo es un fiel reflejo de la realidad que vive, y puede servir para  establecer una dialéctica relación histórica, entre la preconizada teoría y la práctica ejecutada. La conocida frase de Gramsci de que “todo hombre es filósofo”, la consideramos un postulado acertado, pues la más corriente sabiduría del pueblo está expresada en sus “dichos”, “bambas”, “cachos”, cuentos, coplas, canciones y refranes. 

           Mucha de nuestra recolección informativa del pasado quehacer llanero se ha trasmitido oralmente de generación en generación y a través de la educación informal, donde los jóvenes aprenden imitando a los adultos mayores, poseedores de un añejo acervo cultural acumulado de siglos  De allí que tampoco compartamos la tesis positivista de que la Historia de los pueblos comienza con la invención de la escritura y que el documento escrito es la verdadera fuente de la Historia. Todo lo que hace el Hombre (y la mujer, por supuesto) es cultura y, por tanto, Historia Humana. Pero precisando que “los talibanes de la  Modernidad resultan posiblemente peores que  cualquier  otro talibán”, según comenta Franz J. Hinkelammert (El Sujeto y la Ley. El Entorno del Sujeto Reprimido.  Caracas, Fundación Editorial El Perro y la Rana, 2006: 461).  

           Por esto, sabiendo que el insondable tiempo prehispánico de América es inmemorial y que en el caso de los aluvionales Llanos (todo médanos y sabanas) se pierde en la oscura e imprecisa noche de los tiempos, comenzamos el presente ensayo con notas referidas a los primeros pasos registrados de manera escrita sobre la invasora presencia europea y su forzado mestizaje en nuestro continente, vinculados, de una u otra manera, en nuestro caso, a la actividad pecuaria, que desde esa época se inicia   en Tierra Firme y afinca también en la futura Provincia de Caracas o Venezuela, llegando, con el transcurrir de los años, a convertirse en la principal fuente económica de la región llanera, y en especial de nuestro Apure, queriendo abarcar, ambiciosamente,  medio milenio de referencias sobre ella. 

           Nuestros “ágrafos” aborígenes de ayer y de hoy, sobrevivientes de las atrocidades, atropellos y vejaciones tanto de los sacrosantos europeos como de los republicanos “criollos”, que se apropiaron arbitrariamente del territorio y las reses mostrencas, nos muestra con su errante deambular muchas de sus costumbres y conocimientos ancestrales, en el consumo y preparación de comidas, golosinas y bebidas vernáculas y plantas medicinales, y también, en el uso de numerosos procedimientos de caza, pesca, recolección y de instrumentos de esparcimiento que todavía hoy tienen plena vigencia en nuestro medio rural, campesino.   

           De aquí el que tengamos siempre presente la existencia de una cultura previa al documento escrito, que es historia humana, y que “Los analfabetos inventaron la escritura… fueron los pueblos ágrafos quienes nos enseñaron a leer y escribir”, como comenta el poeta Luis  Alberto Crespo, en su testimonial libro La Lectura Común  (Caracas, F.E. El Perro y la Rana, 2009: 249 – 250), por lo que queda abierta la más que difícil tarea de profundizar en nuestras imprecisas fuentes,  en la movediza impronta de las ideas y pensamientos ancestrales de nuestros pueblos, porque es cosa de fantasías poéticas, pero en “corríos”, mitos y leyendas se esconde mucha de nuestra inédita historia. ¿De dónde sacaba el prolífico José León Tapia sus historias noveladas?. De las narraciones de hombres analfabetos que asistían a su consultorio médico. Pero para paliar un poco esas deficiencias en las evidencias históricas se debe atender a las valiosas orientaciones metodológicas de Juan Brom (Para Comprender la Historia.  7ª edición. México,  Editorial Nuevo Tiempo, 1974: 37):  “…que el historiador  exponga, con toda honradez,  dónde carece de datos  y hace uso de sus suposiciones para relatar o explicar  algún acontecimiento. Si renuncia a ello rebaja el contenido de su obra y dificulta a otros investigadores el aprovecharla para ulteriores avances”.

           Además, ¿qué se esconde en la mentalidad de nuestros marginados indígenas?. Ese paralelo mundo llanero ha sido poco explorado. Y no diremos como el sabio León Felipe: “No me contéis más cuentos/ que vengo de muy lejos/ y sé todos los cuentos”. Toda información, venga de donde venga, debemos procesarla y verificar su exactitud (“triangular la información”,  dicen los expertos estudiosos de la Historia). La Historia no se inventa. Podemos recrearla, reinventarla, pero siempre se asienta en una previa e ignota realidad, que en su momento tuvo su existencia. En algún instante de nuestro pasado se sucedieron esos hechos y el pueblo guardó su recuerdo en sus neuronas. Son simples indicios, pero hay que investigar mucho, deducir bastante y sacar a la luz la verdad de los sucesos. En Barinas hay “piedras herradas”, petroglifos, como nos mostró J.E. Ruiz Guevara; pero en nuestro luzardiano Sinaruco también se localizan. ¿Sabemos descifrar su mensaje?

           Bernard Shaw diría simplemente, “No importa cómo muere un hombre, lo que importa es cómo vivió”, que parodiándolo, traduciríamos: “No importa donde nació el hombre, sino donde  realizó sus obras”. Estudiemos nuestro quehacer de ayer, para hacernos conscientes de nuestro presente y preparar nuestras acciones de mañana, creándonos una nueva cosmovisión de resistencia ante los constantes e inmisericordes ataques a nuestra idiosincrasia, venidos del criminal y alienante neoliberalismo capitalista.  

           La Historia es un arma formidable, como señala precisamente el combativo Manuel Moreno Fraginals (La historia como arma… Barcelona, España, Editorial Crítica,  1983), contra cualquier manipulación ideológica o aculturación que se pretenda contra nosotros, mestizos indoafroamericanos, para despojarnos de nuestro rico  acervo patrimonial inmaterial y abundantes recursos naturales. Debemos tomar las informaciones sin prejuicios, estudiarlas, desmenuzarlas y criticarlas para entenderlas a cabalidad. No todo es blanco y negro. Busquemos siempre el porqué y para qué de los sucesos y las cosas.

           Volviendo a lo que pretendemos hacer objetivo, sabiendo, de antemano, lo que expresa nuestro paisano arichunero Julio Chaparro Alfonzo,  en su libro Dios y la Ciencia… (Caracas, Monte Ávila Editorial Latinoamericana, 2005): “…somos en lo intelectual, el producto aderezado de una cultura históricamente manipulada, desde los tiempos bíblicos hasta la caída del Muro de Berlín. O bien, si se prefiere, de una cultura ideológicamente comprometida”. Por lo que debemos combatir esa falsa concepción del mundo, como bien señalaba George Lukács.

            Pero también debemos atender a lo que expone el universal Miguel de Unamuno cuando comenta en su ensayo sobre La Dignidad Humana (Madrid, Espasa - Calpe, 1967):“…el Hombre amará la Tierra, que ha hecho, y este amor servirá de núcleo a la Fraternidad Universal. Entonces se verá patente e instintivamente que la Tierra ha sido humanizada por el Hombre, entonces se vivificará el sentimiento patriótico de sus dos factores: el que arranca del Primitivo Comunismo de Tribu y el que tiende al final Comunismo Universal. “Todo lo hemos hecho entre Todos”, se dirá entonces”. 

           Ya señalará Claude Cuénot, en Ciencia y Fe…, “El Pasado pertenece al reino del sentimiento; está formado  por todas las imágenes cuya desaparición lamentamos y por aquellas de las cuales nos alegramos de habernos librado”.  Y si vamos al campo de la cientificidad de la Historia, Marc Bloch precisará, en Apología de la  Historia… (Caracas, Fondo Editorial Lola Fuenmayor -  Fondo Editorial Buría, 1986),  que esta “es la ciencia de los hombres en el tiempo”. Y, si no estamos conformes con esta opinión, enfocando el tema desde lo moral, encontramos que el sacerdote francés Teilhard de Chardin, asevera enfáticamente el pensamiento que hacemos nuestro, que “Solo será posible juzgar si he cumplido una misión en la medida en que otros rebasen mi meta…” 

           Y para decirlo poéticamente, tomamos los versos de nuestro incomparable aeda mucuriteño Alberto José Pérez:


“Tomo la memoria

Como guía elemental

Para el vuelo,

Desde ahí

Celebro los combates

Más terribles de mi vida”


           En la Revista Otomaquia (Nº 1. Barinas, Venezuela, Septiembre – Octubre - Noviembre 1986), sin apartarnos de la intelectualidad llanera, tomamos también de esta fuente hemerográfica la expresión, parodiando a José Vicente Abreu y siguiendo los comentarios  de Humberto Febres,  “El eterno regreso a los orígenes; al vientre de la madre Tierra. El regreso se hace vía sentimientos…”  en su Palabreus (Caracas, Ediciones Centauro, 1985).   Y si todavía no estamos conformes, consultamos a la quintaesencia de la Llaneridad, condensada en Francisco Lazo Martí, quien explica magistralmente: “Para ciertos amores, lo pasado es flor de extraña y embriagadora esencia…” La sabia cantera de Adolfo Rodríguez, el de Santa María de Ipire, nos lo refrendaría de inmediato, siguiendo los pasos de nuestro inolvidable poeta - mentor sabanero araucano  Julio César Sánchez Olivo..

       El fraternal Pedro Arreaza Lleras nos diría jocosamente una gran verdad:“La Historia es como una mula resabiada, corcoviadora y  terca, que no le permite al jinete salirse del camino que ella sabe transitar  y solo pueden montarla avezados chalanes…” (Los Violines del Abuelo. Biografía Novelada. Bogotá, Fondo de Publicaciones del Gimnasio Moderno. Colección Picas, 1; 2004). Todo producto condensado de la inolvidable amistad del apureño  don Ricardo Lleras Codazzi – Rivero, que me hizo su albacea documental.

          “La CIENCIA HISTÓRICA tiene sus caracteres intrínsecos: que son  el EXAMEN y la VERIFICACIÓN de los HECHOS, la INVESTIGACIÓN ATENTA de las CAUSAS que los han  producido, el CONOCIMIENTO PROFUNDO de la naturaleza de LOS ACONTECIMIENTOS y sus causas originales. La HISTORIA, por lo tanto, forma una  rama importante de la FILOSOFÍA y merece ser contada en el número de sus CIENCIAS” (IBN JALDUN, A. Introducción a la   Historia, al Muqaddima. México, FCE, 1977: 93).

           “El Historiador tiene a menudo que enfrentarse al problema de elegir un ESPACIO y un TIEMPO abarcables para analizar una TEMÁTICA y lo importante, en tales casos, es que dicho ámbito constituya los elementos significativos para la caracterización”, nos enseña el español MANUEL LUCENA SALMORAL (Características del Comercio Exterior de la Provincia de Caracas durante el Sexenio revolucionario, 1807 – 1812. Madrid, Instituto de Cooperación Hispanoamericana, 1990: 12).

“… un  pueblo sin pasado, o mejor dicho, un pueblo que haya olvidado su pasado, no puede tener futuro, púes el pasado es la base y el pedestal donde se sustentan los pueblos para tener una identidad, una clara definición de su propio ser, que les permita proyectarse hacia el futuro.

Cuando rescatamos los nombres de los hombres que de una manera u otra intervinieron en la formación de nuestra propia esencia como pueblo, estamos afirmando nuestra identidad; por eso la labor que ustedes realizan es tan encomiable, el apureño de hoy tiene y el deber de conocer sus raíces, púes estas son las que, como a un árbol les darán la vida”, expresa convencido  JULIO JOSÉ GARBI OLIVO, en Discurso de Inauguración de la Biblioteca “Amadeo Garbi”, en la “Casa de Bolívar”, de San Fernando de Apure, el memorable día 28 de Octubre de 1984.

           Y como hablar de Historia es aludir a Tiempo y Espacio, hoy se hace presente una  disciplina metodológica que abarca ambas dimensiones: “La GEOHISTORIA, el sentido del Presente en Tiempo y Espacio”. La Profesora María de los Ángeles Antón (Instituto Universitario Pedagógico de Caracas), en entrevista realizada por Martha Rodríguez, explica: “…el espacio es un producto concreto o síntesis de la acción de los grupos humanos sobre el medio ambiente, para su necesaria conservación y reproducción sujeto a condiciones  históricas determinadas”   (Diario Últimas Noticias. Caracas, viernes 04 de Junio de 2010, p. 8. DIÁLOGOS EDUCATIVOS).

          “El desarrollo, envuelve no solo cuestiones técnicas o de política puramente económica o de  reforma de estructura, sino que comprende también en sí,  el paso  de una  a otra mentalidad, la adhesión a la  necesidad de  reformas profundas, como fundamento  para el desarrollo y este para la propia democracia…”, nos alumbra teológicamente Pablo Freire  (Ob. cit.: 83)

          Pero hay que tener siempre presente que “Durante toda la época colonial, la Iglesia estuvo íntimamente ligada a las autoridades oficiales y así el pueblo, en su mayoría conformado por indios, mestizos y negros, se quedó al margen”, como lo indica Angelina Pollak – Eltz, en La Religiosidad Popular en Venezuela… (Caracas, Ediciones San Pablo, 1994: 13). Allí estaría una de las tantas explicaciones de las rebeliones populares del siglo XIX venezolano. No ha habido una verdadera simbiosis o acoplamiento entre la  cultura implantada y la cultura sojuzgada. Solo existe imposición de un patrón cultural sobre otro. La “Pachamama”  quedó en el limbo.

           En ese sentido, la Guerra de Independencia significó para el pueblo, mestizo en su mayoría, un simple cambio de amo. Las diferencias y enfrentamientos del pueblo llano contra las oligarquías que surgieron (o continuaron desde la época colonial) y sustentaban su poder social y económico en el dominio político y la manipulación ideológica a través de la religión era y ha sido el sempiterno enemigo de las masas marginadas, empobrecidas y depauperadas; es decir, el pueblo ha visto a la aristocrática Iglesia Católica siempre al lado del Todopoderoso Amo del Poder Político - Económico y desconfía de ella. Hay que recordar que la conquista y colonización de América por los hispanos se sustentó en la cruz y la espada, o mejor decir: en la cruz de la espada. 

            Concluimos, para aclarar y direccionar un poco nuestras reflexiones, con el pensamiento filosófico del mexicano Leopoldo Zea:

           “El hombre occidental para pontificar su predominio, ha puesto en tela de juicio LA HUMANIDAD DEL HOMBRE DE OTRAS LATITUDES (…) La IDEA QUE DEL HOMBRE ha creado [la cultura occidental], empieza a encontrar resistencia en otros hombres que no se adaptan a ella. Hombres de otras razas, de otra extracción social, política y cultura, exigen el RECONOCIMIENTO DE SU HUMANIDAD y luchan con tenacidad y heroísmo por ella, lo mismo en África, que en Asia y en la América Latina… Lo que está a discusión no es ya la HUMANIDAD DEL HOMBRE NO OCCIDENTAL, sino la del propio occidental. Pues más que un signo de humanidad lo es de INHUMANIDAD, lo es de HUMANIDAD o BESTIALIDAD la incapacidad para reconocer al HOMBRE en sus semejantes, el empeño por REBAJAR y ANULAR a otros HOMBRES; por destruirlos en nombre de la LIBERTAD (…) La crisis ES CRISIS DEL HOMBRE OCCIDENTAL, no CRISIS DEL HOMBRE, que con su resistencia ha originado esa crisis” (COLONIZACIÓN Y DESCOLONIZACIÓN DE LA CULTURA LATINOAMERICANA. Caracas, Ediciones del Ministerio de Educación, 1970. Cuadernos de Prosa, Nº 2).  


AME.-


BIRUACA, Apure, Octubre 10,  2020.


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