Victoria en el proceso de poblamiento del Valle de Aragua
(Homenaje
a Lucas Guillermo Castillo Lara en su Centenario)
En esta oportunidad en homenaje a varios Historiadores y Cronistas
recientemente fallecidos, entre ellos
Lucas Guillermo Castillo Lara, oriundo
de san Casimiro, cuyo primer centenario
de haber nacido tuvo lugar en junio del año en curso; y en vista de que una buena parte de su trabajo de
investigación fue dedicado al proceso de poblamiento del Valle de Aragua, y de
que existen al respecto algunas dudas que deben ser aclaradas para una mejor
comprensión de los hechos ocurridos en una época de tanta complejidad en cuanto
al tránsito de los conquistadores por aquellos caminos intrincados, a la
resistencia de los dueños naturales de esas tierras a ser españolizados y a los escasos recursos económicos que
debían gestionarse para la construcción de nuevas viviendas y de las iglesias para la
evangelización de sus habitantes, sus opiniones comparadas con las de otros
investigadores de ese mismo tema de estudio serán tomadas en cuenta para tratar de establecer
juicios y conclusiones aproximadas a lo que pudo haber sucedido, sumadas a lo
que Lucas, como será llamado nuestro homenajeado en esta ponencia, expresó con su estilo de
acucioso investigador y apegado a su vena poética “sobre la génesis primigenia
proyectada al porvenir de la ciudad” que dibujó en el hermoso folleto
titulado Nuestra Señora de La Victoria,
la Alborada Niña de muchos Sueños, donde afirmó “que había que poner a vivir a los muertos para que los
vivos no muriesen, pues desde atrás, desde el remoto pasado, un rumor de
hombres humildes y anónimos grita su profunda verdad”.
Esa verdad que todavía, a comienzos
de la tercera década del siglo XXI muchos victorianos no conocen con precisión.
Pareciera que sin ahondar mucho en los
detalles, al decir de unos
cuantos autores que testimoniaron
por motivos varios sus hallazgos sobre los primeros pasos de
aborígenes y de españoles sobre el Valle
de Aragua, La Victoria tuvo desde sus inicios un lugar en la historia pequeña, unos
aborígenes con nombre propio, con su cultura, su lenguaje, su cultura
ancestral, sus Caciques y sus Piaches; y después de la conquista un Encomendero, una Iglesia de bahareque con techo
de paja tejida, un Cura Doctrinero, ambulante primero y fijo
después, que la pusieron en manos de
otros religiosos y gobernantes sucesores
que la llevaron a convertirse en Parroquia independiente de la Provincia de Caracas con la aspiración
de merecer el título de Villa que
mientras lo esperaba no le hizo falta
alguna, porque sin llegar a serlo
alcanzó el de Ciudad, luego de la
batalla que la hizo doblemente victoriosa gracias al triunfo de José Félix
Ribas y a la gestión del Libertador Simón Bolívar como premio a su figuración
en los anales de la historia grande de Venezuela.
Visto así, nadie se había
interesado mucho en saber cosas
relacionadas con el origen del nombre del pueblo, ni haber dudado de la participación de Francisco de Loreto en la agregación de los
indios de varios repartimientos y composiciones
de tierras en 1620, ni tampoco del año de la construcción de su
primera iglesia con techos de cañas y tejas que para algunos, erradamente, es la que hoy se alza frente a la Plaza donde
Ribas libró su gran batalla que viene siendo la tercera, ni de
otros conocimientos notables como el proceso evolutivo del ritual indígena que
dio lugar a la tradición del Baile de La llora, estrechamente vinculada al
desarrollo sociocultural de sus habitantes, de lo cual estuvo pendiente Lucas
cuando andaba recogiendo datos para sus investigaciones. Aborígenes
importantes, colonizadores civiles y militares, religiosos de gran
trascendencia y visitantes de
reconocido prestigio dejaron su huella
en ese valle fértil que como indica Carlos Julio Tavera, dadas las circunstancias históricas y
geográficas, estas últimas aplicadas a la propiedad de la tierra en un espacio
y en un tiempo determinados nos impele a
discernir previamente los motivos de la escogencia: la delimitación
geohistórica del Valle de Aragua, no muy
acogedor en sus inicios, que ya con varios siglos de historia pasada deberían
ser del conocimiento de la generalidad de sus habitantes.
Extraña la poca coincidencia entre
historiadores y estudiosos de ese tema
en sus opiniones sobre el particular, las discrepancias existentes y las dudas
y las confusiones frecuentes que se observan
en los testimonios escritos basados en experiencias personales y en cuanto a la revisión de documentos que
reposan en los archivos y bibliotecas de instituciones confiables como el
Archivo Arquidiocesano de Caracas, el
Archivo general de la Nación, Actas del Cabildo de Caracas, la Biblioteca de la
Gobernación de Caracas, entre otros no menos importantes.
Y así fue hasta que La Victoria tuvo sus dos primeros Cronistas Oficiales, Miguel Ángel Álvarez, poeta y
estudioso apasionado de la evolución sociocultural de su pueblo natal y
Francisco Jaramillo, destacado periodista victoriano que antes de ocupar el
cargo señalado entabló una larga y
acalorada batalla mediante publicaciones en la prensa local emplazando al
entonces Cronista a probar que Francisco de Loreto había sido el fundador del
pueblo, que por cierto ya unos años antes el investigador Manuel Pinto había
advertido con evidencias que “ donde se alza La Victoria, ni ostentaba ese
nombre, ni era asiento de ninguna población reconocida; y además se permitió
llamar al pretendido fundador “Fantasma con atuendo de sembrador de
pueblos” tal como lo señala el actual
Cronista Oficial de la ciudad en
cuestión Germán Fleitas Núñez en una
cita textual de un folleto suyo titulado “La Victoria, Fundación, Fundador y Nombre”. En 1975 fallece el
Cronista poeta y le sucede en esa meritoria y delicada gestión el periodista
señalado quien diligenció ante el
Concejo Municipal de la época que en el Escudo de Armas de la ciudad quedara constancia de que
el pueblo había sido fundado el 18 de noviembre de 1620, se retirara del
frontis de la Iglesia Matriz de la ciudad
el soneto del poeta Sergio Medina donde se lee “ Francisco de Loreto la funda” y se cambiara el nombre de la avenida bautizada
con ese nombre por Avenida Loreto en reconocimiento a una de las familias cuyos miembros, abuelos, padres e hijos,
participaron en lo que algunos historiadores han convenido en llamar fundación hispánica, o civil o como la llamó Federico Brito Figueroa y otros que compartieron con él esa
idea, fundación fáctica.
En este momento crítico, por allá
por 1978, el Concejo Municipal del Distrito Ricaurte publica un memorable discurso
que un miembro de la Academia de la Historia había pronunciado con motivo del
aniversario de la fundación de la ciudad que tuvo lugar un 18 de noviembre de
1620.Y ese personaje no fue otro que ese historiador al que en este Encuentro
calaboceño le estamos rindiendo un merecido homenaje. El único de los
investigadores que hasta ese momento nos había hablado del origen del nombre de
la ciudad Nuestra Señora de La Victoria del Valle de Aragua y que me obligó a
preguntarme por qué razón los victorianos no conocíamos la imagen que la
representa, de la cual solo supe de su existencia en Venezuela por una
referencia de José Antonio Calcaño en su obra La Ciudad y su Música. En ese
discurso de Lucas nos enteramos de que el Obispo Gonzalo de Angulo, quien
propició la congregación de todos los indios cercanos al lugar escogido para
levantar una Iglesia grande y bien dotada donde pudieran reunirse todos los
feligreses a escuchar la palabra del
primer cura fijo de la ciudad nuevamente
fundada, llamado Antonio de Loreto,
pertenecía a una Orden Religiosa que era
llamada primeramente de los Mínimos de San Francisco de Padua y cuando
le tocó reunir a los indios del Valle de Aragua se llamaba Nuestra Señora de La Victoria de los Mínimos,
seguramente relacionada con la devoción instaurada por el Papa Pío V junto con la de Nuestra señora
del Rosario cuando los cristianos
participaron en la Batalla de Lepanto en 1571. Como la que nos llegó cuando
construyeron la iglesia de La Victoria fue la de Nuestra señora del Rosario
cuya imagen por algo que no parece casual siempre ha ocupado el primer lugar
del lado izquierdo de los templos victorianos de la época, esa es la imagen que
los victorianos conocemos, pero el nombre del pueblo, que ya lo era del Valle
del mismo nombre desde los primeros tiempos, perduró para siempre. Y en cuanto
a la verificación de si existió o no Francisco de Loreto, Lucas no lo nombra
dentro de la descendencia de Don Guillermo de Loreto porque evidentemente no
participó en el acto de la erección de la Iglesia ni en la entrega de dotación
de bienes para su funcionamiento, lo cual es la prueba de que por algún motivo
que no fue señalado no estuvo ligado a ese hecho tan trascendental. Sin
embargo, en la publicación del Cronista actual de La Victoria, ya citada,
aparece un artículo que en su opinión comprueba la existencia de Francisco de
Loreto y su vinculación con la Victoria, pues es hijo morocho de otro llamado
Domingo del mismo Don Guillermo de Loreto quien figura como encomendero del
Valle de Aragua y por tanto hermanos menores de Bernabé y de Antonio Loreto de
Silva, protagonistas ambos en el acto de la erección de la Iglesia de La
victoria. De acuerdo con esas noticias tenía este personaje 15 años en ese
momento, y a sus 74 años fue alcalde de Caracas. De modo que sí existió y por
vínculos familiares “la viuda de su sobrino Luis Loreto de Silva vendió parte
de las propiedades de su familia a Pedro Ponte Andrade Jaspe, padre de María
Petronila Ponte, casada con Juan de Bolívar y Martínez de Villegas, y esa es
una de las causas por las cuales va a nacer en La Victoria Don Juan Vicente
Bolívar y Ponte, padre del Libertador”. Aclarado ese asunto y demostrado que no
era un fantasma don Francisco de Loreto, finalizamos esta Ponencia para
recordar a Don Lucas Guillermo Castillo Lara con la publicación de una hermosa
semblanza dedicada a La Victoria que fue su contribución en la obra que reunió
una cuidada selección coordinada por Luis Pastori y José Ramón Medina en 1971
con el nombre de Aragua: su prosa en el tiempo.
FUENTES CONSULTADAS:
Bibliográficas.
Brito Figueroa,
Federico. La Victoria en Venezuela Colonial
Editado por el Concejo
Municipal, Distrito Ricaurte. La Victoria.1974-
Castillo Lara, Lucas
Guillermo, Nuestra Señora de la Victoria-La Alborada
Niña de Muchos Sueños.
Ediciones del Concejo Municipal del Distrito Ricaurte
La Victoria.1978
Bolívar, Pedro Modesto.
La Victoria Ciudad Heroica de La victoria.
Colección PEMBOL.1983
Fleitas Núñez, Germán.
La Victoria. Fundación, Fundador y Nombre.
Publicación del Centro
de Historia de la ciudad de La Victoria.
Tavera Marcano, Carlos
Julio. Historia de la Propiedad Territorial
En el Valle de Aragua.
Biblioteca de Autores y Temas Aragüeños.
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