domingo, 19 de diciembre de 2021

La Victoria en el proceso de poblamiento del Valle de Aragua (Homenaje a Lucas Guillermo Castillo Lara en su Centenario), Gisela Pastori

 

 Victoria en el proceso de poblamiento del Valle de Aragua

(Homenaje a Lucas Guillermo Castillo Lara en su Centenario)

 

                En esta oportunidad en homenaje a varios Historiadores y Cronistas recientemente  fallecidos, entre ellos Lucas Guillermo Castillo Lara,  oriundo de san Casimiro,  cuyo primer centenario de haber nacido tuvo lugar en junio del año en curso;  y en vista de que  una buena parte de su trabajo de investigación fue dedicado al proceso de poblamiento del Valle de Aragua, y de que existen al respecto algunas dudas que deben ser aclaradas para una mejor comprensión de los hechos ocurridos en una época de tanta complejidad en cuanto al tránsito de los conquistadores por aquellos caminos intrincados, a la resistencia de los dueños naturales de esas tierras a ser españolizados  y a los escasos recursos económicos que debían gestionarse para la construcción de nuevas  viviendas y de las iglesias para la evangelización de sus habitantes, sus opiniones comparadas con las de otros investigadores de ese mismo tema de estudio serán  tomadas en cuenta para tratar de establecer juicios y conclusiones aproximadas a lo que pudo haber sucedido, sumadas a lo que Lucas, como será llamado nuestro homenajeado  en esta ponencia, expresó con su estilo de acucioso investigador y apegado a su vena poética “sobre la génesis primigenia proyectada al porvenir de la ciudad” que dibujó en el hermoso folleto titulado  Nuestra Señora de La Victoria, la Alborada Niña de muchos Sueños, donde afirmó   “que había que  poner a vivir a los muertos para que los vivos no muriesen, pues desde atrás, desde el remoto pasado, un rumor de hombres humildes y anónimos grita su profunda verdad”.

Esa verdad que todavía, a comienzos de la tercera década del siglo XXI muchos victorianos no conocen con precisión. Pareciera que sin ahondar mucho en los  detalles, al  decir de unos cuantos autores  que  testimoniaron  por motivos varios   sus  hallazgos sobre los primeros pasos de aborígenes y de españoles  sobre el Valle de Aragua,  La Victoria  tuvo desde sus inicios  un lugar en la historia pequeña, unos aborígenes con nombre propio, con su cultura, su lenguaje, su cultura ancestral, sus Caciques y sus Piaches; y después de la conquista un  Encomendero, una Iglesia de bahareque  con techo  de paja tejida, un Cura Doctrinero, ambulante primero y fijo después,  que la pusieron en manos de otros religiosos y gobernantes  sucesores que la llevaron a convertirse en Parroquia independiente  de la Provincia de Caracas con la aspiración de merecer el título de  Villa que mientras lo esperaba  no le hizo falta alguna, porque sin llegar a serlo  alcanzó el de Ciudad,  luego de la batalla que la hizo doblemente victoriosa gracias al triunfo de José Félix Ribas y a la gestión del Libertador Simón Bolívar como premio a su figuración en los anales de la historia grande de Venezuela.

Visto así, nadie se había interesado mucho  en saber cosas relacionadas con el origen del nombre del pueblo, ni  haber dudado de  la participación de  Francisco de Loreto en la agregación de los indios de varios repartimientos y composiciones  de tierras en 1620, ni tampoco del año de la construcción de su primera  iglesia  con techos de cañas y tejas que para  algunos, erradamente,  es la que hoy se alza frente a la Plaza donde Ribas libró su gran batalla que viene siendo la tercera,  ni  de otros conocimientos notables como el proceso evolutivo del ritual indígena que dio lugar a la tradición del Baile de La llora, estrechamente vinculada al desarrollo sociocultural de sus habitantes, de lo cual estuvo pendiente Lucas cuando andaba recogiendo datos para sus investigaciones. Aborígenes importantes, colonizadores civiles y militares, religiosos de gran trascendencia  y visitantes de reconocido  prestigio dejaron su huella en ese valle fértil que como indica Carlos Julio Tavera,   dadas las circunstancias históricas y geográficas, estas últimas aplicadas a la propiedad de la tierra en un espacio y en un  tiempo determinados nos impele a discernir previamente los motivos de la escogencia: la delimitación geohistórica del Valle de Aragua, no  muy acogedor en sus inicios, que ya con varios siglos de historia pasada deberían ser del conocimiento de la generalidad de sus habitantes.

Extraña la poca coincidencia entre historiadores y  estudiosos de ese tema en sus opiniones sobre el particular, las discrepancias existentes y las dudas y las confusiones frecuentes que se observan  en los  testimonios escritos  basados en experiencias personales y  en cuanto a la revisión de documentos que reposan en los archivos y bibliotecas de instituciones confiables como el Archivo Arquidiocesano de Caracas,  el Archivo general de la Nación, Actas del Cabildo de Caracas, la Biblioteca de la Gobernación de Caracas, entre otros no menos importantes.

Y así  fue hasta que La Victoria tuvo sus dos  primeros Cronistas  Oficiales, Miguel Ángel Álvarez,  poeta y  estudioso apasionado de la evolución sociocultural de su pueblo natal y Francisco Jaramillo, destacado periodista victoriano que antes de ocupar el cargo señalado  entabló una larga y acalorada batalla mediante publicaciones en la prensa local emplazando al entonces Cronista a probar que Francisco de Loreto había sido el fundador del pueblo, que por cierto ya unos años antes el investigador Manuel Pinto había advertido con evidencias que “ donde se alza La Victoria, ni ostentaba ese nombre, ni era asiento de ninguna población reconocida; y además se permitió llamar al pretendido fundador “Fantasma con atuendo de sembrador de pueblos”   tal como lo señala el actual Cronista Oficial de la ciudad  en cuestión Germán Fleitas Núñez  en una cita textual de un  folleto suyo  titulado “La Victoria, Fundación,  Fundador y Nombre”. En 1975 fallece el Cronista poeta y le sucede en esa meritoria y delicada gestión el periodista señalado quien diligenció  ante el Concejo Municipal de la época que en el Escudo de  Armas de la ciudad quedara constancia de que el pueblo había sido fundado el 18 de noviembre de 1620, se retirara del frontis de la Iglesia Matriz de la ciudad  el soneto del poeta Sergio Medina donde se lee “  Francisco de Loreto la funda” y se  cambiara el nombre de la avenida bautizada con ese  nombre por Avenida Loreto  en reconocimiento a una de las familias  cuyos miembros, abuelos, padres e hijos, participaron en lo que algunos historiadores han convenido en  llamar fundación hispánica, o  civil o como la llamó Federico Brito  Figueroa y otros que compartieron con él esa idea, fundación fáctica.

En este momento crítico, por allá por 1978, el Concejo Municipal del Distrito Ricaurte publica un memorable discurso que un miembro de la Academia de la Historia había pronunciado con motivo del aniversario de la fundación de la ciudad que tuvo lugar un 18 de noviembre de 1620.Y ese personaje no fue otro que ese historiador al que en este Encuentro calaboceño le estamos rindiendo un merecido homenaje. El único de los investigadores que hasta ese momento nos había hablado del origen del nombre de la ciudad Nuestra Señora de La Victoria del Valle de Aragua y que me obligó a preguntarme por qué razón los victorianos no conocíamos la imagen que la representa, de la cual solo supe de su existencia en Venezuela por una referencia de José Antonio Calcaño en su obra La Ciudad y su Música. En ese discurso de Lucas nos enteramos de que el Obispo Gonzalo de Angulo, quien propició la congregación de todos los indios cercanos al lugar escogido para levantar una Iglesia grande y bien dotada donde pudieran reunirse todos los feligreses  a escuchar la palabra del primer cura fijo de la ciudad  nuevamente fundada,  llamado Antonio de Loreto, pertenecía a una Orden Religiosa que era  llamada primeramente de los Mínimos de San Francisco de Padua y cuando le tocó reunir a los indios del Valle de Aragua se llamaba  Nuestra Señora de La Victoria de los Mínimos, seguramente relacionada con la devoción instaurada por  el Papa Pío V junto con la de Nuestra señora del Rosario  cuando los cristianos participaron en la Batalla de Lepanto en 1571. Como la que nos llegó cuando construyeron la iglesia de La Victoria fue la de Nuestra señora del Rosario cuya imagen por algo que no parece casual siempre ha ocupado el primer lugar del lado izquierdo de los templos victorianos de la época, esa es la imagen que los victorianos conocemos, pero el nombre del pueblo, que ya lo era del Valle del mismo nombre desde los primeros tiempos, perduró para siempre. Y en cuanto a la verificación de si existió o no Francisco de Loreto, Lucas no lo nombra dentro de la descendencia de Don Guillermo de Loreto porque evidentemente no participó en el acto de la erección de la Iglesia ni en la entrega de dotación de bienes para su funcionamiento, lo cual es la prueba de que por algún motivo que no fue señalado no estuvo ligado a ese hecho tan trascendental. Sin embargo, en la publicación del Cronista actual de La Victoria, ya citada, aparece un artículo que en su opinión comprueba la existencia de Francisco de Loreto y su vinculación con la Victoria, pues es hijo morocho de otro llamado Domingo del mismo Don Guillermo de Loreto quien figura como encomendero del Valle de Aragua y por tanto hermanos menores de Bernabé y de Antonio Loreto de Silva, protagonistas ambos en el acto de la erección de la Iglesia de La victoria. De acuerdo con esas noticias tenía este personaje 15 años en ese momento, y a sus 74 años fue alcalde de Caracas. De modo que sí existió y por vínculos familiares “la viuda de su sobrino Luis Loreto de Silva vendió parte de las propiedades de su familia a Pedro Ponte Andrade Jaspe, padre de María Petronila Ponte, casada con Juan de Bolívar y Martínez de Villegas, y esa es una de las causas por las cuales va a nacer en La Victoria Don Juan Vicente Bolívar y Ponte, padre del Libertador”. Aclarado ese asunto y demostrado que no era un fantasma don Francisco de Loreto, finalizamos esta Ponencia para recordar a Don Lucas Guillermo Castillo Lara con la publicación de una hermosa semblanza dedicada a La Victoria que fue su contribución en la obra que reunió una cuidada selección coordinada por Luis Pastori y José Ramón Medina en 1971 con el nombre de Aragua: su prosa en el tiempo.

                                                               

FUENTES CONSULTADAS:

Bibliográficas.

Brito Figueroa, Federico. La Victoria en Venezuela Colonial

Editado por el Concejo Municipal, Distrito Ricaurte. La Victoria.1974-

Castillo Lara, Lucas Guillermo, Nuestra Señora de la Victoria-La Alborada

Niña de Muchos Sueños. Ediciones del Concejo Municipal del Distrito Ricaurte

La Victoria.1978

Bolívar, Pedro Modesto. La Victoria Ciudad Heroica de La victoria.

Colección PEMBOL.1983

Fleitas Núñez, Germán. La Victoria. Fundación, Fundador y Nombre.

Publicación del Centro de Historia de la ciudad de La Victoria.

Tavera Marcano, Carlos Julio. Historia de la Propiedad Territorial

En el Valle de Aragua. Biblioteca de Autores y Temas Aragüeños.

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