domingo, 19 de diciembre de 2021

HUMBOLDT: HÉROE CULTURAL EN CALABOZO Adolfo Rodríguez

 

XV ENCUENTRO DE CRONISTAS E HISTORIADORES DE VENEZUELA

EN CALABOZO 2021

HUMBOLDT: HÉROE CULTURAL EN CALABOZO

     Adolfo Rodríguez

No fue un azar la ruta de Humboldt al Orinoco, pasando por  Calabozo. Entre los caraqueños que aguardan en la hacienda Blandín,  su descenso del Ávila, se encuentra José Antonio Montenegro, Vicerrector de la Universidad. Es quien lo agasaja con un soneto y le formula consultas para estudios que se aspiran en esa casa de estudios. Diez años mayor que el berlinés, posee títulos de Licenciado (1788) y Doctor (1791) en Teología e imparte Latinidad de Mínimos (1789) y de Menores y Elocuencia.  Lo acompaña su alumno el joven Andrés Bello (1). Y quizá el estudiante calaboceño Salvador Delgado, muy  amistado con el vicerrector, como para que, un  año  luego, le escriba  el Vejamen estilado en cada graduación (2).

Eventual sacerdote que  si no se suma a la expedición, habrá recomendado el berlinés ante sus familiares. Su anfitrión será don Miguel Coucín, casado con una Delgado prima hermana de dicho joven (3). Coucín es funcionario real, lo hospeda y  pone en contacto con Carlos del Pozo, agente Visitador de la Real Hacienda en la ciudad. Tenaz realista,  se ofrece para perseguir vagos y maleantes. De donde su fama de “celoso juez y buen vasallo” (4).

Otros contactos de Humboldt en su trayecto (Don Pedro Lavié, José de Monterola) están vinculados con hombres del Llano (el ex alcalde José Francisco Delgado, pariente de Salvador; los Mier y Terán, don Francisco Sánchez y el mismo Carlos del Pozo). Esa prosapia que mantiene  discreta distancia con sectores menos posicionados social y económicamente, no obstante la fama de Salvador como “hombre llanero” (5). Cualidad, forzosamente, mediadora- como se precia Humboldt, por buena conciencia y aptitud para desempeñarse con fluidez en cualquier sector social, étnico o racial. Clave de buena porción de su éxito en expediciones y hallazgos. 

Dos hechos trascendentales para la historia de la ciencia, signan su paso, durante diez días, por Calabozo: “la máquina eléctrica de grandes discos, electróforos, baterías, electrómetros, un material casi tan completo como el que poseen nuestros físicos en Europa  No (…) comprados en los Estados Unidos (…9  obra de un hombre que nunca había visto instrumento alguno, que a nadie podía consultar, que no conocía los fenómenos de la electricidad" más que por dos textos de la época, "con sus mismas manos y sin haber visto cosa semejante".   

Y  la captura de "Gimnotos que son aparatos eléctricos animados". Nada fácil debido al recelo indígena, "flema imperturbable" ante las ofertas de dinero y porque  "no lo estimula el deseo del lucro". Más el cuidado, muy generalizado, ante dichos  tembladores.  

Aquel físico de los llanos, enigmático, extraño a la región, era recordado como "alto de cuerpo, delgado, largas piernas, lampiño y tez blanca pálida", descendiente del Capitán General de Cuba y luego de la Nueva Andalucía, don Carlos Sucre. Se le recuerda en la casa que marcarían después con el 31, Calle Bolívar, frente a la Plaza de La Merced. Al parecer la misma residencia o zona donde habita Don Miguel Coucin y serían alojados Humboldt y Bonpland.

El talante del atrabiliario Del pozo, según los documentos, no  lo revela muy popular. Pocas veces son así los científicos. Pero su caso es excepcional, por el empeño en perseguir  presuntos “vagos y maleantes” (Véase Carrasquel, 1942). Adustez poco conteste  con la anécdota recogida por Arístides Rojas sobre posible jugarreta tendida a Humboldt con unos tembladores. Al parecer para ilustrarlo sobre su efectividad en la trasmisión de corriente eléctrica. El prusiano le manifestaría siempre admiración ante su genialidad y solicitud en acompañarlo hasta Apure para reforzar su seguridad y auxiliarlo en algunas mensuras. Lo recomendó Humboldt  ante el Capitán General y quizá ante el profesor Montenegro para el equipo encargado de aplicar la vacuna contra la viruela en el país (6).

Tres días demoran Humboldt y Bonpland en Calabozo para convencer a los nativos en la captura de los “aparatos eléctricos animados”. Indispensable para sus estudios de electricidad galvánica. En Europa había ideado “verdaderas pilas colocando discos metálicos unos sobre otros y haciéndolos alternar con trozos de carne muscular o con otras sustancias húmedas”. Así que, arribando a Cumaná, se esmera en dar con las anguilas. Privan temores ante presuntas conmociones que provocan y, ni siquiera con la oferta de dos pesos por cada ejemplar, logra disuadir los pescadores. Hasta que convienen en una buena porción de tabaco de mascar para resistir los sacudones. Y es así como en la feliz madrugada del 19 de marzo de 1800, marchan más allá de la aldehuela del Rastro abajo, hasta "un arroyo que en tiempo de sequía forma un charco de agua cenagosa rodeado de árboles bajos, de Clusia, de Amyris y de Mimosas con flores olorosas".  No usan red ni plantas embarbascadoras (raíces de la Piscidia Eritryna), la Jacquinia armillaris y especies de Phyllanthus. Embarbascarán con caballos.

“Los indios, provistos de harpones y de cañas largas y delgadas, rodean estrechamente el charco, subiéndose algunos de ellos a los árboles cuyos brazos se extienden horizontalmente por encima del agua. Con sus gritos salvajes y sus prolongadas perchas impiden que se escapen los caballos llegando a la orilla de la charca. Aturdidas las anguilas con el ruido, defiéndense por medio de reiteradas descargas de sus baterías eléctricas y por largo tiempo aparentan ganarse el triunfo. Sucumben varios caballos a la violencia de los invisibles golpes recibidos acá y allá en los órganos más esenciales para la vida, y embobados por la fuerza y la frecuencia de las conmociones, desaparecen bajo el agua. Jadeantes otros, las crines erizadas, extraviados los ojos, y manifestando su angustia, se enderezan y tratan de huir de la tempestad que les sorprende. Los rechazan los indios hasta el medio del agua; pero un corto número, con todo, logra engañar la activa vigilancia de los pescadores y se les ve ganar la ribera, tropezar a cada paso y tenderse en la arena, transidos de fatiga y adormecidos sus miembros por las conmociones eléctricas de los Gimnotos”.

Y explica el sabio que “En menos de cinco minutos dos caballos se habían ahogado. Estrechándose la anguila, que tiene cinco pies de largo, contra el vientre de los caballos, lanza por toda la superficie de su órgano eléctrico una descarga que ataca a un mismo tiempo el corazón, las vísceras, y el plexo celíaco de los nervios abdominales. Es natural que los efectos experimentados por los caballos sean más potentes que los que los que el mismo pez produce en el hombre, cuando no toca a éste más que por una de las extremidades. Los caballos no son probablemente matados, sino aturdidos. Se ahogan por estar en la imposibilidad de levantarse a consecuencia de la prolongada lucha con los otros caballos y los Gimnotos”.

Disminuye “la impetuosidad de aquel desigual combate con la dispersión de los Gimnotos fatigados”. Y “menos asustadas las muías y los caballos: ya no erizaban la crin y sus ojos expresaban menos espanto”. Los Gimnotos acercándose “tímidamente a la orilla”, donde los atrapan con los “harponcillos”.  Estando “bien secas las cuerdas, no sienten los indios la conmoción al suspender el pez en el aire. En pocos minutos tuvimos cinco grandes anguilas, casi todas tan sólo ligeramente heridas”.

 Operación que lleva casi todo el día, pues "otras fueron cogidas por la tarde de la misma manera”.

Nada inexpertos los indios explican que obligándolos “a correr (…) dos días de continuo en una charca llena de Gimnotos, ningún caballo será muerto el segundo día”. Y hay comentarios sobre uso de las descargas en la curación o tratamiento de algunas enfermedades: parálisis, males de la cabeza; jaquecas y gota.

Para el fisiólogo Carlos Sachs (1975) una de las “pocas descripciones de la Naturaleza” que, en su época -1876 - había alcanzado tal “celebridad“ desde hacía una generación atrás, pues casi todos los libros escolares europeos la narraban , por marcar “en la historia el comienzo de nuevas épocas” y por ser objeto de magnificación “por la posteridad en versos y canciones...” Agregando que, en Europa, quien hubiese “oído hablar de los tembladores, conoce la historia de su lucha con los corceles de la sabana”.

Desenfadado y siempre temerario, Humboldt se expone al contacto con los temibles peces, ansioso de obtener nuevos resultados en sus investigaciones: 

“Puso ambos pies en uno de los gimnotos de bello verde de oliva, cabeza amarilla con mezcla de rojo, dos filas de manchitas amarillas simétricamente a lo largo del lomo desde la cabeza hasta la punta de la cola. cada manchita una abertura excretoria, la piel cubierta de materia mucosa que conduce la electricidad 20 o 30 veces mejor que el agua pura, como dice Volta, Grande, reciamente irritado, nada  herido ni fatigado por la persecución. Por lo cual el dolor y adormecimiento fueron tan violentos, que le era “imposible explicar la naturaleza de la sensación” que vivía. Superior a la descarga recibida por una gran botella de Leyden. Transcurriendo el día con “vivo dolor en las rodillas y en casi todas las coyunturas”.

Y “que después de haber hecho experimentos durante cuatro horas consecutivas con Gimnotos, el Sr. Bonpland y yo, sentimos hasta el día siguiente debilidad en los músculos, dolor en las articulaciones y un malestar general, efecto de la fuerte irritación del sistema nervioso”.

Más comprobaciones “cuando, al sujetarlo el Sr. Bonpland por la cabeza o por la mitad del cuerpo, y yo por la cola, colocados ambos en un suelo húmedo, no nos dábamos la mano, uno de nosotros recibía sacudidas que el otro no sentía”.

La comunidad expectante, de manera tal que “nos fue llevada una anguila eléctrica cogida en atarraya y por consiguiente sin herida alguna. Comía carne y asustaba cruelmente las tortuguillas y ranas que, sin darse cuenta del peligro, intentaban colocarse, confiadas, sobre el lomo del pez. Las ranas no recibieron el choque sino en el momento en que tocaron el cuerpo del Gimnoto. Vueltas en sí, se escaparon fuera del barreño; y cuando se las repuso cerca del pez, su sola presencia las asustó. Nada observamos entonces que indicase una acción a distancia; pero también nuestro Gimnoto, cogido hacía poco, apenas estaba bastante domesticado para que quisiese atacar y devorar ranas. Acercando un dedo o puntas metálicas a media línea de distancia de los órganos eléctricos, ninguna conmoción se dejó sentir (…) Estando el Gimnoto sumergido en el agua acerqué la mano, armada o no de metal, a pocas líneas de distancia de los órganos eléctricos; las capas de agua no me trasmitieron sacudida alguna, al paso que el Sr. Bonpland, irritando fuertemente el animal por contacto inmediato, recibía de él golpes violentísimos. Si yo hubiera sumergido los electroscopios más sensibles que conocemos, a saber, ranas preparadas, en las capas de agua próximas, estas hubieran sin duda experimentado contracciones en el momento en que el Gimnoto parecía dirigir su choque a otra parte. Las ranas preparadas, en siendo colocadas inmediatamente sobre el cuerpo de un Torpedo, padecen, según Galvani, fuertes contracciones a cada descarga del pez”.

Otros experimentos lo ocupan, ya que “en Calabozo lo hemos irritado largo tiempo de noche, en una oscuridad completa, pero no hemos observado ningún fenómeno luminoso. Disponiendo cuatro Gimnotos de fuerza desigual, de manera que yo recibiese las conmociones del pez más vigoroso por comunicación, es decir, no tocando sino uno de los demás peces, no he visto a los últimos agitarse en el momento en que la corriente pasaba por sus cuerpos. Quizá esa corriente no funciona sino en la superficie húmeda de su piel. No deduciremos de ello con todo que los Gimnotos son insensibles a la electricidad y que no pueden combatir unos con otros en el fondo de las charcas”.

Del Pozo coincidía con un médico de Surinam, el dr Schilling”, en la especie  de que el temblador se aproximaba involuntariamente al imán…” Cuestión que Humboldt desmiente en su Tratado de Zoología, tras observaciones durante toda una noche.

Escribe Humboldt que, al despedirse el 24 de marzo, se encontraba  "muy satisfecho de nuestra permanencia allí y de nuestras experiencias en un asunto tan digno de la atención de los fisiólogos". Localidad donde toma también apuntes astronómicos que le permiten  corregir cálculos sobre latitud y altitud divulgados respecto a la región. E incluye la zona como privilegiada para un observatorio al respecto. Los pararrayos que se instalan, durante su estadía o después, atribuidos a don Carlos del Pozo, pudo resultar producto de los conocimientos  del viajero,  quien había instalado el segundo de Alemania, en su propia casa. Un contento que debía derivar, además, de la forma  tan participativa con que se habían ejecutado aquellas  investigaciones.

 

NOTAS         

 (1) Montenegro fue reconocido en sesión del 8 de noviembre de 1826 del claustro universitario como  haber “adelantado en más de un siglo, la ilustración y el conocimiento de la juventud, empleando “medios nuevos y decorosos en la carrera de la instrucción”.  Incluyéndolo Menéndez y Pelayo  entre los reformadores de los estudios de Filosofía en Venezuela.

 

 

(2) SALVADOR DELGADO, (1780-9.5.1834): sacerdote, diputado por Nirgua al Congreso de 1811. Ramón Urdaneta en su obra “Los 42 firmantes del Acta de la Independencia de Venezuela, Academia nacional de la Historia, 20011) dice que nace el 25-12-1774 y fallece en Caracas el 7.5.34. Hijo de Adrián Delgado y Josefina Espinoza Acevedo. En 1792 Br en Artes de  la Real y Pontificia. Y el 8-11- 1801, con el reconocimiento de “su aplicación y capacidad de estudiante, el título de Dr en Filosofía y Teología, Ordenado sacerdote, ejerce el ministerio doctrinario en las afueras de Calabozo y luego es Vicario Foráneo de Nirgua. En 1897  Juez Eclesiastico y Comsiario Subalterno de la Santa Cruzada. El 12 de dic de 1811 preside la legislatura provincial. Cree Urdaneta que por error en 1813 Bolívar solicita al arzobispo de Caracas, Coll  se parar a Delgado de la vicaría por “poco afecto a la causa de la independencia”, aunque luego es reparada tal decisión.  En 1816 se le traslada de Nirgua al curato doctrinal de Petare.  Y al año siguiente cura interino de la parroquia de Santa Rosalía y luego ser párraco en firme de la misma. Será Maestro de la cátedra de Filosofía del Seminario Tridentino y examinador sinodal del arzobispado, quedando como Segundo en mando para ejercer el gobierno del mismo, en ausencia de Maya: “en 1825 subirá al púlpito para protestar contra las bulas que excomulgaban a los francmasones” según Parra Pérez (pp. 57-61).

(3) Información de JJ Loreto Loreto en Linajes Calaboceños (1990).

(4) En tanto que Don Carlos Del Pozo, en 1786, que los indios se encontraban "arraigados en el pernicioso vicio del latrocinio, de manera que las inmediatas haciendas, sin otro motivo que éste se ven devoradas y como estos mal intencionados veían la falta de castigo y ningún escarmiento", instruye para "rendirlos a bala" y "quemarles los ranchos que tienen en los montes". Arremetiendo al siguiente año contra "sujetos que a la sombra de tres o cuatro animales… en las sabanas y de un corto conuco o siembra….en los patios de sus casas, estaban viviendo en los campos libertinamente" (Carrasquel, 1943).

 

(5) El "ilustre educador" José Antonio Montenegro es autor de un soneto al sabio Humboldt leído durante un ágape ofrecido a éste por "la sociedad caraqueña" y es, también,  probable autor del único "vejamen" hasta ahora conocido, de los que podían elaborarse para saludar satíricamente a  graduandos de la Universidad de Caracas, escrito para "homenajear"  al sacerdote calaboceño Salvador Delgado, en la ocasión de recibir su título de Doctor en Filosofía y Teología el 8 de noviembre de 1801. Curioso rito de pasaje por el cual se despide y vitupera a la "ciencia peregrina" que el graduando trae del Llano y es celebraba la de la Universidad.  La burla resulta fallida, quizá con la complicidad del mismo poeta, por la simpatía con que va inventariando las "habilidades" y "gracias", con que denomina las prácticas llaneras  que debe dejar el sacerdote e inminente universitario: en 1780, al visitar Calabozo, el Obispo Martí  reconvino al cura Pedro Sanojo, tanto por su conducta lujuriosa como por ejercer "el oficio indecente de ordeñar vacas").  Entre los ejercicios étnicos atribuidos por Montenegro a Delgado: colear un ternero, ensillar una jaca, ordeñar una vaca, torear, jugar con terneros, tigres y caimanes, cantar y tocar galerones, usar garrote o ramal, solfear una madrina, parar un rodeo, hacer queso de mano, capar toros, amansar potros, curar gusaneras, vigilar yegüeras, capturar reses, enrejar becerros, echar cueros con látigo de manatí, etc. (Perazzo, N., 1978;  Páez Pumar, 1979; Martí, M., 1969 ).

(6) Montenegro se mantuvo durante el resto de su vida atento a cuanto representase progreso para su país. Hace de Examinador del Plan de Arbitrios de la Junta Central de Vacuna y es Jurado del Primer Certamen Literario convocado públicamente el 10 de mayo de 1809, y encargado, por breve tiempo, ese año, de la redacción de  Gazeta de Caracas. Es de los contertulios en la casa de los Hnos Uztáriz y entusiasta colaborador en los días de Primera República, observándosele entre los organizadores del Concierto Magnífico y la Iluminación de la Plaza Mayor en celebración del primer aniversario del 19 de abril. Falleció un año antes de la batalla de Carabobo.

Las consideraciones que Humboldt debió hacerle para el mejoramiento de la enseñanza en la Universidad, tuvo a bien expresarlas por carta el mismo mes de enero de 1800 en que departieron: “Muy apreciado amigo: me ha encargado Ud. Le dé por escrito el resumen  de las ideas que tuve la honra de exponerle sobre  la Cátedra de Matemáticas”.  Saber prioritario para el inminente desarrollo agrícola del país. Por lo que recomienda un docente que una tal disciplina a nociones de física química. Cuestión que expone de la manera más generosa.

 

OTRAS FUENTES CONSULTADAS

La cuestión sobre búsqueda, captura y estudios sobre los gimnotos, en Calabozo, ocupa más de 50 páginas en la edición de “Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente hecho en 1799, 1800, 1801, 1802, 1803 Y 1804 por Alejandro de Humboldt y A. Bonpland. Caracas: Biblioteca Venezolana de Cultura (Colección “Viajes y Naturaleza”) (Traducción de Lisandro Alvarado),  (1985, III, 241/249). (1942, pp. 212-264).

El naturalista recomienda, para mayor información “sobre la pesca de Gimnotos y las experiencias pormenorizadas hechas en Calabozo, una memoria particular que publiqué en mis Observations de Zoologle,t. I, pp. 59-92, y mis Tableaux de la Nature, t. I, pp. 53-57”.

Humboldt anota que contó esta escena en sus libros titulados "Observaciones de Zoología"  y "Cuadros de la Naturaleza" . Existe una edición venezolana de este libro (Monte Avila, 1972).

CALVENTE IGLESIAS,  V. (2004). El retablo de los castaños maíllos (una historia dieciochesca acontecida en Cabuérniga, Cádiz y Caracas). Santander (España): Gráficas Calima. 

CARRASQUEL. Fernando. Historia Colonial de Algunos Pueblos del Guárico. Caracas: Imprenta Nacional, 1942. 

FRAGA, Xosé Antonio. Los experimentos sobre el galvanismo de Alejandro von Humboldt y su recepción entre los científicos españoles”, pp 201-219, en Cuesta Domingo y Sandra Rebot, 2008.

LANA, José-Miguel (2014).  Añil, cacao y reses. Los negocios del indiano Esteban González de Linares en tiempos de mudanza, 1784-1796”, en Memorias. Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe Colombiano, 22, pp.52-80

LANA BERASAIN, José-Miguel (2018). Repatriando Capital Sin Plata. Redes de paisanaje, comercio de frutos y giro de letras entre Venezuela y España, 1785-1796”. Sociedad de Estudios de Historia Agraria- Documentos de Trabjo, Enero de 2018, Universidad Pública de Navarra (España).

LORETO LORETO, J. J. Linajes Calaboceños. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1990.

PÉREZ MARCHELLI, H. Carlos del Pozo y Sucre: impenitente defensor del Rey y Físico Experimental (¿1743-1812?), en Actual 14, Tevista de Cultura ULA, Enero 1988.

RODRÍGUEZ, Adolfo. REDES MERCANTILES EN LA RUTA VENEZOLANA DE HUMBOLDT, en FB, 2020.

 

 

 

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