FUNDACIÓN PARROQUIAL DE ALTAGRACIA DE ORITUCO
Carlos A. López Garcés
Cronista Municipal
“…la historia de
las comunidades exige diario examen…”
José Antonio de Armas Chitty(1)
La
parroquia eclesiástica Nuestra Señora de Altagracia en el valle de Orituco,
estado Guárico, Venezuela, celebra el aniversario de su fundación el día 4 de
junio desde el año 1976, cuando fue festejado el tricentenario de ese
acontecimiento de acuerdo con la opinión equivocada del cronista gracitano
Adolfo Antonio Machado (1855-1903), quien aseveró lo siguiente:
“…hemos
encontrado constancia que bajo un techo pajizo, en un edificio que medía
treinta varas de largo por diez de ancho, el I. y R. Fray Francisco A. González
de Acuña, benemérito Obispo de Caracas y Venezuela, en santa pastoral visita
por estos valles [de Orituco], fundó esta Santa Iglesia Parroquial de Nuestra
Señora de Altagracia, con indios guaiquires, el 4 de junio de 1676,
nombrándosele Cura Párroco al Pbro. Juan de Barnuevo”(2).
[…]
“Conforme
lo dejamos dicho en nuestras precedentes Noticias Eclesiásticas, Altagracia fue
erigida en Parroquia el 4 de junio de 1676, con indios Guaiquires. Y por lo que
respecta a lo civil, adicionamos en esta vez: con indios Guaiquires de la tribu
del cacique don Diego de Chapaiguana, de la Encomienda del capitán don Juan de
Laya, del Valle de Camatagua, encomendero también de la nación Tumusa [sic] y
de los Arenas”(3).
“[Libro
de bapti]smos, velaciones y casamientos [de feligreses] pertenecientes a este
Valle de San Miguel del Rosario de [Orituco] y soto [sic] de La Cruz del
Maestre de Campo Pedro de Mesones, fecho desde [4] de junio deste año de 1676,
que se fundó esta santa iglesia por el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor
Maestro Don Fray Antonio González de Acuña, Obispo Benemeritísimo de Venezuela
y Caracas, cometida a mi Juan de Barnuevo, cura capellán en ésta y son los que
se han baptizado y velado los siguientes. Juan de Barnuevo”(4).
El edificio de
techo de paja, de treinta varas de largo por diez de ancho y en el que, al
decir de Machado, fue fundada la santa iglesia parroquial altagraciana el 4 de
junio de 1676, correspondía en realidad a un templo que tenía poco tiempo de
construido a mediados de 1726, de conformidad con el inventario hecho el 15 de
julio de ese año, cuando el licenciado Juan Vicente de Ortuño le entregó al
padre Nicolás de Ávila los bienes eclesiásticos gracitanos, de los cuales fue
incluida primeramente “la iglesia nueva y
de buen maderaje; cubierta de un lado de palma y por el otro de cogollo; de
treinta y una varas de largo y diez de ancho”(5).
Llama la
atención que el cronista orituqueño no habló del templo altagraciano de la
primera década del siglo XVIII, cuando el pueblo estaba ubicado en la margen
derecha del río Orituco; en esos días
era una “Iglesia cobijada de
cogollo, de bahareque de barro, de doce varas de largo y siete de ancho”(6),
según el inventario efectuado el 22 de junio de 1709 con motivo de la
transferencia del patrimonio eclesiástico de Altagracia, que hizo el padre
Jacinto Vanders al presbítero Juan Vicente de Ortuño(7).
Machado dio a
entender que la iglesia de Altagracia era la misma de San Miguel. Él aseguró
que en el año 1777 fue sustituido “el
sencillo edificio de techo pajizo en que se fundó esta Santa Iglesia
[Parroquial de Nuestra Señora de Altagracia]”(8) y que “a principios de 1882” fue convenida la construcción de “una nueva Iglesia, en el mismo lugar donde
en el transcurso de dos siglos se habían erigido ya dos santuarios”(9).
Estas afirmaciones estimulan la
curiosidad al inducir la sospecha de una contradicción del cronista consigo
mismo, pues él sabía de la existencia de las dos parroquias; así lo demostró en
su libro Apuntaciones para la historia
(10), pero trató el caso como si ambas hubiesen sido una sola, sin
individualizar el proceso de formación de cada una de ellas, independientemente
de la unión de la sanmiguelina a la altagraciana ocurrida en 1716(11). No es un
exceso añadir que la jurisdicción eclesiástica del valle sanmiguelino incluía
posesiones del maestre de campo don Pedro de Mesones, como lo dice la nota
barnueviana; a él pertenecían las tierras donde se formó posteriormente San
Rafael de Orituco(12); además, era propietario de un esclavo adulto de nombre
Domingo, quien fue el primer bautizado por el padre Barnuevo en San Miguel,
hecho registrado el 29 de septiembre de 1677(13). Esto denota que la feligresía de San Miguel
quedó dividida realmente en tres parroquias en la última década del siglo XVII:
la del propio San Miguel del Rosario, la de San Rafael y la de Nuestra Señora
de Altagracia.
El cura Barnuevo
no mencionó la “Santa Iglesia Parroquial
de Nuestra Señora de Altagracia” en su nota de apertura, sino que se
refirió a la de San Miguel. No podía hacerlo porque en 1676 no había sido
fundado el pueblo altagraciano. Los aborígenes con los cuales fue constituida
esta población estaban sometidos al régimen de encomiendas de servicio personal
gratuito al encomendero, cuyo cambio por el de trabajo remunerado en 1687(14)
fue determinante para la fundación del pueblo años después, como resultado del
juicio que el encomendero Joseph Salvador de Medina comenzó en febrero de 1692
contra los indígenas que había tenido encomendados en su hacienda de San
Miguel, desde que los heredó por la muerte de Juan de Laya Mujica, su anterior
encomendero, y con los cuales se formó una comunidad de guaiqueríes a partir
del 1º de marzo de 1694(15), a la que le dieron luego categoría eclesiástica
mediante la creación del pueblo de doctrina de Nuestra Señora de Altagracia por
decisión del Obispo de Venezuela Diego de Baños y Sotomayor, con la
autorización del Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela, don
Francisco de Berroterán(16), y en atención a la Cédula Real del 12 de diciembre
de 1691, de acuerdo con la que los indios liberados de la encomienda de
servicio personal gratuito en 1687 debían ser congregados en pueblos con su
respectiva asignación de territorio en lugares donde hubiese agua y espacios
para viviendas, plaza, iglesia, casa de comunidad, agricultura, ganadería,
solares y de reserva para el crecimiento(17).
2ª.-
La visita obispal
El Ilustrísimo y Reverendísimo don fray
Antonio González de Acuña, nombre correcto del
Obispo de Venezuela, estuvo de visita pastoral en San Sebastián de los
Reyes en los últimos días de febrero de 1676, cuando el presbítero Barnuevo
ejercía el sacerdocio en esa ciudad, que estaba en proceso de mudanza de Cagua
hacia su sitio definitivo a orillas del Caramacate. El prelado no llegó hasta
el valle de Orituco, pues de San Sebastián viajó a los valles de Aragua en
labores religiosas y dejó encargado de la visitación al padre Agustín de Palma,
Provisor y Vicario General del Obispado, cuya asistencia al Orituco no ha sido
posible confirmar. Ese mismo Obispo, mediante carta fechada en Turmero el 22 de
abril de ese año de la visita, notificó al Rey acerca de la construcción de
iglesias en varias poblaciones, entre las cuales estaba San Sebastián de los
Reyes a cuya territorialidad pertenecía San Miguel del Rosario (18). ¿Uno de
aquellos templos era el sanmiguelino?
Es pertinente
resaltar que monseñor Martí fue el primer Obispo en visitar personalmente al
Orituco, como permite deducirlo esta anotación suya: “Hay visita del año de 1715 de este pueblo de Altagracia, pero
ejecutada en la ciudad de San Sebastián por el comisionado del ilustrísimo
señor Escalona, otra, también de este pueblo, el año de 1747 por un comisionado
del señor Abadiano, y otras [sic] también en este pueblo, el año de 1767, por
un comisionado del señor Madroñero. Acá no ha estado Obispo alguno”(19).
Tal vez Machado no ignoraba esta información martiana, pues él consultó el “Libro de visita general de la Diócesis”
donde el prelado anotó las noticias obtenidas sobre la parroquia visitada; no
obstante, el cronista consideraba erróneamente que la de Martí era la segunda
visita obispal hecha al Orituco (20).
3ª.-
Una fecha discutible
El 4 de junio de
1676 no indica fecha de creación de la parroquia San Miguel ni de la Nuestra
Señora de Altagracia; tampoco corresponde a la de fundación del pueblo
sanmiguelino ni del altagraciano. Es simplemente la data de iniciación de los
libros de bautismos, velaciones y casamientos para los feligreses del valle de
San Miguel del Rosario de Orituco, como lo expresa taxativamente la nota
barnueviana sobredicha, lo que constituía un acto protocolar eclesiástico
ejecutado por el presbítero Barnuevo en cumplimiento de una responsabilidad
sacerdotal, que coincidió con el año de la fundación de un templo nuevo; era el
mismo deber que tenían otros sacerdotes con sus feligresías en casos similares.
La creación de
una parroquia requería un dictamen oficial previo sobre ese particular, emitido
por la superioridad eclesiástica con jurisdicción en Venezuela y autorizado por
el Gobernador de la provincia venezolana; era un acto legítimo más complejo,
que comprendía la definición de varios elementos: el territorio parroquial; el
patrono o la patrona; el párroco; los
feligreses; el templo; el mantenimiento de la iglesia, del culto divino y del
cura; el prorrateo entre los fieles destinado a esos mantenimientos; los
registros parroquiales; etcétera. La nota del cura Barnuevo no tenía esa significación
fundacional para San Miguel ni mucho menos para Altagracia de Orituco, porque
este pueblo no existía debido a que los guaiqueríes, que eran sus futuros
habitantes primitivos, aún estaban encomendados por Juan de Laya Mujica quizás
desde 1672 y vivían en su hacienda, pues no estaban congregados en una
población de encomiendas; ella está referida expresamente al uso del libro para
feligreses del valle sanmiguelino hasta el sitio de La Cruz, a la fecha de su
apertura, al sacerdote que lo comenzó, al año de la creación del templo, al
fundador de “esta santa iglesia” y al
cura capellán encargado de ella.
4ª.-
El cacique
Se ignora quién
era el cacique de los guaiqueríes en junio de 1676 cuando fue iniciado el libro
eclesiástico sanmiguelino. No era don Diego de Chapaiguana porque él no había
nacido aún. El nacimiento de este indígena habría ocurrido a casi diez años de
aquella apertura, tal vez en la primera quincena de abril de 1686, pues fue
bautizado el 13 de agosto de ese año cuando su edad era de cuatro meses,
aproximadamente, conforme lo revela la partida de bautismo respectiva que dice
así:
“Diego
Leandro. En trece días del mes de agosto de 1686 año [sic]. Yo, el padre Juan
de [Barnuevo], cura capellán de estos valles de Orituco, bauticé y pu[se óleo
y] crisma y di bendiciones a Diego Leandro, hijo legítimo [del prin]cipal don
Felipe y de doña Catalina, indios que eran de la [encomien]da del capitán Juan
de Laya. Al parecer es de edad dicho [Diego Lean]dro de cuatro meses poco más o
menos. Y por estar la [roto/] por nacer agogado [sic] y por la duda lo bauticé
subcondiciones. [Por] estar achacoso no se pudo echar las bendiciones hasta el
tiempo re[que]rido. Fueron padrinos: Mateo de Laya y Gámiz y agregada
arr[roto]. Todos asistentes de este dicho valle. Y porque conste lo certifico y
firmo. Juan de Barnuevo”(21).
Debe
saberse también que don Diego Leandro de Chapaiguana ejercía el cacicazgo de
los aborígenes gracitanos en 1714, cuando era un joven de 28 años de edad(22).
Don Felipe, el progenitor de don Diego(23), era el cacique de los guaiqueríes
al comenzar la comunidad altagraciana en 1694(24) y todavía lo era en marzo de
1701(25); ya tenía esa dignidad en 1692 cuando su último encomendero, capitán
Joseph Salvador de Medina, litigaba para ubicar esos indígenas fuera de su
hacienda de cacao y proponía otros lugares(26), entre los cuales estaba el
sitio donde los asentaron finalmente el 1° de marzo de 1694(27); con ellos
conformaron luego el pueblo de doctrina Nuestra Señora de Altagracia(28), que
puede diferenciarse históricamente de San Miguel del Rosario aun en su
evolución eclesiástica, pues eran dos poblaciones surgidas en años y sitios
distintos pero cercanas, cada una con su sacerdote y divinidad patronal
correspondiente: San Miguel Arcángel y Nuestra Señora de Altagracia,
respectivamente. Así existían en la primera mitad del siglo XVIII, aunque, desde el 10 de junio de 1716 y por mandato
del Obispo Francisco del Rincón con la providencia del Gobernador don Alberto
de Bertodano, la feligresía altagraciana y la sanmigueleña eran atendidas por
un sacerdote solamente(29), quien, a partir de ese momento, se titulaba cura
doctrinero de Altagracia y capellán de San Miguel como también lo hicieron sus
sucesores(30)
Tiene sentido
recordar que el pueblo y la iglesia de San Miguel se habían arruinado durante un tiempo impreciso de la segunda
mitad del siglo XVIII, por lo que la feligresía sanmiguelina estaba incorporada
indistintamente a la población de Altagracia, según lo aseguró el Obispo Martí en
1783(31). Esto no denota que Altagracia es la continuación, reconstrucción o
transformación de San Miguel; mientras este pueblo ya involucionaba en la
centuria anterior hasta desparecer, Altagracia evolucionaba hacia su
crecimiento y consolidación.
5ª.-
Evidencias importantes
Los documentos
consultados no contienen datos específicos, precisos, fidedignos con respecto a
la fundación de la parroquia sanmiguelina ni de la altagraciana. Sin embargo,
en lo concerniente al pueblo Nuestra Señora de Altagracia, es interesante
recalcar que el padre Barnuevo no lo nombró en la nota relativa al inicio del
libro de bautismos de San Miguel del Rosario en junio de 1676 ni en el
transcurso de más de diecinueve años continuos, contados a partir del 29 de
septiembre de 1677 cuando realizó el primer bautizo hasta diciembre de 1696,
pero lo hizo al año siguiente. Los aportes barnuevianos más antiguos sobre este
caso particular datan del primer semestre de 1697, de acuerdo con los asientos
bautismales citados de seguidas:
“Domingo
Candelaria. En 3 de febrero de 97 años, bauticé, puse óleo y crisma y di
bendiciones a Domingo Candelaria, hijo legítimo de Juan Astasio [sic] y de
Juana María. Fueron sus padrinos: Juan de Muñoz y María, su mujer. Todos
asistentes en esta población de Altagracia. Y porque conste, lo firmé. [/] Juan
de Barnuevo”(32).
[…]
“Juan
Assensio. En 30 de mayo, año de 97, baptise [sic] y puse óleo y crisma [y di
bendi]ciones a Juan Assencio [sic], hi[jo] legítimo de Gaspar y Jas[ilegible]
de la población de Nuestra Señora de Altagracia. Fueron sus padrinos: [roto] y
Polonia, de dicha población. Y para que conste, lo firmé. [/] Juan de Barnuevo”(33).
Conviene agregar
que está en duda que el cura Barnuevo se haya referido a la población gracitana
en una partida bautismal del 5 de enero de aquel año, porque una rotura del
documento impide conocer el nombre del pueblo que allí fue mencionado, como
puede leerse seguidamente:
“Getrudis
[sic]. En 5 de enero, año de 1697, baptisé [sic], puse óleo [y crisma y di]
bendiciones a Getrudes [sic], hija legítima de Juan de la Mota y [roto]. Fue su
padrino Mateo de Laya. Todos asistentes en esta población de [roto] conste lo
firme. [/] Juan de Barnuevo”(34).
6ª.-
Erección del curato
De conformidad
con las informaciones precedentes es factible inferir que la parroquia Nuestra
Señora de Altagracia habría sido creada hacia 1696, lo cual contribuye a
responder sin dubitaciones una inquietud acerca de este hecho fundacional,
expresada públicamente por monseñor Rafael Chacín Soto en el periódico Alborada Nᵒ 16, que circuló en Altagracia de Orituco el 15 de
octubre de1950, dirigido por el profesor calaboceño Blas Loreto Loreto. El
padre Chacín dijo allí:
“…es
cosa averiguada que la parroquia de Altagracia fue erigida canónicamente por el
Illmo. Sr. Obispo Don Diego de Baños y Soto Mayor, en tiempos del Gobernador y
Capitán General Maestre de Campo D. Francisco de Berroterán. Ahora bien, de una
parte sabemos que el Sr. Baños y Soto Mayor tomó posesión del Obispado en 1684
y murió en mayo de 1706, y de otra, que el Gobernador Berroterán o Berrotarán
ejerció su mandato en dos períodos: el primero desde diciembre de 1693 a 1699,
y el segundo, de 21 de noviembre de 1705 a mayo de 1706. ¿En cuál de estas dos
oportunidades se efectuó la erección?...”(35)
Aun cuando esta
inquietud está todavía vigente en Orituco, es posible concluir repitiendo que
la fundación de la parroquia Nuestra Señora de Altagracia fue efectuada por el
Obispo Diego de Baños y Sotomayor, quizás en 1696, en un día indefinido aún y durante el primer período gubernamental de
don Francisco de Berroterán; así lo reflejan las pruebas antedichas(36). No está de más añadir que el
pueblo Nuestra Señora de Altagracia o simplemente Altagracia fue nombrado con
más frecuencia por el padre Barnuevo en varios registros bautismales de 1697 a
1703(37), como no lo hizo en el transcurso de los casi veinte años anteriores,
lo cual (valga la repetición) es un indicio de la inexistencia del pueblo
altagraciano en aquel lapso(38).
Es importante
destacar con carácter aclaratorio, ante probables dudas y confusiones, que el
padre Barnuevo registraba los bautizos de los indígenas gracitanos junto con
los de los negros y mulatos sanmiguelinos; él no hizo libros específicos para
el pueblo de doctrina Nuestra Señora de Altagracia del cual fue su primer
sacerdote(39). Quizás esto explique porqué el Obispo Martí advirtió, durante su
visita pastoral en marzo de 1783, que no había primeros libros parroquiales
altagracianos(40) e informó que la partida de bautismo registrada en el libro
más antiguo era del 1º de mayo de 1704, la cual estaba firmada por el padre “Jacinto Bandres”(41), cuyo apellido
verdadero era Vanders, según lo patentiza su firma estampada en actas
bautismales(42); estas noticias ayudan a deducir que él habría sido el
iniciador de los registros del curato altagraciano.
Falta aclarar
cuándo terminaron los servicios del cura Barnuevo a la feligresía altagraciana.
Al parecer, el presbítero Vanders ya lo había sustituido interinamente en
febrero de 1703 y siguió relevándolo hasta el 22 de junio de 1709, día en que
el padre Juan Vicente de Ortuño se encargó de dicha parroquia para la cual
había sido designado porque era “sede
vacante”(43). Es sabido que Barnuevo solo quedó a cargo de la sanmiguelina
hasta mediados de 1716; fue reemplazado definitivamente debido a su decrepitud
y desasistencia eclesiástica; desde entonces, el padre Ortuño tenía el deber de
atenderle a las dos feligresías(44).
.
REFERENCIAS Y NOTAS
(1)
DE
ARMAS CHITTY:“Introducción a las
‘Apuntaciones’ de Adolfo A. Machado” (en MACHADO: 1961, p. 9)
(2) MACHADO: op. cit., p. 29.
Observaciones:
1ª.-
Los datos expuestos entre corchetes fueron tomados de tres fuentes para
reconstruir el documento. La primera fue una nota deteriorada que está
inmediata a la del padre Juan de Barnuevo (como puede verse en la fotografía
anexa), quizás redactada en el cuarto quinquenio del siglo XVIII, en la cual es
factible leer lo siguiente:“Formó estos
libros parrochiales [sic] el padre don Juan de Barnuevo, a cuatro [sic] de
junio de 1676, según que arriba costa [sic]…” La segunda fue una anotación
del Obispo Mariano Martí (Caracas, 1969, vol. 96, t. II, pp. 505, 506) quien
afirmó en 1783 que el más antiguo de los libro de la iglesia parroquial de San
Miguel “…tiene una nota firmada de dicho
Cura capellán [don Juan de Barnuevo]que dize haver formado sus libros
parroquiales desde 4 de junio de 1676 para los feligreses pertenecientes a este
Valle de San Miguel del Rosario de Orituco y hasta de la Cruz del Maestre de
Campo don Pedro de Mesones, y que en dicho año se fundó esta Iglesia por el
Illmo.y Rvmo. señor maestro fray don Antonio González de Acuña, cometida o
encargada a dicho don Juan de Barnuevo, Cura capellán de dicho San Miguel…”Y
la tercera fue una publicación hecha por monseñor Rafael Chacín Soto en su
columna “Papeles y voces de ayer”, editada en la página 2 del periódico Alborada Nº 11, que circuló en
Altagracia de Orituco el 7 de agosto de 1950, en la cual se mencionó el 2 de
junio como fecha de apertura de aquel libro, lo que fue un yerro evidente.
2ª.-
Donde dice “soto” [sic] léase
“sitio”.
(9) IBÍDEM: p. 37.
(15)
A.G.N.: Indígenas, 1692, t. XI, f. 376 a 399. R.I.M.M.G.E.G.: Escritos
referentes a los terrenos del municipio Altagracia de Orituco, 1852, f. 1 a 5
v.
(16)
CHACÍN SOTO (en LORETO LORETO: 1961, p. 57)
(17)
A.R.P.D.F.: Tierras, 1808, letra A, p. 91.
Observación.
En las páginas 130, 207, 283 y 292 del libro Tiempos coloniales de Altagracia de Orituco (1694-1810), editado en
el año 2005 con el auspicio de la Alcaldía orituqueña y cuyo autor es el mismo
de este comentario, fue publicado que aquel bautizo data del 3 de agosto de
1686; esto fue un error lamentable que ahora se corrige, aunque no altera otros
datos de interés sobre el personaje allí contenidos.
(25)
Libro de bautismos de San Miguel del Rosario… 1701.
(26) A.G.N.: Indígenas, 1692, t. XI, f. 376 a 399.
(39) En el folleto Algunas consideraciones para estudiar la fundación de Altagracia de Orituco (Ediciones de la Casa de la Cultura Jesús Bandres, Altagracia de Orituco, 1989, p. 11), cuyo autor es el mismo de esta nota, se publicó que Juan de Barnuevo nunca había sido cura de Altagracia; esto fue una suposición errónea que ahora es subsanada.
(42) A.P.N.S.A.: Libro de bautismos de San Miguel del Rosario… 1703, f. 24; 1705, f. 25.
Nota.
DE ARMAS CHITTY (1979, t. I, p. 101) afirmó que “el cura Jacinto Bandres” llegó a Altagracia en 1699.
(44) A.P.N.S.A.: Autos de agregación de la feligresía de San Miguel a la de Altagracia, 1716. IBÍDEM: Libro de bautismos de San Miguel del Rosario… 1676, segunda nota preliminar. IBÍDEM: 1715, f. 26 v., 29, 54 v. a 56; 1706; 1712, f. 25.CHACÍN SOTO (en LORETO LORETO: op. cit., pp. 57, 58). CASTILLO LARA: 1984, vol. 172, t. I, pp. 376, 377. MARTÍ: 1969, vol. 96, t. II, p. 505.
1.- Documentales
“Autos
hechos por el capitán José Salvador de Medina contra los indios, sus encomendados, sobre que le despueblen las
tierras que le tienen ocupadas. Hacienda de cacao en las vegas del río del
valle de San Miguel de Orituco, 1692”. Sección Indígenas, t. XI, f. 376
a 399 v.
Autos de
agregación de la feligresía de San Miguel del Rosario de Orituco a la del
pueblo Nuestra Señora de Altagracia. Caracas, 10 y 12 de junio de 1716 (en Libro de bautismos de San Miguel del
Rosario de Orituco y del pueblo Nuestra Señora de Altagracia, años 1676-1744,
f. 50 v. a 53 v.)
Inventario de las
iglesias Nuestra Señora de Altagracia y San Miguel, 15 de julio de 1726 (en
Libro de bautismos de San Miguel del Rosario de Orituco y del pueblo Nuestra
Señora de Altagracia, años 1676-1744)
Libro de bautismos de
San Miguel del Rosario de Orituco y del pueblo Nuestra Señora de Altagracia.
1676-1744.
ARCHIVO
DEL REGISTRO PRINCIPAL DEL DISTRITO FEDERAL (A.R.P.D.F.). Caracas.
“Altagracia de
Orituco-Civil”. Tierras. Letra A. Año 1808. (Copia expedida en Caracas, 21
de marzo de 1988)
“Orituco: hacienda de
Juana de Mesones. Contra los indios de allí, sobre las tierras de aquella
hacienda”. Tierras. Año 1694. Letra M, N° 1, 23 f.
REGISTRO
INMOBILIARIO DE LOS MUNICIPIOS JOSÉ TADEO MONAGAS Y SAN JOSÉ DE GUARIBE DEL
ESTADO GUÁRICO (R.I.M.M.G.E.G.). Altagracia de Orituco.
Escritos referentes a
los terrenos del municipio Altagracia de Orituco. Caracas, 26 de octubre de
1852. Copia ordenada por el Tribunal de Santa Rosalía, expedida por el Registro
Principal de la Provincia de Caracas. (Documento suelto, sin ubicación
precisa).
MARTÍ,
Mariano. Documentos relativos a su
visita pastoral de la Diócesis de Caracas. 1771-1784. Libro personal.
Caracas. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Fuentes para la
Historia Colonial de Venezuela, vol. 96, t. II, 1969.
PONCE,
Marianela. “Berrotarán, Francisco”
(en Diccionario de Historia de Venezuela.
Caracas. Fundación Polar. Segunda edición, t. 1, 1997).
APÉNDICE
La gráfica muestra el resto documental de la nota de apertura del libro
de bautismos, velaciones y casamientos de la iglesia del valle de San Miguel
del Rosario, hecha en la parte superior del folio por el padre Juan de Barnuevo
el 4 de junio de 1676. Foto: Carlos A. López Garcés, jueves 16 de enero de
2014.
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