Ponencia: EL ORIGEN DE
LA VENEZOLANIDAD
Autor: Prof. Carlos
Alarico Gómez, Ph-D.
XVI ENCUENTRO DE CRONISTAS E HISTORIADORES DE
VENEZUELA
Homenajeados: Ateneo de
Calabozo y poeta Etanislao Delgado
Fecha del Concurso:
Sábado 22 de octubre de 2022
En este trabajo se analiza el proceso de formación de
la venezolanidad sobre una base investigativa basada en documentos de fuente
primaria, lo que permitió el análisis de algunos vocablos como “América”, el
cual se dio al Nuevo Mundo en honor a Américo Vespucio, aun cuando éste no tuvo
nada que ver con el suceso. La evidencia de que el autor de esa odisea fue
Cristóbal Colón es total. No hay duda sobre lo ocurrido el 12 de octubre de
1492, día en el que tomó contacto por primera vez con los indios tainos o
lucayos de la isla Guanahaní, a la que llamó San Salvador (hoy Watling), para
luego seguir su rumbo hasta alcanzar una serie de islas, entre las cuales
estaba Coba, a la que rebautizó Juana (hoy Cuba); y Quisqueya, a la que dio el
nombre de Hispaniola (hoy República Dominicana). Los aborígenes tenían una
organización militar, religiosa, económica y social. En lo primero eran
gobernados por el guerrero que más se destacara en los combates, a quien daban
el nombre de Cacique. Éste permanecía en su puesto hasta su muerte o cuando la
edad le impidiera sus obligaciones. Tenía el derecho a una Churuata (choza de
gran tamaño) y a poseer hasta doscientas esposas. Una de las pocas excepciones
fue Guaicaipuro, cacique que se negó a cumplir esa norma debido a que adoraba a
su esposa, de nombre Urquía. Cuando le insistieron demasiado expresó en alta
voz: “Con mi Urquía tengo bastante”[1].
En lo social tenían por costumbre desarrollar familias
extendidas. La economía que prevalecía era fundamentalmente agrícola. Cultivaban
el maíz, el cacao, la piña, la papa, el algodón, el tabaco y la mandioca. En lo
religioso la mayoría de las tribus adoraba al Sol y poseían un rito que era
dirigido por un sacerdote al que llamaban Piache, quien apoyaba al Chamán en su
labor de curandero.
Un aspecto esencial de la toponimia estudiada es el
referente a la palabra Venezuela, la cual aparece en la historia el 24 de
agosto de 1499 en el momento en que Alonso de Ojeda arriba a la Isla de Zapara,
ubicada en el Golfo de Coquivacoa (Maracaibo), adonde llegó en cuatro naves en
las que viajaban unos cien marineros. Lo acompañaban Juan de La Cosa y Américo
Vespucio, con quienes desembarcó para efectuar un reconocimiento desde la
entrada del Golfo hasta el referido caserío, donde tomaron contacto con un
grupo de aborígenes, con quienes pudieron averiguar que el nombre del caserío
era Veneciuela. El lugar los deslumbró por su imponente belleza, por la
intensidad de su sol tropical y por la amabilidad de los indios locales.
Veneciuela fue dibujada por Juan de la Cosa
en el mapa que elaboró mientras estuvo allí, el cual
completó en España donde le añadió una referencia en la que dice: “Juan de la Cosa la fizo en el puerto de
Santa María en el año de 1500”[2].
La autenticidad del mapa fue establecida en 1987 por el “Gabinete de
Documentación Técnica del Museo del Prado” y en la actualidad se puede admirar
en el Museo Naval de Madrid[3].
Es el documento más antiguo del Nuevo Mundo en el que se menciona el nombre de
un caserío llamado Veneciuela, el más probable antecedente del nombre de
nuestro país. El viaje lo motivó la noticia que circuló
en España sobre la llegada de Cristóbal Colón a Macuro en la Península de
Paria, el 3 de agosto de 1498. El hecho se conoció por la carta enviada a la
reina Isabel en la que le decía que: “Encontré
las tierras más fermosas del mundo. Al lago que hallé, tan grande que más se le
puede decir mar que lago, porque lago es lugar de agua y en siendo grande se le
llama mar, por lo que se llama de esta manera el de Galilea y el Mar Muerto. Y
digo que si esto no procede del Paraíso Terrenal, viene y procede de tierra
infinita más yo muy asentado tengo en mi ánima que allí en donde dije tierra de
gracia se halla el Paraíso Terrenal”[4].
En ese tercer viaje al Nuevo Mundo el Gran Almirante tocó por primera vez el
territorio continental.
Al enterarse de lo acontecido en el
inicio del tercer viaje de Colón, Ojeda se reunió en Sevilla con Juan de La
Cosa y Américo Vespucio a los que comentó que tenía un plan para efectuar un
viaje al Nuevo Mundo y luego le propuso a los reyes armar una expedición
financiada por él con apoyo de sus socios. Es decir, una Capitulación que al
ser aprobada le permitiera seguir la ruta recorrida por Colón el año anterior,
pero ampliada con una inspección de las costas del Mar Caribe, al que llamaron
así dada la gran cantidad de aborígenes kalinagos o karibes que habitaban en el
área, caracterizados por su belicosidad con la que dominaban a las otras
tribus.
Los reyes católicos estuvieron de
acuerdo con los términos de la Capitulación y una vez firmado el acuerdo Ojeda,
de La Cosa y Vespucio organizaron una flota de cuatro naves yon las cuales
tomaron rumbo al nuevo continente. La decisión resultó afortunada y les
permitió establecer relación con los aborígenes de Sinamaica, cuyos habitantes
mostraron interés por ellos. Pronto pudieron comprender que el caserío donde
desembarcaron se denominaba Veneci-Uela. Los tres viajeros tenían en común su
pasión por el conocimiento, su demostrado valor y la ambición de encontrar
riquezas. Alonso de Ojeda era un navegante nacido en Cuenca el año 1468, quien
participó en la toma de Granada en 1492, lo que aunado a su cercano parentesco
con un alto miembro del Tribunal de la Inquisición le facilitó conocer al obispo
de Badajoz, Juan Rodríguez de Fonseca, con quien estableció una excelente
relación que será clave para su admisión en el grupo de hombres que acompañó a
Colón en su segundo viaje al Nuevo Mundo (1493), donde venció al cacique
Caonabo, al que le arrebató su territorio en el Cibao, que era muy rico en oro.
Fue allí donde Colón fundó la fortaleza de Santo Tomás y designó Alcaide a
Ojeda, quien se granjeó el apodo de “El Centauro de Jaquimo”, gracias a su
victoria sobre los aborígenes del lugar.
En 1496 regresó a España y dos años después
firmó la Capitulación que le permitió regresar al Nuevo Mundo hacia donde zarpó
el 18 de mayo de 1499, en el primero de los viajes menores o andaluces. Llegó
al Orinoco y subió por la costa atlántica hasta alcanzar la Península de Paria.
Al entrar en el Mar Caribe inició un recorrido hasta Curazao, a la que denominó
“Tierra de los Gigantes”. Luego pasó a la península de Paraguaná y finalmente
alcanzó la entrada del lago al que dio el nombre de San Bartolomé por haberlo descubierto el 24 de agosto de 1499, Día
del Apóstol San Bartolomé, también llamado Natanael, mártir de la Iglesia que
murió desollado en Abanópolis a mediados de la primera centuria de la era
cristiana.
Ojeda tomó posesión de la ya referida
isla en la que se encontraba el caserío Veneci-Uela[5].
Muy contento con sus logros viajó a reunirse con Colón en La Española, adonde
llegó el 5 de septiembre, pero fue mal recibido por los hombres que estaban al
servicio del almirante, quienes se encontraban muy molestos por considerar que
Ojeda no tenía el derecho de explorar las tierras descubiertas sin su
consentimiento, a pesar de que estaba debidamente autorizado por los reyes.
Este hecho produjo una violenta reyerta entre ambos grupos, lo que ocasionó
muertos y heridos, obligando a Ojeda a regresar a España.
El segundo de los viajeros que llegó
con Ojeda a Veneci-Uela fue Américo Vespucio, un navegante florentino nacido en
1454, quien llegó a Sevilla a principios de 1493 enviado por la casa bancaria
de la familia Médici con el fin de trabajar con el armero Giannotto Berardi en
el negocio de los barcos, que se estaba incrementando al saberse las inmensas
posibilidades que se presentaban para la empresa gracias a las tierras
encontradas por Colón. El proyecto de los Médici era construir naves para las
nuevas rutas, las cuales estarían destinadas a importar sedas y especies. En
mayo de 1499 se unió a Alonso de Ojeda y Juan de La Cosa para zarpar desde el
puerto de Santa María, arribando al Nuevo Mundo luego de veinticinco días de
navegación. Al parecer solo regresó una vez al nuevo continente, pero se dio la
circunstancia de que en 1504 fue publicado en Augsburgo, Alemania, el opúsculo Mundus Novus donde se reprodujo la carta
que dirigió a Lorenzo de Médici en la que narraba sus viajes reales o
supuestos. En 1507 el editor alemán Martin Waldseemüller publicó en su Cosmographiae Introductio otra carta de
Vespucio con el título Lettera di Amerigo
Vespucci delle isole nuovamente ritrovate in quattro dei suoi viaggi, en la
que expresaba su convencimiento de que las tierras encontradas eran un nuevo
continente, lo que le causó tanto entusiasmo que escribió en su prefacio que:
"Ahora que esas partes del mundo han sido extensamente examinadas y otra
cuarta parte ha sido descubierta por Américo Vespucio, no veo razón para que no
la llamemos América, es decir, tierra de Américo, su descubridor". El
tercer protagonista del viaje fue Juan de la Cosa, nacido en 1450 (c.) en la
región de Cantabria, quien será el eslabón fundamental en la unificación de la
historiografía del Viejo y del Nuevo Mundo. El célebre cartógrafo se asoció con
Alonso de Ojeda para efectuar una expedición hacia las tierras recientemente
descubiertas. No era su primer viaje. Le correspondió tener un papel destacado
como financista y maestre de la nao Santa María, que condujo a Colón y sus
hombres en el primer viaje al Nuevo Mundo, adonde arribaron el 12 de octubre de
1492. Un año después también participó en el segundo viaje, en el cual venía
Alonso de Ojeda, con quien hizo amistad y al que se va a unir en 1499 para
efectuar una expedición hacia las tierras descubiertas.
En 1502 Ojeda regresó a Veneci-uela
con Juan de La Cosa, pero esta vez no lo acompañó Américo Vespucio. Su nuevo
socio era ahora Martín Fernández de Enciso, quien va a ser factor fundamental
en la demostración de que el nombre de nuestro país es autóctono, tal como lo
dejó establecido el mapamundi que elaboró de La Cosa en Veneci-Uela, el cual
terminó de perfeccionar en 1500 al regresar a España. Fernández de Enciso
resultó ser un excelente escritor, lo que demostró en su obra Suma de Geographia (1519), donde explica
las características del lugar donde encontraron el famoso caserío que daría su
nombre a Venezuela: "Cerca de la
tierra está una peña grande que es llana encima della. Y encima della está en
un lugar o casas de indios que se llama Veneci-uela". La obra fue
editada en Sevilla en 1519, previa autorización del rey Carlos I concedida el
día 5 de septiembre de 1518, fecha en la que firmó el documento indicando que:
“Dicho libro fué traído a mi Consejo y
visto y examinado por ellos, y porque parece ser útil y provechoso túvelo por
bien; y por la presente doy licencia y facultad para que vos, o quien vuestro
poder hubiere, podáis imprimir el dicho libro y lo vender”[6].
La obra de Fernández de Enciso tiene
la importancia de haber sido el primer libro impreso en España (1519) en el que
se habla del Nuevo Mundo. Su asociación con Alonso de Ojeda comenzó en 1502 y
lo llevó a recorrer el hoy Lago de Maracaibo de punta a punta, refiriendo en su
obra que "Cerca de la tierra está
una peña grande que es llana encima della. Y encima della está un lugar o casas
de indios que se llama Veneci-uela". Lo que encontraron los españoles
fue dibujado por Juan de la Cosa en el mapa que elaboró en Sinamaica en 1499,
en el cual inmortalizó el suceso.
Este documento es el más antiguo
del Nuevo Mundo que menciona el nombre del caserío que dio origen al gentilicio
venezolano. Este hecho deja demostrado que el nombre Veneci-uela apareció impreso
por primera vez en el Mapamundi de
Juan de La Cosa. A este aspecto se refirieron los sacerdotes Giovanni Bottero
en su obra Relaciones Universales del
Mundo (1598) y Antonio Vázquez de Espinosa en Compendio y Descripción de las Indias Occidentales (1629), en los
que coinciden en señalar que la palabra tiene su origen en lengua Añú[7].
El vocablo Veneziola o Veneciola no existe en lengua italiana.
Por lo tanto, toda la documentación conduce a la conclusión de que el nombre de
nuestro país es autóctono y quiere decir agua-grande.
Sobre este punto es necesario
destacar que la costumbre de los conquistadores era usar los nombres que los
locales le daban a los lugares que habitaban, a los que adaptaban fonéticamente
de acuerdo a las normas del idioma Castellano. Ejemplo de ello se puede
constatar en los nombres que le dieron a Caracas (Caraca), Teques (Teque), La
Guaira (Uaira), Maracay, Mucuchíes, Capacho, Lobatera, Tumeremo y tantos otros.
Solo usaban nombres hispánicos cuando fundaban un poblado (Mérida, San
Cristóbal, Angostura). Lo más importante de este suceso es sin duda la
integración cultural que se inicia en el país llamado hoy Venezuela, desde el
momento en que Colón llegó a Macuro el 3 de agosto de 1498, de lo que dejó
constancia en la carta que envió a los reyes. Los españoles mostraron
admiración por sus elementos culturales, especialmente por sus acogedores
palafitos y la contagiosa música que interpretaban los indios con sus ocarinas o
flautas y maracas, mientras bailaban una danza a la que llamaban “Areito”,
vestidos con guayucos y adornados con plumas multicolores que colocaban en sus
lacias cabelleras. La música con que bailaban se convirtió en gaita, mientras
que en la región de Bobures surgió un estilo musical muy específico al que
llamaron “Baile de San Benito”, lo que demuestra que en el Zulia están los
orígenes más profundos de nuestro mestizaje.
RESUMEN DEL CV: Posee
títulos de Licenciado, Magister y doctor, los cuales obtuvo en universidades de
Venezuela, Italia y Estados Unidos. Ha publicado más de 30 libros. Es profesor
titular. Posee Premio Municipal e Iberoamerixano de Periodismo.
[1] Gómez (2006). Los Caciques
de Venezuela, p. 22
[2], Fernández de Enciso (1519/1995). Suma de Geographia, p. 65
[3] Visitado por el autor (2010)
[4] La carta está en posesión de la Real Academia Española de la
Historia y le fue facilitada al autor para su lectura durante su visita a esa
institución en 2010.
[5]Fernández de Enciso (1519), op. cit., p.65
[6] Fernández de Enciso
(1519), op. cit., p. 221
[7] Bottero, Giovanni: Relaziioni Unuiversali, (1598 p. 43)
Vásquez de Espinosa:.
Descrpción de las Indias Occidentales (1629, p. 93)
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