XVI
ENCUENTRO DE CRONISTAS E HISTORIADORES DE VENEZUELA EN CALABOZO.
EL CRISTO DEL CALVARIO. DE LEYENDA A TRADICION Y DE LA TRADICION A LA HISTORIA.
Gisela
Pastori de Núñez
Para
decirlo con palabras del historiador aragüeño Lucas Guillermo Castillo Lara, “La ciudad Procera de La
Victoria, llena de heroísmo por los cuatro costados, ha tenido siempre a flor
de labios la hazaña guerrera para contar su historia y con frecuencia nos
dejamos arrastrar por ese llamear heroico y nos olvidamos de lo que constituye
también su viva esencia; y por eso en esta oportunidad nos ocuparemos de
escribir para el conocimiento de las actuales y futuras generaciones el origen
y la trayectoria de un hecho ocurrido en su barrio más antiguo con el
convencimiento de que no se trata de escudriñar por el mero ejercicio de
investigación histórica ni por el deseo de contar cosas viejas a manera de
entretenimiento, sino más bien una forma de saber de dónde venimos, para
comprender lo que somos, y por ende, a donde vamos”. (1)
Ese
hecho al que nos referiremos, podría decirse recordando al poeta apureño Elías
Rodríguez Argüello, uno de los tantos impulsores de la tradición Aragüeña “El
baile de la Llora” publicada para los
victorianos en su obra “ARAHWA”, parecida ésta más bien a una historia novelada
con personajes forjados en sus sueños, donde afirma “que si le ponemos alas a
las ideas podrían concretarse al
escribirlas; pero si la leyenda es espíritu, el folklore es alma, y
si la historia es la
materialización del ser social, un pueblo que no haya creado sus leyendas, y
que no busque la fuente de su folklor, es un pueblo que no se conoce a sí mismo y es difícil que alguna vez pueda tener
historia”. (2) Digamos entonces con él: Ustedes amigos lectores que son autores
y actores a la vez, idealicemos ese escenario donde dejaremos las señales de
nuestro paso por esa leyenda convertida en tradición por las generaciones
sucesivas que con la ayuda del tiempo formará parte de la historia del Barrio
de Jesús.
Una
de esas señales las encontramos en una carta dirigida a “Un Victoriano del
Ayer” por otro coterráneo más reciente, el añorado por quienes le conocimos
Leopoldo Silva, donde se reflejan lo recuerdos de su pueblo que escuchó contar
a sus mayores para referirse a una calle “que nace a las faldas del Calvario,
casi en la capilla que une el cordón umbilical de las escalinatas por donde
baja el Cristo (cuando quiere) todos los años a mediados de septiembre con vaivenes
de velero en altamar. Dicha calle por
donde pasea el Cristo del Calvario es La Candelaria, que trazada a cordel nos
lleva hasta la Iglesia Matriz, donde una vez los cargadores quisieron llevar la
procesión, y según cuenta la tradición, a pesar de que esas puertas son de
doble tamaño que las de la Capilla del Calvario, por más que lo intentaron no
lo lograron. Regresaron entonces a su sede habitual y entró perfectamente.
Desde entonces no volvieron a intentarlo. Ese andar a la inversa, ese regresar en
el tiempo, nos llena de melancolías, pero nos remoza hasta convencernos de que
tantas cosas gratas no pueden perderse y de que algo nos queda de las simples
verdades que sencillamente encierran esos recuerdos que se niegan a morir”. (3)
Las
remembranzas de estos 3 tres aragüeños
de tanta trascendencia unidas a las de muchos más nos animan a resumir y a
expresar sus comentarios sobre la
existencia de una leyenda que es ya casi
una tradición y esperamos forme parte
algún día de la historia pequeña de La Victoria; cual es la devoción a la imagen de un Cristo
crucificado rescatado de la tierra de
cultivo por José Hilario Urbina, un
campesino creyente de la grandeza
del poder de Dios, cuyos dones
milagrosos fueron compartidos con sus familiares y con los vecinos de
una comunidad cada día más populosa, el barrio más
antiguo de “Aragua Arriba” como se llamó en sus inicios esa parte del
valle aragüeño, y el cerro donde fue
encontrado “Cerro Alto” donde según
consta en los archivos revisados, sus pobladores desde los primeros
tiempos, tuvieron la posibilidad de
haber sido muy bien adoctrinados y educados.
Fue
así como la noticia de sus milagros se fue extendiendo poco a poco entre la
gente y sin proponérselo expresamente nació el culto a una imagen, al decir de
sus devotos muy milagrosa, y con el transcurrir del tiempo el Cristo encontrado
se convirtió en una leyenda que paso a paso va en camino de transformarse en
tradición; y como la mejor manera de que
sea el pueblo quien decida su destino transcribiré varios testimonios orales
recogidos entre sus seguidores en fechas diferentes no sin antes informar que
hace 150 años se conformó una Sociedad Benéfica con su nombre constituida por
personas dispuestas a colaborar bajo los términos impuestos por sus reglamentos
con el fin de auxiliar a los vecinos de esa comunidad, grupo que todavía
subsiste del cual habrá que hablar en otra oportunidad. A continuación, van los
testimonios recogidos a lo largo de esta investigación para lo cual entrevisté
solo personas residentes en los alrededores de la Capilla del Calvario. Existe la
información de que uno de los
representantes de esa Sociedad Benéfica se ocupa de facilitarle a quienes desean conocer la historia del Cristo en el
Calvario o la de la construcción de la capilla que le venera y que como
incansable vigilante domina uno de los cerros del Noroeste de La Victoria, la
cual anexaré a las fuentes consultadas aunque tiene errores y algunos datos que
no se ajustan a la realidad de los hechos.
TESTIMONIOS
ORALES. INFORMANTES:
Carmen
Villanueva. 25-6-1990. “Antes la procesión bajaba por las escalinatas y salía a
las 3pm, recorría la calle de Jesús (ahora Guzmán Blanco), y después de cruzar
en la esquina de don Elías López, entre las 6 o las 7pm subía de nuevo por las
escalinatas (porque era más fácil que hacerlo por el cerro). Ahora baja y sube
por la carretera que abrieron y el regreso es más temprano. Eso fue hasta el
año 1966 porque en este momento la Capilla está casi en ruinas. A la misa venía
gente del campo cercano, de la Colonia Tovar y de Caracas, a veces un día antes
porque el 13 por la noche había retreta con música venezolana y terminaba con
el Alma Llanera”.
María
Requena de Rivas. “Cómo era la fiesta: El 14 de septiembre era un día especial
pues había dos misas una a primera hora oficiada por el párroco de la Matriz
para que los niños que habían sido preparados en dicha iglesia hicieran la
Primera Comunión y la otra a las 9 am para el resto de los feligreses a cargo
de varios Curas de otras partes. Cuando ella tenía 14 años en 1935, las
Retretas eran hasta altas horas de la noche amenizadas por los músicos
victorianos Hermanos Belisario (quienes a costa de Gonzalo Gómez tocaban las
Retretas los viernes y domingos en la
Plaza Ribas). Otras atracciones eran hacer volar hacia el Oeste de la ciudad
los globos o bombas de papel de vivos colores que más de una vez flotaban hasta
llegar a San Mateo; y lo que más deleitaba a niños y adultos era esperar a las
dulceras que venían desde San Mateo y de otros lugares aledaños con sus faldas
largas de colores, blusas (cotas) blancas adornadas en el cuello y mangas con
encajes o tiras bordadas, delantal y pañuelo blanco en la cabeza y alpargatas
bordadas o chinelas, y sus azafates (elaborados por los mismos carpinteros que
fabricaban las urnas de sus muertos) repletos de cucuruchos de maní, pavos,
(hechos con la misma masa de las catalinas), aliados (pateganao), conserva de
coco blancas y marrones, melcochas, bocadillos de guayaba, pan de horno,
cortados o almidoncitos, polvorosas, besos y suspiros. Desde 1940 en adelante
se vendieron las cotufas y chicha artesanal. Pero después de la desaparición
física del fiel guardián de la Capilla el querido por todos, Don Román
Martínez, la fiesta comenzó a decaer.
Ana
T. Jiménez de Pastori: Año 2000. Ella (mi madre), escuchó decir que en una
época el Padre Lazo vivía al lado izquierdo de la Capilla y la gente del barrio
El Calvario la llamaba “la casa del Cura” y hubo otro cura protector del
Cristo, Santiago Florencio Machado, quien
fue el creador de la base donde se apoya
la imagen del Cristo sobre la mesa de la Procesión que
recorre las calles en hombros de sus fieles cargadores y de la
aureola que lo rodea, y dijo también que la trayectoria en una época
era de la Capilla al centro de la ciudad y luego hasta la iglesia Matriz y que
por la calle Candelaria regresaba de nuevo a su Capilla que subía por “Los ecuatorianos” y al llegar arriba
cruzaba a la izquierda hasta volver a subir;
pero no por las escalinatas (que eran la representación del Rosario
al Santísimo con sus Misterios Gozosos y
Dolorosos, sus ave Marías y sus Padre Nuestros), sino por el cerro, menos
riesgoso para ellos.
Rosa
Torrealba. 26-6-990. “Ha vivido sus 62
años en la esquina de la calle Libertador vecina a la Capilla. Según ella la
fiesta se hacía en su tiempo con la colaboración de los vecinos del Barrio; y
los gastos para adornar la esquina cercana a su casa, los músicos para anunciar
la festividad y el camión para pasearlos por toda la ciudad estaban a cargo del
dueño de La Calera, un victoriano acaudalado de apellido Urdaneta Maya (una
familia dueña de la antigua hacienda La Mora). Y el 14 de agosto sonaban las
campanas de la Capilla a las 6 de la mañana, a las 12 del mediodía y a las 6 de
tarde, y durante todo el mes viajaba al
barrio la gente de los sitios vecinos a la ciudad a traer el pago de sus
promesas al Cristo que quedaban bajo la custodia de los miembros de la Sociedad
de Jesús en El Calvario. Hay una lista de milagros del Cristo que hay que
sentarse a escucharlos porque son muchos y debo decir que todos sus
devotos describen y relatan los de su
propia cosecha y algunos que ya son parte de la tradición; y por tanto
conocidos por todo el Barrio de Jesús y de El Calvario. Y para finalizar
expondré los datos que logré recolectar no sin antes decirle a los lectores
que todavía hay dudas al respecto que es
necesario aclarar sobre esta tradición victoriana, que si no la cuidamos entre
todos, corre el riesgo de debilitarse y
desaparecer .
Información
recogida por mi persona en el año de 1988. El 10 de julio de 1786 Don Luis
Tomás de Torres. Victoriano y vecino de este lugar se dirige a Monseñor Viana
con la finalidad de suplicarle el permiso para construir una capilla en honor
del Cristo del Calvario en el lugar donde fue efectivamente edificada con
dinero de su propio peculio. En dicha carta
se detallaban efectivamente las características de la citada capilla. En
esa época estaba culminando el proceso de elevar al Pueblo de Indios de La Victoria
a la categoría de Villa, y es probable que sus habitantes estuviesen empeñados
en la tarea de embellecer al pueblito para cuando llegase ese momento. El Cura
de La Victoria, Monseñor Viana, concede el permiso, y el Gobernador Gabriel
José Aramburú autoriza la construcción. Hay dudas con respecto a la fecha en la
cual fue inaugurada pues Landaeta Rosales afirma que fue en 1825, fecha en la
que por cierto se dice que Simón Bolívar la visitó, y según otros testimonios
en 1824 le fueron agregadas las dos naves laterales. Llama la atención que
Humboldt en la relación de su paso por La Victoria no mencionara la
Capilla que dominaba desde lejos la ciudad y nos hace pensar que fue construida
en una fecha posterior a la indicada. Lo que si sabemos con precisión es que en
1676 se erige allí una Cofradía y que a los 75 años de su fundación el pueblo
llamado Nuestra Señora de la Victoria rivaliza con otras ciudades españolas más
antiguas y que en ese momento todavía pertenecía a la Catedral de Caracas. Se sabe también que en 1686 Juan Díaz Vargas
Machuca en nombre de Diego de Baños y Sotomayor confirma la erección de la
Iglesia Parroquial del pueblo de La Victoria. (y dejó de pertenecer a Caracas)
y consta que ya para ese tiempo había llegado a la ciudad el Padre Juan de
Heredia y Aguiar, un sacerdote sumamente preparado que se convirtió en un
verdadero protector de los indios victorianos y se ocupó de culturizar a su
población.
Lo
demás es historia reciente. El 28 de julio de 1960 la Junta Nacional Protectora
y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación decretó que
todas las iglesias, templos, capillas y ermitas que hubiesen sido construidas antes de 1830
fuesen consideradas monumentos históricos nacionales, pero la poca
voluntad de la mayoría de los
gobernantes por mejorar lugares de interés turístico que ayuden al desarrollo
de la ciudad en general contribuyó con el deterioro de la hermosa capilla y con
ello al debilitamiento de una tradición
que alimenta el espíritu de los victorianos, católicos o no, hasta que por
iniciativa del Cronista de la Ciudad (Germán Fleitas Núñez) desde su rol de
Alcalde gestionó su reconstrucción ante el Obispo de la Diócesis de Aragua
Feliciano González primero, y Monseñor Henríquez Andueza después; y con la colaboración
efectiva del Gobernador de Aragua (Carlos Tablante) para ese momento fue aprobada dicha gestión.
Así, el 4 de septiembre de 1992 los victorianos tuvimos de nuevo la oportunidad
de celebrar y de seguir celebrando en una renovada Capilla que un labrador
encontrara en la tierra que preparaba para la siembra la imagen milagrosa de un Cristo crucificado
que cambió la vida y el futuro del lugar que comenzó a llamarse desde entonces
el Barrio de Jesús.
FUENTES
CONSULTADAS.
(1)-CASTILLO
LARA, Lucas G. - Nuestra Señora de la Victoria-La Alborada Niña de Muchos Sueños-
Pg. 9 y 97. CARACAS. 1978.
(2)
RODRÍGUEZ ARGUELLO, Elías. - Arahwa. Sobre el Sentimiento Telúrico de un
Pueblo.
Pg.20
y 21.. VALENCIA- VENEZUELA.1970.
(3)
Silva, Leopoldo (Polito). Aragua su Prosa en el Tiempo. Carta a un Victoriano
del Ayer
Pg.
273.ASAMBLEA LEGISLATIVA DEL ESTADO ARAGUA.
1971.
Gisela
Pastori de Núñez. Maracay-Octubre. 2022.
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