jueves, 17 de diciembre de 2020

“LA IDEA DE MUNICIPIO EN VENEZUELA. EL ARDUO TRÁNSITO DEL MUNICIPIO TERRITORIAL AL MUNICIPIO-COLECTIVIDAD”, CUYO AUTOR ES GUSTAVO ERNESTO URDANETA TROCONIS, ES EL GANADOR DEL PREMIO DE DERECHO PÚBLICO ALLAN BREWER-CARÍAS, DE EL CIDEP

 


Treinta y seis personas se disputaron el premio
EL CIDEP ANUNCIA AL GANADOR DEL PREMIO DE DERECHO PÚBLICO ALLAN BREWER-CARÍAS

Caracas, 10 de diciembre de 2020.- Con el objeto de reconocer la investigación jurídica que adelantan los profesionales iberoamericanos en el área del Derecho Público y rendir homenaje al profesor Allan Brewer-Carías, el Centro para la Integración y el Derecho Público (CIDEP) abrió en julio del año pasado su convocatoria al PREMIO DE DERECHO PÚBLICO ALLAN BREWER-CARÍAS.

Este premio bienal, consistente en un diploma y tres mil dólares de los Estados Unidos de América (USD 3.000), sería entregado al autor o autores del mejor trabajo en lengua española, inédito o publicado en el período 2018-2020, que guardara relación con temas de Derecho Público; recibiéndose en su primera edición treinta y seis investigaciones de autores nacionales e internacionales, domiciliados tanto en Venezuela como en el extranjero, sobre gran variedad de temas de Derecho Constitucional, Administrativo, Tributario, Internacional Público, entre otros.

Estos trabajos fueron evaluados por un jurado conformado por los doctores Daniela Urosa Maggi, Jesús María Casal Hernández y Jorge Luis Suárez Mejías, que el pasado 8 de diciembre emitió su veredicto y resultó ganador por unanimidad el trabajo titulado “LA IDEA DE MUNICIPIO EN VENEZUELA. EL ARDUO TRÁNSITO DEL MUNICIPIO TERRITORIAL AL MUNICIPIO-COLECTIVIDAD”, cuyo autor es Gustavo Urdaneta Troconis, por considerarlo el más meritorio y ser un valioso aporte a la doctrina en el tema al abordar la evolución y vicisitudes del régimen local venezolano desde la época colonial hasta la actualidad, a fin de determinar si el municipio era entendido como un territorio o una colectividad y las consecuencias que de ello derivan.

Asimismo, el jurado decidió otorgar Mención Honorífica por unanimidad al trabajo titulado “LA ACTIVIDAD ADMINISTRATIVA”, cuyo autor es Héctor Turuhpial, por constituir un completo estudio sobre la historia, nociones fundamentales y categorías de la actividad administrativa.

El PREMIO DE DERECHO PÚBLICO ALLAN BREWER-CARÍAS será entregado por el Centro para la Integración y el Derecho Público (CIDEP) en un evento público que se anunciará oportunamente, y el trabajo ganador y el trabajo premiado con la Mención Honorífica serán publicados por el Centro de acuerdo con las bases del premio.

Para conocer el veredicto haga clic en el siguiente enlace.

https://cidep.com.ve/n/nota-49.html


lunes, 30 de noviembre de 2020

sábado, 28 de noviembre de 2020

*Extraordinaria foto y reseña que publica Miguel Delgado Estevez, ayer 26 de noviembre de 2020*


 


 El #tbt de hoy data de 1986. 

Dos años después fallecería Antonio Estévez en 1988 tal día como hoy un 26 de noviembre. Allí estoy con la Nena Estévez, mi hermano Raúl y mi tío Antonio. Todos ellos ya en la eternidad. 

Aquí en este recuerdo, vamos los Estévez o la Estevera, entrando al salón Naiguatá del Hotel Tamanaco, en ocasión de la cena que ofreció la Emisora Cultural de Caracas y su director fundador Doctor Humberto Peñaloza, como homenaje al Maestro Estévez.

jueves, 22 de octubre de 2020

XIV ENCUENTRO DE CRONISTAS E HISTORIADORES, CALABOZO 2020.

 

                                                 PRESENTACIÓN


  El Grupo de historia Regional y Local “Efraín Hurtado” de Calabozo y el Ateneo de Calabozo presentan a continuación las ponencias recibidas en su XIV Encuentro de Cronistas e Historiadores de Venezuela en Calabozo, encuentros estos que tradicionalmente hemos organizado y realizado en esta ciudad desde 2006. En esta oportunidad, debido a las circunstancias por las cuales atravesamos signadas por la pandemia del Covid-19, que ha obligado confinarnos en nuestros hogares, las que aunadas a la situación de crisis generalizada del país, dificultan la movilización entre las diferentes regiones e imposibilitan las reuniones de cualquier tipo, hemos decidido realizar el presente Encuentro de esta manera virtual, con el fin de mantener la tradición que nos ha convocado año tras año. La presente edición ha querido rendir homenaje al escritor guariqueño Daniel Mendoza en el  Sesquicentenario de su fallecimiento. Este personaje se destacó en el siglo XIX como uno de nuestros máximos exponentes del género costumbrista. Igualmente a la Arquidiócesis de Calabozo en sus Bodas de Plata, y a Monseñor Helímenas Rojo Paredes,

por celebrar este año sus 94 de vida, 70 de ordenación sacerdotal, 40 de su nombramiento como Obispo, y 25 como el primer Arzobispo de Calabozo. Esperamos que la tradición reunirnos en estos Encuentros continúe los años venideros, y para la próxima edición del 2021 se decidió, previa consulta a los participantes aprobada por unanimidad, rendir homenaje al Dr. Felipe Hernández, Cronista Oficial del Municipio Leonardo Infante, de meritoria trayectoria como docente, investigador e historiador, y consecuente participante de estos Encuentros. Gracias por participar con tan interesantes temas que realzan y prestigian nuestro evento.

Por el G.H.R.L. “Efraín Hurtado” Por el Ateneo de Calabozo

           

           Ubaldo A. Ruiz R.                            Rubén Páez Díaz

                  Presidente Presidente




Indice de Ponencias XIV Encuentro de Cronistas e Historiadores, Calabozo Octubre 2020

 

1▪ Presentación del Encuentro de Cronistas e Historiadores,  Calabozo 2020.

2.▪ La Provincia Eclesiástica Historia y Significado, Autor: Mons. Manuel F. Díaz Sánchez,  Arzobispo de Calabozo.

3.▪ Las Arquidiócesis como figuras positivas  en el desarrollo del catolicismo., Autor: Omar Alayón Rico. 

4.▪  Monseñor Helímenas Rojo Paredes y Un Capítulo de La Historia de Calabozo,   Autor: Ubaldo Ruiz. 

5.▪ Daniel  Mendoza y La Calaboceñidad  Perenne, Autor: Adolfo Rodríguez.

6.▪ Historia Familiar del Lic. Daniel Mendoza García,  Autor : Luis Eduardo Viso.

7.▪ El Cambio de Las Capitales: Adiós Ocumare  a La Victoria  y a Calabozo.,  Autor: Germán Fleitas Núñez, Cronista de La Victoria. 

8.▪ El Primer Ateneo  de Los Teques, Autor: Rosalina García de Jiménez. 

9.▪ Roso Vilera, una lanza en Carabobo, Autor: José Obswaldo Pérez. 

10.▪ Calabozo: Semillas de la Memoria, Autor: Rafael Bello. 

11.▪ La Endogamia  en la Villa de Todos Los Santos de Calabozo: Las voces del Capitán  Adrián Francisco Delgado y de don Sacramento Mendoza y Ramos, Autor:  Maritza Elena Umanés de Viso. 

12.▪ Un inmigrante Italiano en La Villa de Todos Los de Calabozo en el ultimo tercio del Siglo XVIII: Sus Orígenes, Autor: Luis Eduardo Viso González. 

13.▪ Personajes Populares de mi Barrio, Autor:  Dr. Luis Leal Blanco. 

14.▪ Langostas, peste y sequía. Recuerdos de Los Altos, estado Miranda (1914-1926)     Autor: Horacio Biord Castillo. 

15.▪ Felipe Hernández G.,  In memoriam,   Autor: José Manuel Aquino H. 

16.▪ El Maestro  Arístides Parra,   Autor: Gladys Vázquez Pinto. 

17.▪ Curas Esclavistas en Orituco, Autor: Carlos A. López Garcés,  Cronista Municipal de Orituco. 

18.▪ Sael Ibáñez en el recuerdo,    Autor: Edgardo Rafael Malaspina Guerra. 

19.▪  En Busca de Un Personaje,  Autor: Fernando Aular Durant. 

20.▪  Simón Narciso Díaz Márquez,  Autor: Daniel Chalbaud Lange. 

21.▪  Reflexiones para un nuevo libro sobre la Historia  de Apure,   Autor: Prof. Argenis Méndez Echenique, Cronista de San Fernando de Apure. 

22.▪ A tres años del Tricentenario Elegía o idilio, Autor: Adelfo Morillo. 

23.▪ Dimensión Educativa de Simón Rodríguez En Su Tiempo Histórico, Desde Una Visión Transdisciplinaria,   Autor: Prof. José Aquino. 

24▪ Historia del Control Biológico de Plagas en Venezuela,  Autor: Germán Rico Báez.

25.▪ Coronel José Pilar Barbella Ramos y lo referente al reclamo territorio del territorio Esequibo Venezolano, Autor: Licdo. Ysnardo Conigliaro. 

26.▪ La Iglesia  de Cristo,  Autor: Miguel Rengifo. 

27.▪ "Humboldt sí se baño en la Quebrada de Marchena en Calabozo", Autor: Eduardo López Sandoval. 

28.▪ Vivencias de tres años de exilio… , Autor: Gloria Montilla Rugeles

29.▪   San Fernando de Apure: “la ciudad de la esperanza”. Autor: Yasminy del Carmen Pérez Silva.

30. ▪Saludo XIV Encuentro de Historiadores y Cronistas. Calabozo 2020,



LA PROVINCIA ECLESIÁSTICA HISTORIA Y SIGNIFICADO Autor: Mons. Manuel F. Díaz Sánchez, Arzobispo de Calabozo

 

                                                       I. INTRODUCCIÓN.

        La Provincia eclesiástica de Calabozo celebra este año sus Bodas de Plata. En efecto, después de varios años de maduración y promoción de esta idea, por obra de nuestro insigne Arzobispo Emérito, S. E. Mons. Helímenas de Jesús Rojo Paredes, el Papa San Juan Pablo II, el 17 de junio de 1995, elevó a la Diócesis de Calabozo al rango de Arquidiócesis, asignándole como sufragáneas las diócesis de San Fernando de Apure y Valle de la Pascua, y constituyéndose de este modo una nueva Provincia eclesiástica en Venezuela, concretamente en los Llanos centrales. Este Encuentro de Cronistas  e Historiadores ha querido rendir homenaje a esta efeméride, gesto que nos honra, y por el cual expreso la gratitud de todo este conglomerado católico, en nombre, no sólo del Clero y feligresía que conforman la Arquidiócesis de Calabozo, sino también en nombre de mis hermanos los obispos sufragáneos y sus respectivas comunidades.

          Los organizadores del Evento han tenido a bien solicitarme el envío de un trabajo para ser presentado entre otras ponencias y discursos. No siendo historiador, me siento poco preparado para este menester. Sin embargo, teniendo en cuenta la frecuente necesidad de explicar los términos canónicos, poco conocidos por el gran público, he considerado conveniente tratar, aunque sea de manera resumida, el tema del oficio episcopal y de la dignidad metropolitana. El centro de la exposición será, por supuesto, el concepto de provincia eclesiástica, queriendo contribuir a un mejor conocimiento de esta institución canónica.


                 II. LA SUCESIÓN APOSTÓLICA. EL OFICIO EPISCOPAL

        Suele definirse al Obispo como sucesor de los Apóstoles. Jesús eligió a sus doce apóstoles (Mc 3, 13-19) y los constituyó en un grupo especial, para que estuvieran junto a él de manera continua, recibir su enseñanza detalladamente, y prepararse para luego regir la Iglesia de Dios, que Jesús funda en ellos(1) . De entre los Doce, Jesucristo confía a San Pedro una posición especial, que suele llamarse Primacía o Primado, y que significa el primer lugar entre sus compañeros (cf. Mt 16, 18-19). 

         Luego de la resurrección del Señor y de la venida del Espíritu Santo, los Apóstoles se dispersaron por el mundo anunciando el Evangelio y fueron fundando iglesias en distintos lugares del mundo entonces conocido: Medio Oriente, Asia Menor, Sur de Europa y Norte de África. En esto, como es natural, recibieron la ayuda de otras personas. El surgimiento de innumerables comunidades hizo que al frente de ellas se tuviese que nombrar a distintos responsables, que poco a poco fueron asumiendo la dirección de las iglesias.

       De este modo es fácil comprender que la sucesión apostólica, es decir, el hecho de que otros hombres (los obispos) ocuparan el lugar de los Apóstoles, es una exigencia de la misma naturaleza de las cosas y de una promesa muy concreta del Señor. Por una parte, los Apóstoles, como todo ser humano, tenían que morir, y por otra, la Iglesia no podía terminarse con ellos, puesto que Cristo le había prometido que permanecería hasta su regreso (Cfr. Mt 28, 16-20).

        De hecho, se puede comprobar históricamente esa continuidad entre los Apóstoles y los hombres que tomaron su relevo en la conducción de la Iglesia, puesto que existen documentos de esa segunda generación de pastores cristianos en los que se hace referencia explícita a las enseñanzas recibidas directamente de los Doce. Así nos encontramos con las cartas de San Ignacio de Antioquía, de San Policarpo de Esmirna y de San Clemente Romano, que vivieron a finales del siglo I o comienzos del II. Incluso existen iglesias, además de la sede romana, que conservan la lista ininterrumpida de sus obispos desde uno de los apóstoles o de sus inmediatos discípulos hasta nuestros días. 

        El Obispo en su diócesis cumple una función que ha recibido de Cristo y de la Iglesia. Dicha función se concreta en la triple misión del Maestro, el Sacerdote y el Pastor. El Obispo, en cuanto Maestro, cumple con su primer deber, que es “anunciar a todos el Evangelio de Dios”(2); enseña las verdades de la fe a través de la predicación, de la exhortación oral o escrita; de la admonición paterna a los que yerran en la fe; de la exposición de la verdad católica a quienes están lejos o no creen. 

        En cuanto Sumo Sacerdote, santifica mediante la celebración del culto divino, del cual es principal responsable. En tal sentido preside la Eucaristía en su Iglesia Catedral o en otras iglesias de la diócesis, de manera especial en las fiestas más solemnes del año; administra el sacramento de la Confirmación y el del Orden, consagra los altares y las iglesias, recibe la profesión de las vírgenes que se consagran a Dios(3)

        Finalmente, en cuanto Pastor, gobierna su diócesis con potestad ordinaria, que ejerce sobre todas las iniciativas pastorales que en ella se realizan, y en todos los ámbitos de la actividad de la Iglesia, como son: catequesis, liturgia, pastoral familiar, pastoral juvenil, pastoral vocacional, pastoral social, pastoral educativa, uso de los Medios de Comunicación Social(4). Su solicitud alcanza de modo especial a los necesitados, a los enfermos, a los ancianos, a los niños, y también a aquellos que pertenecen a otras confesiones cristianas, o a otras religiones, para prestarles los servicios que requieran, y si es posible, atraerlos a la fe católica.

        El Obispo debe permanecer unido a la Sede Apostólica, mediante la comunión de afecto y de obediencia al Santo Padre, y la necesaria coordinación con los organismos de la Curia Romana, que prestan ayuda al Papa en su ministerio universal(5) . El Obispo está también obligado a mantener su unidad con los demás obispos católicos, a través del organismo nacional que los agrupa, en nuestro caso la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV)(6). A nivel continental, mediante un organismo de servicio denominado Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). A nivel universal, mediante los contactos frecuentes con otros episcopados y con obispos singulares, con los que cada día más se multiplican las ocasiones de encuentros y coloquios

        El Obispo es puesto al frente de una Iglesia particular, cuyo modelo paradigmático es la diócesis(7). Una diócesis, dice el Código de Derecho Canónico, es una porción del pueblo de Dios, determinada generalmente por criterios geográficos, cuyo cuidado pastoral se confía a un Obispo, con la colaboración del presbiterio(8) . De suyo, pues, toda diócesis es una jurisdicción autónoma, y el Obispo diocesano sólo tiene como superior jerárquico al Papa. Es decir, el Obispo de una Diócesis sólo rinde cuentas al Sumo Pontífice, no al Arzobispo, ni al Presidente de la Conferencia ni al Obispo de la capital del país.

        La diócesis lleva normalmente el nombre de la ciudad que le sirve de sede o de capital. Excepcionalmente puede llevar el nombre de una región, como sucede en nuestro país con Margarita(9) . En sus orígenes, la Diócesis de Maracaibo se llamó Diócesis del Zulia, y también la de Ciudad Bolívar tuvo por nombre Diócesis de Guayana. Pero lo normal es que se llame como su sede o capital. Esto ha originado otra confusión frecuente, pues cuando se dice Arzobispo de Calabozo u Obispo de San Fernando de Apure, muchos creen que la jurisdicción de estos Prelados alcanza sólo a los límites de la ciudad. Pero el nombre de la diócesis no se refiere sólo a la ciudad como tal, sino a todo el territorio que desde esa ciudad se gobierna. 

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(1)  Cf. CONCILIO VATICANO II, Constitución sobre la Iglesia “Lumen Gentium”, nº 19.(2) CONCILIO VATICANO II, Decreto “Presbyterorum Ordinis”, sobre la vida y el ministerio de los presbíteros, nº 4.

 (3) Cf. Lumen Gentium,(2) CONCILIO VATICANO II, Decreto “Presbyterorum Ordinis”, sobre la vida y el ministerio de los presbíteros, nº 4.

 (3) Cf. Lumen Gentium, nº 26.

 (4) Cf. Lumen Gentium, nº 27.

 (5) Cf. Lumen Gentium, 22; Christus Dominus, 2; 9.

 (6) Cf. Lumen Gentium, nº 23.

(7) No obstante, existen otros tipos de iglesias particulares que no son diócesis, como son: el Vicariato Apostólico, la Prefectura Apostólica, la Prelatura Territorial, la Abadía territorial o la Administración Apostólica estable. Algunas de estas denominaciones con el tiempo se convierten en diócesis, al desarrollar más los elementos e instituciones que la componen.

 (8) Cf. CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO, cc, 369; 372, 1.

 (9) Si se siguiera la regla general, la Diócesis de Margarita debería llamarse “Diócesis de La Asunción”.

 

                 III. LA DIGNIDAD METROPOLITANA O ARZOBISPADO.

        Como ya se ha dicho, cada diócesis es autónoma, y su obispo sólo tiene como superior legítimo al Papa. Sin embargo, desde tiempos antiguos, las diócesis se agrupan en provincias eclesiásticas; dicha agrupación se hace por razones geográficas o de semejanza cultural . La diócesis más importante de cada provincia recibe el nombre de Arquidiócesis, y el Obispo que la preside el título de Arzobispo Metropolitano. A continuación haremos un breve recorrido histórico para luego describir la potestad especial del Arzobispo Metropolitano y la insignia litúrgica que lo distingue. 

        La agrupación de las diócesis en provincias eclesiásticas comenzó a existir desde el siglo II en la Iglesia Oriental y desde el siglo IV en Occidente. La palabra metrópolis (que significa “ciudad madre”, en lengua griega) designaba las ciudades principales del Imperio romano, que eran las capitales de provincia, la cual también era una división política de la época. En cada una de esas ciudades importantes había un Obispo que estaba investido de cierta jurisdicción sobre los demás Obispos que gobernaban iglesias en aquella región. Esto, con el tiempo, cristalizó en la actual organización de provincias eclesiásticas, compuestas de varios obispados sufragáneos, bajo la autoridad de un Metropolitano (llamado así porque residía en la metrópoli), al que desde el siglo VI se le llama Arzobispo” . Esta palabra significa, en lengua griega, “primer obispo” u “obispo principal” 


        La aparición de las sedes metropolitanas se debió a circunstancias como las siguientes:

        “A) El cristianismo se difundió primero por las grandes ciudades. De éstas pasó a otras de menor importancia. Es normal que los obispos de las primeras gozaran de un cierto ascendiente sobre los de las sedes menos importantes. (...)

        “B) La práctica de los sínodos o concilios particulares condujo al mismo resultado. Para convocarlos o presidirlos, resultó lógico pensar en los obispos más antiguos que a la vez lo eran de las ciudades de más categoría. La mayoría de las veces, estos concilios se celebran en la ciudad más significativa de la región o provincia, presidiendo el obispo local”. 

        La posición del Arzobispo metropolitano respecto a los otros obispos no resulta muy clara en esos primeros siglos. Algunos autores piensan que sólo tenía un cargo honorífico. Pero hay algunos textos que sugieren cierta jurisdicción en algunos casos concreto.

        “Las sedes metropolitanas coinciden durante todo este período con las principales ciudades de cada área geográfica: Cesarea en Palestina, Antioquía en Siria, Alejandría en Egipto, Cartago en África, Lyon en las Galias. En otras regiones de occidente, la organización metropolitana es más tardía (s. IV-V)”. 

        “Hasta el siglo VI se conocen con el nombre de metropolitanos los obispos de las capitales de provincia, coincidiendo en este caso la provincia eclesiástica con la civil. La provincia es la única demarcación territorial que gozaba de estabilidad civil en esta época. Todas las demás se encuentran en evolución. (…)

        “El metropolitano ejerce su misión en las elecciones de obispos sufragáneos, convocatoria y presidencia de los sínodos provinciales, control de la vida religiosa de las diócesis a través de los concilios, autorización a los obispos para ausentarse de sus respectivas diócesis (…), permiso para la enajenación de bienes eclesiásticos, juicio sobre la oportunidad de crear nuevas diócesis.

        Esta multiplicidad de potestades que ostentaban los arzobispos produjo no pocas veces abusos. “Los obispos no parecen haberse conformado fácilmente con las amplias atribuciones del metropolitano, como aparece por la abundante legislación recordándoles su deber de sujeción en este punto” .

        En los siglos VIII al XII “las atribuciones de los metropolitanos permanecen sustancialmente idénticas a las que poseían en el período anterior. Su derecho a examinar, confirmar y consagrar los obispos de su provincia fue duramente contrapesado por la intervención del poder civil en esta materia, por lo que fue las más de las veces una atribución completamente ilusoria”.   Sin embargo, en algunos países, la potestad del Metropolitano asumía características de Legado del Papa, como ocurría en Inglaterra en los siglos XI y XII. 

        Con el paso del tiempo, y por diversas razones, estas potestades se fueron atenuando, hasta llegar a la situación actual. La legislación canónica vigente dice lo siguiente respecto al Metropolitano: “1. En las diócesis sufragáneas, compete al Metropolitano: 1) Vigilar para que se conserven diligentemente la fe y la disciplina eclesiástica, e informar al Romano Pontífice acerca de los abusos si los hubiera; 2) Hacer la visita canónica si el sufragáneo la hubiera descuidado, con causa aprobada previamente por la Sede Apostólica; 3) Designar el Administrador diocesano, a tenor de los cánones 421. 2 y 425. 3. 

        “2. Cuando lo requieran las circunstancias, el Metropolitano puede recibir de la Santa Sede encargos y potestad peculiares que determinará el derecho particular.

        “3. Ninguna otra potestad de régimen compete al Metropolitano sobre las diócesis sufragáneas; pero puede realizar funciones sagradas en todas las iglesias, igual que el Obispo en su propia diócesis, advirtiéndolo previamente al Obispo diocesano, cuando se trate de la iglesia catedral”(16) .

        En la práctica, actualmente el papel del Metropolitano no se entiende en el sentido de superioridad jerárquica, ni mucho menos una instancia intermedia, al estilo de las líneas de mando de los militares. Más bien se trata de un servicio de coordinación y una plataforma para tomar acuerdos que vayan en beneficio de los fieles que viven en una misma región, y que por lo tanto se supone que comparten no sólo el entorno geográfico, sino también una misma cultura, costumbres, usos lingüísticos y problemáticas semejantes. Así, ámbitos como la catequesis, la pastoral juvenil e infantil, la pastoral familiar, la pastoral misionera y la pastoral educativa suelen tener actividades a nivel provincial, e incluso coordinaciones o representaciones, puesto que a nivel nacional es más fácil reunir a nueve personas (que es el número de las provincias) que a treinta y cinco (que es la cantidad de diócesis existentes en Venezuela).

        Desde el s. VIII los metropolitanos usan una insignia llamada “palio”, que reciben desde el s. IX del Romano Pontífice(17) . Esta insignia simboliza “la primacía de honor y la participación de la potestad pontificia que el Vicario de Cristo concede a los Metropolitanos sobre los sufragáneos (...). Esta insignia (...) consiste en una cinta de lana blanca, con unos tres dedos de anchura, a manera de círculo o collar, con dos extremidades pendientes una sobre el pecho y otra sobre la espalda”(18) . Aunque se desconoce con exactitud cuál sea el origen de esta insignia, parece que se deriva del lorus de los romanos, que era una faja preciosa que los nobles llevaban al cuello, a modo de bufanda, en las grandes solemnidades. 

        El palio es recibido por los nuevos arzobispos de manos del Sumo Pontífice o de su Legado (Nuncio, Pro-nuncio o Encargado de Negocios, según sea el caso). Entre los diferentes significados de este rito, se pueden destacar dos. Ante todo, la especial relación de los arzobispos metropolitanos con el Sucesor de Pedro y, en consecuencia, con Pedro mismo. Los palios son colocados la víspera del 29 de junio en la tumba del Apóstol San Pedro. De allí son tomados el día de la solemnidad para entregarlos a los nuevos arzobispos o a quienes en su respectiva nación se los entregarán. 

        Hay un segundo valor que la imposición del palio subraya claramente. El cordero, de cuya lana se confecciona, es símbolo del Cordero de Dios, que tomó sobre sí el pecado del mundo y se ofreció como rescate por la humanidad. Cristo, Cordero y Pastor, sigue velando por su grey, y la encomienda al cuidado de quienes lo representan sacramentalmente. El palio, con el candor de su lana, evoca la inocencia de la vida, y con su secuencia de seis cruces, hace referencia a la fidelidad diaria al Señor, hasta el martirio, si fuera necesario. Por tanto, quienes hayan recibido el palio deberán vivir una singular y constante comunión con el Señor, caracterizada por la pureza de sus intenciones y acciones, y por la generosidad de su servicio y testimonio.

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(10) Cf. Canon de los Apóstoles, nº 34; CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO, canon 431

(11)  Cf. ALONSO LOBO, A. Suprema Potestad y partícipes de ella, en Comentarios al Código de Derecho Canónico, BAC, Madrid, 1963, Tomo I, pág. 598

 (12) GARCÍA Y GARCÍA, A. Historia del Derecho Canónico, Tomo 1, Primer Milenio, Salamanca, 1967, pp. 108-109.

 (13) GARCÍA Y GARCÍA, A. Historia del Derecho Canónico, Tomo 1, Primer Milenio, Salamanca, 1967, pp. 108-109.

 (14) GARCÍA Y GARCÍA, A. Historia del Derecho Canónico, Tomo 1, Primer Milenio, Salamanca, 1967, pp 218-219.

(15) GARCÍA Y GARCÍA, A. Historia del Derecho Canónico, Tomo 1, Primer Milenio, Salamanca, 1967, pp. 366-367.

(16) CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO, canon 436.

 (17) Cf. GARCÍA Y GARCÍA, A. Historia del Derecho Canónico, Tomo 1, Primer Milenio, Salamanca, 1967, pp. 366-367.

 (18) ALONSO LOBO, A. Suprema Potestad y partícipes de ella, en Cometarios al Código de Derecho Canónico, BAC, Madrid, 1963, Tomo I, pág. 599.


                     IV. PROVINCIAS ECLESIÁSTICAS EN VENEZUELA.

        En Venezuela existen treinta y cinco diócesis, tres circunscripciones especiales llamadas Vicariatos apostólicos (Puerto Ayacucho, Tucupita y Caroní), y tres diócesis personales: el Ordinariato Militar, el Exarcado Greco-Melkita y el Exarcado Siro-católico (estos dos últimos son iglesias de rito oriental). De acuerdo al ordenamiento canónico, sólo las diócesis se agrupan en las provincias eclesiásticas: no se incluyen en éstas los vicariatos y las diócesis personales. Sin embargo, para fines prácticos, estas circunscripciones suelen participar en las actividades provinciales.

        Las diócesis, por su parte, están agrupadas en nueve provincias eclesiásticas. Éstas fueron surgiendo a lo largo de la historia. Puede resultar sorprendente que hasta mediados del siglo XX sólo hubo dos provincias eclesiásticas en nuestro país. Por otra parte, únicamente la de Caracas es de la época colonial; las demás fueron erigidas en el siglo XX. Al fundarse la primera diócesis, que fue Coro, en 1531, su Metropolitana era la Arquidiócesis de Sevilla, en España. A partir de 1546 lo fue la Arquidiócesis de Santo Domingo, en la Isla La Española (hoy República Dominicana). La Diócesis de Coro fue trasladada a Caracas en 1637. Hacia el final del período colonial fueron creadas las diócesis de Mérida, en 1778, y Guayana (hoy Ciudad Bolívar), en 1790. Esto permitió que se formara una Provincia eclesiástica en 1803, con Caracas como Sede metropolitana. Después de la Independencia  fueron creadas las diócesis de Barquisimeto y Calabozo (1863) y a finales del siglo la del Zulia (actual Arquidiócesis de Maracaibo) (1897). Sin embargo, no hubo una nueva provincia eclesiástica en Venezuela hasta 1923, cuando se creó la de Mérida, teniendo como sufragáneas a Maracaibo y San Cristóbal. Evidentemente, la sucesiva creación de diócesis, no sólo en las capitales de Estado, sino también en otras ciudades medianas, tuvo como consecuencia la necesidad de crear nuevas provincias. Los años de creación de las provincias, y las diócesis que las componen son los siguientes.

1. Provincia de Caracas, creada en 1803. Comprende la Arquidiócesis de Caracas y las sufragáneas Los Teques, La Guaira y Guarenas.

2. Provincia de Mérida, creada en 1923. Abarca la Arquidiócesis de Mérida y las sufragáneas San Cristóbal, Trujillo, Barinas y Guasdualito.

3. Provincia de Ciudad Bolívar, creada en 1958. Está formada por la Arquidiócesis de Ciudad Bolívar y las sufragáneas Maturín y Ciudad Guayana.

4. Provincia de Barquisimeto, creada en 1966. En ella se enumeran la Arquidiócesis de Barquisimeto y las sufragáneas Guanare, San Felipe, Carora y Acarigua-Araure.

5. Provincia de Maracaibo, creada junto con Barquisimeto, en 1966. La forman la Arquidiócesis de Maracaibo y las sufragáneas Cabimas, El Vigía–San Carlos del Zulia y Machiques.

6. Provincia de Valencia, creada en 1974. Conformada por la Arquidiócesis de Valencia y las sufragáneas Maracay, San Carlos y Puerto Cabello.

7. Provincia de Cumaná, creada en 1992. Integrada por la Arquidiócesis de Cumaná y las sufragáneas Barcelona, Margarita, Carúpano y El Tigre.

8. Provincia de Calabozo, creada en 1995. Abarca la Arquidiócesis de Calabozo y las sufragáneas San Fernando de Apure y Valle de la Pascua.

9. Provincia de Coro, creada en 1998. Comprende la Arquidiócesis de Coro y su única sufragánea, Punto Fijo.

 

        Como puede verse, las provincias eclesiásticas corresponden, más o menos, a la distribución de las grandes regiones del país. La de Caracas comprende lo que actualmente se suele llamar “Gran Caracas”, es decir, la región mayormente urbana que se relaciona de manera más directa con la capital, comprendiendo el Distrito Capital, el litoral guaireño y el Estado Miranda. Mérida abarca la región andina y su zona de influencia, que llega hasta Barinas y el Alto Apure. Ciudad Bolívar engloba las diócesis del Estado Bolívar más Monagas. Barquisimeto ocupa la región centro-occidental del país, con Lara, Portuguesa y Yaracuy, en donde tienen su sede cinco diócesis. Maracaibo comprende la región zuliana, con cuatro diócesis. Valencia, el eje formado por Carabobo, Aragua y Cojedes, muy relacionado entre sí. Cumaná, la región nororiental, con los Estados Sucre, Anzoátegui y Nueva Esparta. Calabozo, los Llanos centrales (Guárico y Apure). La Provincia de Coro, creada mayormente por razones históricas (haber sido sede de la primera diócesis de Suramérica), comprende únicamente el Estado Falcón.

        Son evidentes los lazos territoriales, culturales e históricos que unen a los habitantes de estas regiones, y que justifican plenamente su existencia como provincias, aunque también resulta obvio que no todas las arquidiócesis tienen su sede en grandes metrópolis, como pueden ser Caracas, Maracaibo, Valencia o Barquisimeto. Algunas de ellas, por razones también históricas, se asientan en ciudades medianas o pequeñas, como es el caso de Coro, Cumaná y Calabozo.


V. CONCLUSIÓN.

        Espero que este breve recorrido sobre la función episcopal y sobre la dignidad arzobispal o metropolitana haya sido de utilidad para comprender el significado de esta institución eclesiástica, y consecuentemente la importancia de este aniversario que honra a Calabozo y a sus dos diócesis sufragáneas.

        Expreso mi agradecimiento a los organizadores de este evento, de manera particular al Ateneo de Calabozo, que ha pedido mi participación en varias ocasiones anteriores. Formulo el deseo de que el conocimiento de nuestro pasado nos ayude a valorar y a conservar los monumentos y las instituciones que nuestros mayores nos han legado, y que forman parte de ese patrimonio intangible que son las obras de la fe, de la cultura y del intelecto, las cuales son testimonio de nuestro breve paso por este mundo, que ojalá sea benéfico y no destructivo.


Calabozo, 27 de octubre de 2020


Las Arquidiócesis como figuras positivas en el desarrollo del catolicismo. Autor: Omar Alayón Rico


Una archidiócesis o arquidiócesis  es, en la Iglesia latina, una diócesis con un rango superior a las convencionales. El título es un nombre honorífico y de él se deduce que su obispo sea denominado arzobispo. En las Iglesias orientales católicas, las arquidiócesis se denominan archieparquías.

La arquidiócesis suele presidir sobre un grupo de diócesis de una región, las cuales son conocidas como "sufragáneas", pero la incidencia del arzobispo en la vida de dichas diócesis es más de preeminencia que de injerencia, a menos que existan razones de fuerza mayor para ello como la imposibilidad de un obispo a regir la vida de su diócesis.  

El título de "Archidiócesis" o "Arquidiócesis" lo da la Santa Sede y existen numerosas razones para ello. Las más importantes son:

La diócesis tiene una larga tradición histórica.

La diócesis tiene por territorio una importante región urbana de un país.

Por lógica, el obispo recibe el título de arzobispo y este constituye un cuerpo administrativo que dirige la labor eclesial de la archidiócesis. El arzobispo es nombrado solo por el papa y está bajo supervisión directa de este (a diferencia de los obispos convencionales).

En el caso de nuestro país en particular, la Arquidiócesis de Caracas o Santiago de Venezuela o Arquidiócesis de Sancti Jacobi de Venezuela, es el territorio sobre el cual ejerce jurisdicción eclesiástica el Arzobispo de Caracas (actualmente el Cardenal Baltazar Porras como administrador apostólico, y el Cardenal Jorge Urosa como emérito). Si nos apegamos a la historia, originalmente, la Sede Episcopal fue creada en 1531, conforme a la Bula Pro excellenti praeeminentia expedida por el Papa Clemente VII en San Pedro de Roma, el 21 de junio de ese año, y tenía su sede en Coro, Estado Falcón, entonces capital de Venezuela. Estuvo vacante desde 1721 a 1727. Hay que recordar que   todo el oriente venezolano formó parte del Obispado de Puerto Rico como “anexos ultramarinos” hasta que fue creado el Arzobispado de Venezuela. El Papa Clemente VII ordenó erigir una iglesia catedral en Coro para que allí residiera el Obispo, población que para entonces era el asiento del gobierno de la Provincia y a la que se le concedió el título de Ciudad Pontificia, caso excepcional en toda América. Se formaliza “con título de Ciudad, al pueblo llamado Coro que está en la dicha Provincia de Venezuela”. El primer obispo de la Diócesis fue Don Rodrigo de Bastidas, quien un 4 de junio de 1532 dictó en Medina del Campo, Diócesis de Salamanca, España, las reglas para el establecimiento y gobierno de la nueva Iglesia, es decir, su Carta Fundamental.

El 15 de noviembre de 1804 se dio cumplimiento a la Real Cédula del 16 de julio en la que se notificaba la elevación de la Diócesis de Venezuela a Arzobispado, centralizándose en torno a Caracas las Diócesis de Guayana y Mérida. El primer arzobispo fue don Francisco de Ibarra,   primer venezolano en ser ordenado Obispo, quien se había desempeñado como  tal  de la ahora arquidiócesis caraqueña, después de haber sido el primer obispo de la diócesis de Guayana, cargo en el que estuvo por seis años. El Arzobispado de Caracas y Venezuela se convirtió en un factor de integración territorial. Sus efectos integradores para el país son indudables. Tengamos presente que el territorio venezolano, en lo eclesiástico, estuvo disgregado y dependiente de Puerto Rico y Bogotá.  Hay que señalar que Táchira, Mérida y Barinas pertenecieron al Arzobispado de Bogotá hasta 1777. Las Diócesis de Mérida y Guayana se crearon en fecha tardía. La discordancia entre el ordenamiento territorial civil de Venezuela logrado en 1777 con la creación de la Capitanía General y las jurisdicciones territoriales eclesiásticas. La independencia y autonomía propia de una Iglesia nacional solo se logró en 1803 con la Arquidiócesis. La importancia de este hecho de jurisdicción eclesiástica trasciende una mera conveniencia administrativa. Las vinculaciones entre lo civil y lo eclesiástico eran inmensamente más hondas y decisivas que en nuestros días, hasta por el régimen mismo de Patronato Regio propio de la América Española. La arquidiócesis de Caracas, por ser la Diócesis más antigua y ubicarse en la capital del país, tiene mayor población por lo cual es requerida la ayuda apostólica de otros obispos que puedan colaborar con el Arzobispo en la guía y gobierno de la misma  y  hasta ahora  ha contado   con 27 obispos auxiliares, siendo el primero el Excmo. Mons. Nicolás Eugenio Navarro desde el  9 de febrero de 1943 al  6 de noviembre de 1960. 

La Arquidiócesis de Caracas ha perdido territorio en 5 ocasiones para la creación o elevación de otras jurisdicciones eclesiásticas, entre otras, el  7 de marzo de 1863 para la creación de la Diócesis de Calabozo.

La Arquidiócesis de Calabozo (en latín: Archidioecesis Calabocensis) es una sede metropolitana de la Iglesia católica. En el 2006 contaba con 519.000 bautizados de sus 560.000 habitantes. Está actualmente dirigida por el arzobispo Monseñor Manuel Felipe Díaz Sánchez. La arquidiócesis comprende parte del estado   Guárico, específicamente toda la parte occidental y  ocupa los Municipios: Roscio, Ortiz, Mellado, Miranda, Camaguán y San Gerónimo de Guayabal, siendo la sede episcopal   la ciudad de Calabozo, donde se encuentra la Catedral de Todos Los Santos. Su territorio está dividido en 36 Parroquias.

Nuestra Diócesis en el inicio de su erección  tomo  territorio de la 'Arquidiócesis de Caracas y de la diócesis de Mérida (hoy arquidiócesis). Su primer obispo   fue Mons. Salustiano Crespo,  nombrado en 1881. Posteriormente, el 7 de junio de 1954 cedió una porción de su territorio para la creación de la Diócesis de Guanare y de la prelatura territorial de San Fernando de Apure (hoy diócesis).

Sucesivamente cede territorio para la creación de nuevas diócesis  a saber: El 21 de junio de 1958 para la creación de la Diócesis de Maracay. El 23 de julio de 1965 para la creación de la Diócesis de Barinas El 25 de julio de 1992 para la creación de la Diócesis de Valle de la Pascua. Y el 17 de junio de 1995 es elevada al rango de arquidiócesis metropolitana.

Hay que destacar que en la organización de la iglesia católica existen las llamadas Diócesis Sufragáneas que  es un territorio gobernado por un obispo, y que junto con otra u otras diócesis, compone una provincia eclesiástica (o archidiócesis) a cuya cargo se encuentra un arzobispo metropolitano. En el caso de la Arquidiócesis de Calabozo, son Diócesis sufragáneas:

1.- Valle de la Pascua: (en latín: Dioecesis Vallispaschalensis) es una sede de la iglesia católica sufragánea de la Arquidiócesis de Calabozo, erigida el 25 de julio de 1992.   Para el 2004 contaba con 389 000 bautizados de una población de 396 000 habitantes. Actualmente es guiada por el obispo Ramón José Aponte Fernández. La diócesis comprende parte del estado venezolano de Guárico. La sede episcopal se encuentra en la ciudad de Valle de la Pascua, donde se encuentra la catedral de Nuestra Señora de la Candelaria. Su territorio se encuentra dividido en 28 parroquias.

2.- San Fernando de Apure: (en latín: Dioecesis Sancti Ferdinandi Apurensis) es una sede de la iglesia católica sufragánea de la Arquidiócesis de Calabozo, erigida el 7 de junio de 1954. Para el 2004 contaba con 352.750 bautizados de una población de 415.000 habitantes. Actualmente es guiada por el obispo Alfredo Enrique Torres Rondón

Mons. Helímenas de Jesús Rojo Paredes  desde el 24 de marzo de 1980 y hasta el 17 de junio de 1995 tuvo la investidura de Obispo de la Diócesis, el 7º desde la creación del Obispado pero,  desde el 17 de junio de 1995 hasta el 27 de diciembre de 2001 se  convirtió en el primer Arzobispo de Calabozo. A partir de esa fecha, Mons. Rojo Paredes pasa a ser Arzobispo Emérito de Calabozo. Luego, desde el 27 de diciembre de 2001 hasta el 22 de diciembre de 2007 estuvo al frente de la Arquidiócesis Mons. Antonio José López Castillo, hoy se desempeña como tercer Arzobispo de Barquisimeto. Y desde el 10 de diciembre del 2008 hasta la fecha está Mons. Manuel Felipe Díaz Sánchez al frente del Arzobispado.

De acuerdo con la Administración eclesiástica, la Arquidiócesis de Calabozo está organizada en 5 arciprestazgos y 39 parroquias. Los Arciprestazgos son: Arciprestazgo Nuestra Señora del  Rosario, que comprende Calabozo, El Rastro y Guardatinajas;  Arciprestazgo Nuestra Señora de Coromoto, que comprende Calabozo y El Calvario, Arciprestazgo San Juan Bautista, que comprende San Juan de los Morros y Canta Gallo;

Arciprestazgo de San José: comprende: Ortiz, Parapara, El Sombrero  y San José de Tiznados. Arciprestazgo de San Jerónimo: comprende Camaguan, Carretera Calabozo – San Fernando de Apure. Sector La Negra. Guayabal, Cazorla, San Fernando 2000 y Puerto Miranda.

Este año 2020 se están celebrando los primeros 25 años de ser elevada la Diócesis de Calabozo a la categoría de Arquidiócesis, siendo Mons. Helímenas de Jesús Rojo Paredes, quien tuvo el honor de ser el primer Arzobispo durante los primeros 6 años, ya que en 2001   paso a ser Arzobispo Emérito dando paso a otro ilustre Obispo Monseñor López Castillo y al actual Mons. Díaz Sánchez. 

La labor pastoral de estos tres ilustres prelados se hace notar al ver el incremento de las parroquias y por ende del número de sacerdotes y de jóvenes seminaristas que sirven de apoyo en cada una de esas parroquias tanto urbanas como en zonas rurales. También las actividades de orden social en beneficio de los más necesitados en todas y cada una de las parroquias bajo su responsabilidad y actualmente, en este esquema de cuarentena y limitaciones para la celebración de las actividades religiosas han sido sumamente cuidadosos y han orientado a sus Obispos auxiliares, arciprestes y párrocos del cuidado de sus personas y principalmente de los fieles, limitando el número de estos en la asistencia a las misas y otras reuniones eclesiásticas. 

Particularmente considero que, desde el inicio de los Arzobispados, la labor de fe , impulso y expansión de nuestra religión ha sido notoria y esperamos que, a pesar de las limitaciones, críticas y expresiones negativas  para con ellos , seguirán adelante con su labor pastoral.


Elaborado por:

Omar Alayón R.

Grupo de Historia Regional y Local.

Calabozo, Octubre 2020.


 


miércoles, 21 de octubre de 2020

“MONSEÑOR HELÍMENAS ROJO PAREDES Y UN CAPÍTULO DE LA HISTORIA DE CALABOZO” Autor: Ubaldo Ruiz


A la hora de revisar la dilatada historia de la Iglesia Católica en la ciudad de Calabozo, la actuación de Monseñor Helímenas Rojo Paredes constituirá a los ojos de los investigadores, sin ninguna duda, uno de los capítulos más significativos dentro del riquísimo conjunto de sucesos y procesos que han marcado la vida de esta comunidad. Aun considerando que la institución religiosa encabezada por el Pontífice romano ha sido uno de los elementos fundamentales del acontecer en la histórica Villa de Todos los Santos, sin cuya consideración sería imposible comprender la racionalidad mediante la cual ha llegado a ser lo que es hoy esta importante localidad de los Llanos venezolanos, la actividad de este Prelado resalta al lado de los más destacados miembros de la Iglesia que han actuado en el ámbito de la Diócesis calaboceña y su área de influencia.

Muchos de los acontecimientos que han tenido como marco geográfico a esta porción de tierra guariqueña han vestido los hábitos sacerdotales. Comenzando por los Frailes fundadores, tenaces en la tarea de establecer en este sitio una bien organizada Villa de españoles, pasando por los padres, cuyos esfuerzos resultaron esenciales para construir las iglesias que hoy adornan nuestro Patrimonio Histórico, hasta llegar a los Prelados que han encabezado la Diócesis calaboceña, una de las más antiguas de Venezuela, sin olvidar a aquellos religiosos, que desde otras latitudes influyeron con su actividad y sus palabras para que el Obispado se convirtiera en una realidad para la ciudad cabecera de los Llanos guariqueños, tal sería el caso del Arzobispo de Caracas, Monseñor Ignacio Fernández Peña, quien con su opinión favorable logró convertirse en el personaje decisivo para que el Congreso Nacional decretase la creación de la Diócesis de Calabozo el 04 de mayo de 1847.

El 26 de febrero de 1980 el papa Juan Pablo II nombró al sacerdote Helímenas de Jesús Rojo Paredes Obispo de la Diócesis de Calabozo, pero fue consagrado como tal el 26 de abril de aquel año, días más tarde arribó a esta ciudad para suceder a Monseñor Miguel Antonio Salas, quien había sido elevado al cargo de Arzobispo de la Arquidiócesis de Mérida, y de este modo se convirtió en el séptimo Obispo de los Llanos guariqueños. Venía el nuevo Obispo Rojo Paredes de desempeñar los cargos de superior provincial de los Padres Eudistas de Venezuela y de Director Nacional del Secretariado para las vocaciones, siendo estos los últimos de muchos que había ocupado dentro de la organización eclesiástica en el país antes de asumir como nuevo Obispo de Calabozo.

Monseñor Helímenas Rojo Paredes nació en Calderas, una pequeña población barinesa enclavada en las estribaciones de la cordillera de Los Andes venezolanos. Estudió la Primaria en la localidad de Niquitao, estado Trujillo, en donde tuvo como maestro a don José Concepción García Márquez, a quienes sus alumnos conocían como “Don Concho”. Allí recibió la influencia de los Padres Eudistas, especialmente del padre oriundo de Francia, Jean Baptiste Cabaret. La Escuela también recibió la visita de Monseñor Acacio Chacón Guevara, Obispo de Mérida para la época. En 1940, a los catorce años, ingresó al Seminario Menor de los Padres Eudistas de La Grita, en donde conoció al padre Miguel Antonio Salas, nativo de aquella ciudad tachirense, a quien iba a suceder en el Obispado calaboceño muchos años después. El padre Salas, fue, de acuerdo a las propias palabras de Monseñor Rojo Paredes, “el primer Eudista de Venezuela”.

El seminarista Helímenas de Jesús Rojo Paredes fue ordenado sacerdote en Roma, el 08 de julio de 1950, por lo que este año es el aniversario número setenta de ese hecho. Posteriormente ocupó los cargos de maestro en los seminarios de San Cristóbal, Maracaibo y Caracas, actividad que lo satisfacía, ya que ha sido una persona inclinada a favorecer la labor docente, razón por la cual constantemente la ha intentado auspiciar desde todas las posiciones en las que le ha correspondido actuar, tal como lo demostró en Calabozo y otras localidades guariqueñas durante su labor como Obispo y Arzobispo. Ejerció como Rector del Seminario Menor de los Padres Eudistas en La Grita. En 1960 fue nombrado Rector del Seminario Mayor y Menor Interdiocesano de Caracas. Posteriormente, cuando estas instituciones se separaron en 1966, Rojo Paredes permaneció como Rector Menor de Caracas. Cursó estudios de Filosofía en el Escolasticado de la Congregación de los Padres Eudistas en Usaquén, y Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, allí se licenció en 1973.

Como quedó dicho, Monseñor Helímenas Rojo Paredes está celebrando también sus cuarenta años de haber sido ordenado Obispo de la Diócesis de Calabozo. En esta ciudad desplegó una intensa actividad dirigida esencialmente a desarrollar la labor docente mediante, por ejemplo, la creación de instituciones, como el Colegio Diocesano, hoy Arquidiocesano, “Monseñor Salustiano Crespo”. Mediante su intercesión también se establecieron en Calabozo el Instituto Pedagógico “Monseñor Arias”, IUPMA, para la formación de docentes. Esta institución en un momento determinado se convirtió en uno de los principales centros de formación docente en los Llanos, recibiendo en su sede de Calabozo a numerosos estudiantes procedentes de diversas localidades de los estados Guárico, Apure y Amazonas. También contribuyó Monseñor Rojo Paredes al establecimiento en nuestra ciudad de un núcleo del Colegio Universitario de Administración y Mercadeo CUAM, que ha servido para la juventud guariqueña como una excelente alternativa para los bachilleres que deseen emprender estudios en diversas áreas técnicas, y mediante un convenio con la Universidad “Simón Rodríguez”, poder completar los estudios de Técnico Superior Universitario, y egresar con la licenciatura o la ingeniería, según sea el caso.

Monseñor Helímenas Rojo Paredes también impulsó la creación en Calabozo de la segunda emisora de radiodifusión local, la llamada “Radio Venezolana”. Cuenta él mismo, que estando en la ciudad de Los Ángeles, California, durante una gira que realizó a los Estados Unidos y Canadá, se alojó en la casa de un amigo irlandés que residía en aquella localidad norteamericana, surgió la idea entonces de establecer una emisora radial en Calabozo, y el mencionado señor lo apoyó aportando la antena transmisora para que esa proyectada estación comenzara sus operaciones. La “Radio Venezolana”, creada a pocos meses de haber ocupado el cargo de Obispo de Calabozo convirtió a nuestra ciudad en la primera del estado Guárico en poseer dos emisoras de radio. Durante sus transmisiones, además de la programación regular de una emisora católica, con sus mensajes eclesiásticos, también cumplió una importante labor educativa. Muestra de ello fueron los cursos de bachillerato por radio que se emitieron durante muchos años a través de su señal. Más tarde, fueron creadas, como hermanas de la “Radio Venezolana”, que transmitía en Amplitud Modulada, dos emisoras más en frecuencia FM, que actualmente están en plena actividad.

Como se ha podido apreciar, Monseñor Helímenas Rojo Paredes también ha participado en el impulso de actividades culturales, y ello se corrobora al destacar que nuestro personaje fue miembro fundador del Ateneo de Calabozo, una de las principales instituciones culturales no solo de la ciudad sino incluso del estado Guárico. Fue miembro fundador, y como tal firmó el acta constitutiva del Ateneo el 16 de abril de 1982, acto que se efectuó en la sede del Colegio de Abogados de Calabozo. Pero no se conformó Monseñor con ser solo un integrante más, sino que puso a disposición de la nueva institución cultural calaboceña las instalaciones de la Diócesis para la realización de sus primeras actividades. Por ejemplo, la instalación de la Primera Junta Directiva del Ateneo de Calabozo se llevó a cabo en el Salón del Trono del Palacio Episcopal por iniciativa del Obispo, lo mismo que la realización de los primeros actos culturales del Ateneo, como su concierto inaugural con la agrupación “Solistas de Venezuela”, que en el mes de junio de 1982 presentó en la Catedral de Calabozo la “Cantata Escénica Berruecos”. De allí en adelante Monseñor Rojo Paredes siempre estuvo dispuesto a abrir las puertas de sus instalaciones para la presentación de las actividades del Ateneo, tanto de la Catedral, como de las demás iglesias de la Diócesis. Y esa actitud también la ha tenido para otras instituciones culturales, como las Orquestas que han conformado el núcleo Calabozo del Sistema Nacional de Orquestas, además de otras agrupaciones que han hecho vida cultural en el municipio.

Para 1980, año del nombramiento de Monseñor Helímenas Rojo Paredes como séptimo Obispo de la Diócesis de Calabozo, la jurisdicción de ella abarcaba todo el ámbito de los estados Guárico y Apure, excepto el antiguo distrito Páez de este último. Pero durante el transcurso de su ejercicio al frente del Obispado, y seguramente mediante su inspiración, la mencionada área fue dividida al crearse sucesivamente las Diócesis de San Fernando de Apure y Valle de la Pascua, segregadas de la Diócesis calaboceña. Pero el papa Juan Pablo II, considerando la antigüedad de la Diócesis de Calabozo, además de otras circunstancias que obraban a favor, lógicamente informadas por las autoridades eclesiásticas del país, en donde el Obispo de Calabozo ha debido ejercer un rol protagónico, creó el 16 de junio de 1995 la Provincia Eclesiástica de Venezuela, conformada por la nueva Arquidiócesis de Calabozo y las Diócesis Sufragáneas de San Fernando de Apure y Valle de la Pascua, y además se designó para que encabezara lo que en aquel momento constituyó la octava Provincia Eclesiástica de las nueve que hoy tiene el país a Monseñor Helímenas de Jesús Rojo Paredes como el primer Arzobispo de la Arquidiócesis de Calabozo.

Hoy, a 25 años de aquel acontecimiento es necesario expresar estas palabras de reconocimiento a Monseñor Helímenas Rojo Paredes, verdadero impulsor de aquellas actividades, y como tal protagonista principal de este capítulo de la historia de Calabozo.


DANIEL MENDOZA Y LA CALABOCEÑIDAD PERENNE Autor: Adolfo Rodríguez

          

Las ciudades poseen una identidad a punta de un cincelaje a partir de un habitat intransferible. Un silencioso tejido, enigmáticamente acorde, que gestan adelantados atraídos por candiles como esos de la sabana .Sea la Villa de Nuestra Señora de Todos los Santos de Calabozo con sus peripecias raigales narradas por su aeda L. G. Castillo Lara. Que en el siglo XIX alza incontables señales que representan dos figuras cimeras que concentran e irradian los más significativos componentes de esa configuración sociocultural. Digo de Daniel Mendoza y Francisco Lazo Martí, como mástiles de una esencialidad que deriva de lo auténtico citadino en un doble haz de realidad y símbolo. Dos luminarias que alumbran esos senderos, transitados por tantos y convoca para ese desarrollo sostenible de la heredad.

Dos hechos básicos se entretejen y, a veces, distancian, en esa gesta calaboceña: la llaneridad y la ganadería. Ambas coincidentes en un punto de convivencia creadora, interfecundante, libertaria, festiva. Una fragua buena que tuvo, por mucho tiempo, como radiante escenario el mundo del hato. 

Hablo de llaneridad como esa cultura alternativa centrada en el  trabajo de llano como poiesis de hombre a caballo en la sabana. Aunado, generalmente, a una ganadería en la que el riesgo, la sobriedad, la fiesta, se juntan en diálogo fecundo día a día: captura, amansamiento, cría y disposición de vacunos, equinos y otros para autoconsumo o comercialización.

Convergencia de arte y modalidad productiva, usualmente factible cuando el factor económico convive con esa “poesía del desierto” que nombra Humboldt. Continua y persistente cuando el factor productivo (propietario) o comercial (mercaderes) se inteligencian en ese estado del alma allí bullente.      

 Tuvo sus adversarios en el poder represivo o la exacerbación del factor clasista, con sus extremismos en forma de monopolios, desmesurada apropiación, contrabando y bandolerismo. Bemoles que comenta Humboldt.. 

La familia de Daniel Mendoza aparenta inclinada a esa identidad con la tierra: propietarios, extienden sus intereses hacia los más remotos ámbitos llaneros (el sur calaboceño, las islas, el Apure). Sin que dejen de ser víctimas de una de las más abruptas tergiversaciones experimentadas por la historicidad llanera: el fenómeno “Boves”. Un desliz derivado de una falta de perspectivas por parte de la hegemonía colonial como por parte de la oligarquía que se esmera en sustituirla. Se subestima la convivencia como el volcán represado en  la servidumbre silente y los riesgos de cualquier praxis ejercida a contraviento de los pactos societarios prudenciales.          

Cabe, pues, evaluar la insurgencia bovista o bovera a partir de sus consecuencias para el ecosistema llanero y su cultura. Responsabilidad que comparten jefes realistas y republicanos.

Las etnicidades actúan abiertamente o son recesivas y perviven, aunque sea en el recuerdo. Laten, subsisten, amenazan con reaparecer. Y he allí esa voluntad reanudadora que se desprende de los testamentos de los abuelos Santiago García y Juancho Mendoza y del padre Sacramento Mendoza. Y ese eje de la reconstrucción urbana a la medida de un aura emanada de los campos: Don José Ramón García, tío de Daniel, no obstante las numerosas propiedades, edifica al rescoldo de esa resilencia de admirable legitimidad. 

Daniel Mendoza se forma en esa escolaridad de intercambios con un pasado más de faena que de armas, más de buena reláfica que de improperios. Lenguaje cauteloso, contemporizador y amable, que se filtra en su poesía y relatos. Parte de esa intelectualidad convencida, con ejemplos y buena tónica, de que José Antonio Páez representaba una referencia confiable para la república que se anhelaba. Concilia cualidades prexistentes con las emergentes. Un rescatable aporte colonial con una liberalidad discreta que se expresaba en ciencias, instituciones, estilos, técnicas. Progreso a punta de esfuerzo y buen talante. Y Mendoza, sin descuidar sus estudios en Ciencias Políticas, se informa sobre literatura contemporánea, mientras subviene a sus necesidades pecuniarias. Realiza actividades comerciales: vende bestias: caballos, mulas de silla y mulas de carga.  Las ofrece en la calle de Zea, casa número 198, a “precios equitativos”. Es del gremio de los criadores, que constituye sector influyente en aquella Caracas de los cuarenta del siglo XIX. De modo que acaloramientos patrióticos o desengaños sentimentales se atenúan en conversas sobre costos o cualidades de los ejemplares en venta:


- Caramba¡, ya lo creo; pero vuélvase a  apartar, Doctor, ¡mire esa carreta ¡ (¡Ese buey palomo, choooó! Marchantes, - ¿Compra carbones?) ¡Ah lucero!. Mire, doctor, aquélla ojos negros, pelo negro, ... ésa. ¡Candela y qué buena pata debe tener! ¡Mire cómo pisa en la piedra, ni se tropieza, ni pierde el golpe! Tienen todas las condiciones.

- ¡Sepamos, Palmarote, cuáles son esas condiciones!

- Ancas, Pecho, siete cuartas, suave de boca, y güen movimiento ¿No correrá con la silla, Doctor?

- Pero entendámonos, Palmarote, ¿habla usted de mujeres o de caballos?

Suscribe pronunciamientos de la nata y crema de Caracas a favor de los candidatos paecistas, protesta insurgencias del naciente liberalismo y, cumplidos los 19 años de edad, el 14 de  julio de 1842,  es de los que concurren a la casa del señor Carlos Machado para respaldar la candidatura de Carlos Soublette a la presidencia de la República. 

Tiene ideas sobre la educación de la nueva generación y agudeza crítica, aderezada de sobrio buen humor.

- “No soy exclusivista, ni defiendo tampoco la causa de los viejos; defiendo sólo la verdad, la razón, la justicia. Estoy muy lejos de pensar que sólo las canas pueden dirigir el mundo, porque el talento y la virtud son las grandes palancas que lo mueven.  Pero mientras la primavera de la vida venga acompañada del poco tino y del casi ningún juicio, mientras la temprana juventud siga siendo sinónimo de locura, le negaré toda participación activa en la sociedad: presente títulos, presente buenas credenciales y la reconoceré”.

          Entre tales residencias: la de Juan José Vaamonde, que congrega notables que administran la política nacional y detentan latifundios y reses. El objeto: constituir una sociedad “con el fin de poner en ejercicio todos los medios que se crean a propósito para levantar la industria ganadera del estado de postración en que se encuentra”.  Designan presidente  al señor de la casa y secretario a Sanojo. Ratificados el 5 de enero de 1844. Y de vicepresidente José Santiago Rodríguez, quien hizo de juez en Calabozo y estimulaba a Mendoza, a quien designan luego vice-secretario. 

La experiencia que sirve a Mendoza para promover instituciones cívicas semejantes  como la Sociedad de Criadores de Calabozo, de la que resulta Secretario y redactor de documentos en los que se enfrenta al régimen. Se encontrará  en San Fernando de Apure, cuando allí se instale una similar.  

Desde entonces Daniel Mendoza no se desprende de una habilidad escritural que se pone de manifiesto en documentos que suscribe o redacta en defensa de amigos que representan sus ideales. Sin que por ello abandone, en los momentos más críticos de su participación en las tormentas militares y políticas de su época, su convicción en que podía informarse de aquellas circunstancias a través de la obra propiamente literaria, el relato redondo, de principio a fin, como “Palmarote en Apure” y quizá otros que pudo pergeñar. 

Queda en la tradición familiar, sus esfuerzos por establecer puntos de referencia para la configuración de una calaboceñidad, que lo anima y define.                                                       

Hasta 1849 es casi nula la presencia del Llano en su obra. Aunque considero que se hace de un visor por el cual hechos y escenarios caraqueños, lucen advertidos por su percepción regional. Nunca disiente de hábitos de la tierra donde nace y crece. En su poema “Impresiones del Llano” aflora la antinomia llano-montaña: hielo (“aquí), horizonte (“allá) y nostalgia por garzas, palmas, el mugido del toro, el alazano huyendo y “el melancólico tono del llanero”. En tanto que en sus cuadros de costumbres Viernes Santo y Fe de Erratas, hay ligera mención del Llano. 


          Su procedencia llanera facilita que, en la historia de la literatura venezolana, se le diga precursor en aquello de dar “al hombre del pueblo, por primera vez categoría literaria” como afirma Picón Febres, Picón Salas,  Díaz Seijas y Barreota Lara. 


Importa señalar que Mendoza quiso ofrecer un retrato del espécimen, vestidos, modo de ser,  hábitos de vida laboriosa, que informan de su identidad con el personaje y la región. Cierta nostalgia compartida (el horizonte detrás del cerro hace lagrimear a Palmarote). Narrador y personaje quizá la misma persona, por procedencia, identidad política, y obvio uso del actante para opinar. Aunque a veces parece distanciarse de [el>: “¿Qué sería de la sociedad si todos fuéramos arreadores de madrinas?”.


           Las anfibologías le permiten introducir alusiones tanto a la ciudad, como a la mujer, como a la política (esa antinomia de la vida llanera)  Un Llanero en la Capital se inscribe en  la tradición llanera del contrapunto: imágenes llaneras para visualizar negativamente la ciudad (jerrar las casas, casas orejanas, descripción del hato, las sabanas (candela, comedero, luceros, pedrezuelo, “yo no miro hoyo ni palma chiquita”,  sol sabanero, fruta de maraca:  indumentarias (Uña de pavo), expresiones (grisapa), trabajo de vaquerías ( soga en el pescuezo, la mujer enlaza con la mesma serda, en un barajuste de ganao hay nobiyo biejo que ba a tené en el improsulto; nobiya de primer parto,  aperos, malojo, nobiya e rial, la vuelta al cacho, rodeo, suave de boca, mocho rucio, etc.   


BIBLIOGRAFÍA

´RODRÍGUEZ, Adolfo. DANIEL MENDOZA: VIDA, OBRA Y TRIBULACIONES

DE UN ESCRITOR DEL SIGLO XIX VENEZOLANO (Obra inédita).


Historia Familiar del Lic. Daniel Mendoza García Autor : Luis Eduardo Viso


Lic. Daniel Mendoza García

        A inicios  del siglo XVIII, se radica en Caracas, , Luis Rodríguez de Mendoza y Hernández, nacido en Icod de Los Vinos, Tenerife, Islas Canarias. La decadente economía isleña  de aquellos tiempos  y la promulgación de la ley denominada  «El  Tributo de Sangre» (1678-1764), Ley mediante la cual «La Corona castigó a la población insular con su traslado forzoso al mundo americano a cambio de la continuidad del régimen de comercio del Archipiélago con América», obligó a muchas familias isleñas a marcharse en busca de nuevos horizontes. Es así como en 1712, encontramos  a don Luis Rodríguez de Mendoza, fundando familia en la ciudad Mariana de Caracas. A mediados del mismo siglo, su hijo Joseph Rodríguez de Mendoza, se avecinda en Parapara, lugar donde contrae nupcias con su prima  Antonia Mathea Hurtado de Mendoza y García, sus descendientes, pasan a Ortiz, Calabozo, Guardatinajas y El Rastro. 

1▪ Luis Rodríguez de Mendoza y Hernández, nacido en Icod de Los Vinos, Tenerife, hijo legitimo de los icodenses Gonzalo Rodríguez de Mendoza y María Francisca Hernández, casado el 2 de mayo 1712 en la Iglesia Catedral de Caracas, con María Venancia de La Mota, nacida en 1697 en Caracas, bautizada el 10 de abril 1697 en la Iglesia Catedral de Caracas, hija de Isabel María de la Mota. Con sucesión:

1.1.▪ Luisa Antonia Rodríguez de Mendoza y de la Mota, casada en San Felipe el Fuerte, hoy Yaracuy con Juan Joseph de Páez, padres de:

1.1.1.▪ Juan Victoria Páez Rodríguez de Mendoza, casado con María Violante de Herrera Fernández, padres entre otros hijos de:

1.1.1.1.▪ General José Antonio de Los Santos Páez Herrera.

1.2.▪ Antonio Mateo Rodríguez de Mendoza y de La Mota, nacido el 20 de septiembre 1721 en Caracas, bautizado el 29 de septiembre 1721 en la  Iglesia Catedral de Caracas, fueron sus padrinos Fernando de Tovar e Isabel María de Tovar,  casado el 30 de agosto 1762 en la Iglesia Parroquial La Inmaculada Concepción de San Carlos de Austria, Cojedes, con María Josepha Hernández de La Mota y Silva, hija legitima de Juan Francisco Hernández de La Mota y María Josepha de Silva y Gamarra. Los esposos fueron dispensados del impedimento por el parentesco de segundo grado igual de consanguinidad. 

1.3.▪  Juan Antonio Rodríguez de Mendoza y de la Mota, nacido el 25 de febrero 1724 en Caracas, recibió las sagradas aguas del  bautismo el 6 de marzo 1724 en la Iglesia Catedral de Caracas en brazos de sus padrinos el Segundo Marqués del Valle de Santiago Don Miguel Diego Francisco de Berroterán y Tovar, y de Doña Ana Juana de Tovar y Galindo, su mujer. 

1.4.▪  Isabel María Rodríguez de Mendoza y de la Mota, nacida en 1726 en Caracas, bautizada el 23 de noviembre 1726 en la Iglesia Catedral de Caracas.

1.5.▪  Pedro Rodríguez de Mendoza y de la Mota, nacido en 1729 en Caracas, bautizado el 8 de febrero 1729 en la Iglesia Catedral de Caracas. Padrinos : Ruy Fernández de Fuenmayor e Isabel María de Tovar y Mijares de Solórzano.

1.6.▪ Joseph Rodríguez de Mendoza y de La Mota, nacido en Caracas, casado el 9 de julio 1743 en la Iglesia Santa Catalina de Siena de Parapara, con su prima Antonia Mathea Hurtado de Mendoza y García, hija de  Pedro Narciso Hurtado de Mendoza, fallecido en Ortiz en 1755  e Isabel María del Rosario García Moreno y de la Mota. Los esposos fueron dispensados por el impedimento de tercer grado igual de consanguinidad. Las generaciones  sucesivas simplificaron su gracia a  “Mendoza”. Se debe resaltar que Pedro Narciso Hurtado de Mendoza, y su primera esposa Isabel María del Rosario García Moreno y de la Mota, participaron en el proceso Fundacional de Calabozo, iniciado en 1724, su hijo Domingo Joseph Hurtado de Mendoza y García, nació en 1728 en Calabozo, fue bautizado el 15 de agosto 1728 en la Iglesia de la Santísima Trinidad de Misión del mismo nombre, mas tarde la familia regresa al Sitio de Santa Rosa (Ortiz). En la progenie de don Pedro Narciso Hurtado de Mendoza, se encuentra también  el bardo Calaboceño Dr. Francisco Lazo Martí. Del matrimonio Rodríguez de Mendoza y Hurtado de Mendoza, proceden:

1.6.1▪ Juan Joseph Romualdo Mendoza y Hurtado de Mendoza, nacido seguramente en Parapara, fallecido en Calabozo, casado el 13 de agosto 1791 en la Iglesia de Todos los Santos de Calabozo , con María Leonor Ramos y García, nacida en Calabozo, fallecida el 18 de marzo 1815 en Calabozo, hija de Ignacio Isidoro Ramos y Báez y de Luisa María García y Múgica. Con sucesión:

1.6.1.1.▪  María Leonor Mendoza y Ramos, casada el 16 de junio 1816 en la Iglesia Parroquial de San Nicolás de Bari de El Rastro, con Joseph Evaristo Montenegro y Ramos, nacido en 1792 en Calabozo, fallecido el 16 de agosto 1866 en Villa de Cura, hijo de Pedro Vicente Montenegro y Reyes y Lucia del Carmen Ramos y García, hermana germana de doña María Leonor . El 14 de febrero 1816, fueron dispensados del Impedimento de Segundo Grado Igual de Consanguinidad. Con  sucesion: Marcos Ramón, Eusebio María, Ana, Samuel, Trinidad, Juan Evaristo, Juan Vicente, Dr. Manuel,  Sacramento, y Angel María Montenegro Mendoza, algunos de ellos no alcanzaron la adultez y los que lo hicieron, se radicaron en la Villa de San Luis de Cura.

1.6.1.2.▪  Ana María de Las Mercedes Mendoza y Ramos, nacida el 24 de julio 1798  en Guardatinajas, bautizada el 9 de octubre 1798 en la Iglesia Parroquial  Santa Bárbara de Guardatinajas, casada con Ceferino Espinoza de Los Monteros, aparentemente sin sucesión.

1.6.1.3.▪  Juan Andrés Ramón del Carmen Mendoza y Ramos, nacido el 30 de noviembre 1801 en Calabozo, bautizado el 26 de diciembre 1801 en la Iglesia Parroquial de Todos los Santos de Calabozo, casado con Juana Martínez Montes, con sucesión: José Sacramento, Rita, Andrés de Jesús, Juan, y Rosa María Mendoza Montes.

1.6.1.4.▪  Michaela Mendoza y Ramos, casada con Pedro Moreno , orticeño, con sucesión: José Francisco, Leonor, Pedro, Juan Teodoro a y Dámaso Moreno Mendoza, ancestro de Moreno Vilera de Ortiz.

1.6.1.5.▪  Joseph Francisco Mendoza y Ramos, nacido en Guardatinajas. Se desconoce si tomó estado.

1.6.1.6.▪  Joseph del Sacramento Mendoza y Ramos, nacido en 1796, fallecido en 1832 en Calabozo, casado el 6 de noviembre 1816 en la Iglesia  San Nicolás de Bari de El Rastro, con Ana Antonia García y Ramos(2), nacida en 1798, fallecida el 5 de marzo 1870 en Calabozo, hija de  Joseph Santiago García y Requena, natural de Parapara y de Ana Antonia del Carmen Ramos y García( hermana entera de doña María Leonor y de doña Lucia del Carmen). El 8 de agosto 1816, fueron dispensados de los parentescos de segundo grado igual y otro de tercero con cuarto grado de consanguinidad, por el Excelentísimo Arzobispo Metropolitano Mons. Narciso Coll y Prat. Con sucesión:

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(1) Isabel María del Rosario García Moreno y de la Mota, nació en 1699 en Caracas,  fue bautizada el 11 marzo de  1699 en la Iglesia Catedral de Caracas, hija legítima de don  Clemente García Moreno,  y de Juana María de La Mota, naturales de Caracas, fundadores de la  estirpe García en Parapara. Juana María de La Mota, también hija de la antes mencionada Isabel María de la Mota.

(2) Hermana  entera de don José Ramón García y Ramos, quien culmina la construcción de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen de Calabozo y constructor de varias casas de la hoy calle tres de Calabozo.

1.6.1.6.1.▪ Pedro Daniel Mendoza García, nacido en 1823 en Ortiz ó Calabozo, fallecido el 3 de septiembre 1870 en Calabozo, a la edad de 47 años, Licenciado en Derecho Civil, Escritor y Poeta, casado el 10 de diciembre 1862 en la Iglesia de Todos los Santos de Calabozo con Trinidad González Delgado, hija legitima del Licenciado Pedro Joseph del Carmen González Peña, nacido el 18 de julio 1800 en Caracas y de doña María de La Trinidad de La Merced Delgado y Gedler, nacida el 20 de abril 1806 en Caracas. Con sucesión:

1.6.1.6.1.1.▪ Daniel Severo Leonardo de las Mercedes Mendoza González, nacido el 6 de noviembre 1863 en Calabozo, bautizado el 10 de diciembre 1863 en la Iglesia Parroquial de Todos los Santos de Calabozo, fueron sus padrinos sus abuelos Pedro Joseph del Carmen González Peña y Ana Antonia García y Ramos.

1.6.1.6.1.2.▪  Pablo Felipe Mendoza González, nacido en Calabozo, falleció adulto en Calabozo el 13 de diciembre 1886. Se desconoce si tomo estado.

1.6.1.6.1.3.▪  Leonor Mendoza González, nacida en Calabozo. 

1.6.1.6.1.4.▪  Eduardo Mendoza González, nacido en Calabozo.

Doña Trinidad González Delgado, una vez viuda, contrae segundas nupcias el el 31 de mayo 1875 en la Iglesia Parroquial de Todos los Santos de Calabozo con don Julián Llamozas García, con sucesión Llamozas González.

1.6.1.6.2.▪ Trinidad Leonor Rufina Mendoza García, nacida el 10 de julio 1832 en Calabozo, bautizada el 25 de julio 1832 en la Iglesia de Todos los Santos de Calabozo, casada el 25 de enero 1856 en la Iglesia de Todos los Santos de Calabozo con el General Fortunato Vautrai Domínguez, cuyo propio nombre de pila "Ramón Fortunato Victorio del Carmen", nacido el 23 de diciembre 1836 en Calabozo, bautizado el 15 de enero 1837 en la Iglesia de Todos los Santos de Calabozo, hijo del abogado Joseph Honoré Fortuné Vautrai, natural de Marsella y de Guadalupe Domínguez. Con sucesión Vautrai Mendoza.

1.6.1.6.3.▪ Isabel Mendoza García. Se desconoce si tomó estado.

1.6.1.6.4.▪ Marcos Mendoza García. Se desconoce si tomó estado.

1.6.1.6.5.▪ Josefa Mendoza García. Se desconoce si tomó estado.

1.6.1.6.6.▪ José Ramón Mendoza García. Se desconoce si tomó estado.

1.6.1.6.7.▪ Ana Antonia Mendoza García, casada con el caudillo conservador de la Guerra Federal, Jefe Militar de Calabozo y de La Parroquia El Calvario, Coronel Pedro Advincula Unceín. Con sucesión Unceín Mendoza.

1.6.1.6.8.▪ Evaristo Mendoza García, casado con Eustaquia Aponte, con sucesión Mendoza Aponte:

1.6.1.6.9.▪ Rafaela Mendoza García, casada el 26 de julio 1855 en la Iglesia de Todos los Santos de Calabozo, con Antonio Eduardo Arguíndegui(3), hijo de Pedro Eduardo Romero y María Teresa Arguíndegui Arrioja. Aparentemente sin sucesión.

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(3) Nota:  Antonio Eduardo Arguíndegui, era nieto del  Capitán Thomas Joseph Edward Wadding. Los “Eduardo” caraqueños, son de origen británico, pasaron a  las Islas Canarias y de allí se avecindaron en la ciudad Mariana de Caracas.

1.6.1.7▪  Juan Teodoro de Jesús Mendoza y Ramos, nacido el 9 de noviembre 1804 en Guardatinajas, bautizado el 15 de diciembre 1804 en la Iglesia Santa Bárbara de Guardatinajas, casado en febrero 1840, Iglesia Santa Rosa de Lima de Ortiz, con Amalia Vargas, natural de Ortiz, hija de Juana Vargas González, hermana entera de Antonio Vargas, y de María de Jesús Vargas, el primero padre del caudillo orticeño Doctor y General Roberto de Jesús Vargas Díaz. y la segunda, casada en Ortiz con José Aniceto Rodríguez  Vargas, 4° abuelos de quien escribe estas líneas.

1.6.2▪ Juana Casilda Mendoza y Hurtado de Mendoza, casada el 17 de enero 1778 en la Iglesia Parroquial de Todos los Santos de Calabozo, con Juan Norberto Valiente, hijo natural de  Juana Rosalía Valiente, con sucesión: Valiente Mendoza, criados bajo la protección de don Juan Joseph Romualdo Mendoza y Hurtado de Mendoza.

1.6.3▪  Joseph Lucas Mendoza y Hurtado de Mendoza, casado con Thomasa Rafaela Mengo, con sucesión Mendoza Mengo.

 1.6.4▪ Mariana Luciana Mendoza y Hurtado de Mendoza, fallecida el 22 de septiembre 1818 en El Rastro, casada el 2 de agosto 1776 en la Iglesia Parroquial de Todos los Santos de Calabozo, con Joseph Miguel Gutiérrez y Méndez, nacido en Obispos, hijo de Carlos Joseph Gutiérrez y María Josepha Méndez. Aparentemente sin sucesión.

 1.6.5▪ Ana Antonia Mendoza y Hurtado de Mendoza, casada el 23 de enero 1769 en la Iglesia de Todos los Santos de Calabozo, con Joseph Sebastián Requena y Torralba, natural de Parapara, hijo legitimo de Juan Manuel Requena y Juana María Torralba Álvarez. Aparentemente sin sucesión.

 1.6.6▪ María Leonor Mendoza y Hurtado de Mendoza, casada con Eusebio Figueredo, con sucesión Figueredo y Mendoza.

1.6.7▪  Joseph Gregorio Mendoza y Hurtado de Mendoza, fallecido el 19 de noviembre 1817 en El Rastro.





Fuentes Bibliográficas y Documentales

1. Botello, Prof. Oldman, Apuntes para La Genealogía del General en Jefe José Antonio Páez, Instituto Venezolano de Genealogía, Caracas, Venezuela.

2. Viso González, Luis Eduardo, Algunas Familias de La Villa de Todos Los Santos de Calabozo, Sitio Web:

https://gw.geneanet.org/negroviso_w?lang=es&pz=luis+eduardo&nz=viso+gonzalez&p=pedro+daniel&n=mendoza+garcia&type=fiche

3. Archivo Arquidiocesano de Caracas, Venezuela, Expedientes Matrimoniales. 

4. Archivo Parroquial de La Iglesia Catedral de Caracas, Venezuela.  

5. Archivo Parroquial de La Iglesia San Luis Rey de Villa de Cura, Estado Aragua, Venezuela.  

6. Archivo Parroquial de La Iglesia de Todos Los Santos de Calabozo, Estado Guárico, Venezuela.

7. Archivo Parroquial de La Iglesia de La Misión de Los Angeles, Calabozo, Estado Guárico, Venezuela.  

8. Archivo Parroquial de La Iglesia de Nuestra Señora de Las Mercedes de Calabozo, Estado Guárico, Venezuela.

9. Archivo Parroquial de La Iglesia Santa Rosa de Lima de Ortiz, Estado Guárico, Venezuela.

10. Archivo Parroquial de La Iglesia Santa Bárbara de Guardatinajas, Estado Guárico, Venezuela.

11. Archivo Parroquial de La Iglesia Santa Catalina de Siena de Parapara, Estado Guárico, Venezuela.

12. Archivo Parroquial de La Iglesia San Nicolás de Bari de El Rastro, Estado Guárico, Venezuela.

13. Archivo Parroquial de La Iglesia La Inmaculada Concepción, San Carlos de Austria, Estado Cojedes, Venezuela.