Conmemoración y
actualidad de la visita de monseñor Martí
(1772-2022)
Horacio Biord Castillo*
En
2022 se cumplen 250 años del inicio de la Visita Apostólica de monseñor Mariano
Martí a su extensa diócesis de Caracas, iniciada en lo que hoy es territorio de
la diócesis de La Guaira. Las conmemoraciones de eventos importantes y
extraordinarios deben enmarcarse en la línea de revisar el pasado. El examen
del pasado y la reflexión sobre sus implicaciones son recursos cognoscitivos de
gran valor para entendernos colectivamente.
Mariano Martí y Estadella nació en Brafim (en la catalana
provincia de Tarragona, España) el 24 de diciembre de 1721. Estudio en la Real
y Pontificia Universidad de Cervera, donde se doctoró en derecho civil y
canónico en 1748. Se sabe que fue ordenado como subdiácono en 1743 y de sacerdote
en 1749. Doce años después, en 1761, sería nombrado obispo de San Juan de
Puerto Rico y sus anejos ultramarinos que comprendían las islas de Margarita y
Trinidad, la provincia de la Nueva Andalucía y la Nueva Barcelona y la Guayana.
Recibió la consagración episcopal en La Guaira el 17 de enero de 1762 de manos
de monseñor Francisco Antonio Diez Madroñero, obispo de Caracas, y a quien
luego sustituiría en el cargo.
En Puerto Rico y Caracas se destacó por sus actuaciones a
favor de los más olvidados y despreciados. En 1763 inició la visita de su
diócesis. Primero recorrió la isla de Puerto Rico y luego Cumaná (1764-1768), Barcelona (1765), Margarita (1766), Trinidad (1766) y
Guayana (1766-1767). En 1769 fue nombrado obispo de Caracas y tomó posesión en
enero de 1770. En 1772 emprende por espacio de 12 años la visita de la
diócesis. Tanto en Puerto Rico como en Caracas le tocó enfrentar largos pleitos
y diferencias con autoridades españolas e incluso de la propia iglesia. Murió
en Caracas el 20 de febrero de 1792.[1]
De su larga visita a la Diócesis de Caracas dejó un extenso testimonio,
cuya versión hasta ahora más amplia es la publicada parcialmente en seis
volúmenes por la Academia Nacional de la Historia (Martí 1998). Los testimonios
de esa visita tienen una gran importancia no solo eclesiástica sino social
(Biord Castillo 2007). Ofrecen un extraordinario retrato, si se quiere
multidimensional de la Venezuela del último cuarto del siglo XVIII (Biord).
Lamentablemente no se han conservado o no conocemos hasta el momento los
testimonios sobre la visita a los anejos ultramarinos de Puerto Rico, es decir
el Oriente de Venezuela y la Guayana, Margarita y Trinidad. Seguramente serían
un extraordinario conjunto de documentos sobre la situación de esas regiones en
la segunda mitad del siglo XVIII que pudiéramos contrastar con otros
documentos, como la visita a los pueblos de indios ordenada para la Provincia
de la Nueva Andalucía y la Nueva Barcelona por la Real Audiencia de Cumaná y
que llevó a cabo el oidor decano de dicha Audiencia, don Luis de Chávez y
Mendoza, entre 1782 y 1784 (Laserna Gaitán 1993; Pérez Ramírez 1946).
La documentación derivada de la visita a la diócesis de Caracas es de
una gran riqueza e importancia. Sin duda, constituye una de las principales
fuentes para conocer la situación de la actual Venezuela en ese momento,
precisamente cuando tras la creación de la Capitanía General de Venezuela en
1777 se van erigiendo diversas instituciones que luego, en el siglo XIX,
facilitarán la unificación de las provincias y la declaración de independencia
en julio de 1811 (Morón 1977).
Imaginemos por un momento lo que significaba visitar la diócesis de
Caracas entre 1772 y 1784. Las comunicaciones debían hacerse a lomo de bestias
(caballos o mulas), a pie o en embarcaciones para cruzar los ríos o hacer
navegación de cabotaje sin distanciarse mucho de la costa. Martí visitaría el
centro del país, los llanos y el occidente, es decir lo que hoy son los estados
Miranda, La Guaira o Vargas, Aragua, Guárico, Carabobo, Cojedes, Portuguesa,
Apure, Barinas, Lara, Yaracuy y Falcón.
Martí llegaba a cada pueblo y hablaba con el sacerdote y las personas
principales. Se interesaba por la vida social, los pobladores y su situación,
por la iglesia y sus propiedades, el estado de los templos, por los enseres y
el ajuar, por las imágenes y las celebraciones religiosas, el cumplimiento de
las normas y la vida religiosa, en general. Aporta por igual datos cualitativos
y cuantitativos. Estos últimos, por provenir de una época preestadística, son
de gran relevancia.
En algunos pueblos la gente se queja de los curas; en otros el obispo se
entera de quiénes viven sin haberse casado, de los escándalos públicos, de las
actividades económicas, del patrón de asentamiento, de cómo los indígenas
preferían vivir más en sus conucos que en los pueblos. El obispo proporciona
igualmente datos sobre los cultos más importantes y las fiestas que eran
celebradas.
Volver los ojos a la obra de Martí es, como hemos dicho, repasar la
historia lejana que nos puede ayudar a entendernos y a fortalecer nuestros
proyectos de futuro.
Veamos algunos ejemplos. En Naiguatá (estado La Guaira), desde hace
muchos años, la gente venera una advocación mariana llamada Virgen de Coromoto.
Por tradición se sabía que era muy antigua; pero la documentación disponible
solo se remontaba a mediados del siglo XIX. Gracias a las investigaciones
llevadas a cabo por un equipo que me tocó coordinar,[2] entre
las que descuella muy especialmente el trabajo de Marielena Mestas Pérez
(2021), se pudo concretar en un documento de la visita de Martí a ese pueblo en
1772 que ya se veneraba a la Virgen aparecida en una piedrecilla a un indio de
nombre Coromoto.[3]
Ahora los naiguatareños no solo han precisado los orígenes de su hermosa
devoción, sino que gracias a mirar y reevaluar el pasado pueden estar no solo
orgullosos de esa advocación que se manifestó en la comunidad, en un riachuelo
no muy lejos del mar, sino que la veneración plurisecular a la Virgen de
Coromoto de Naiguatá es un elemento muy antiguo aglutinador de la identidad
local y regional.[4]
En otras regiones, Martí escuchó las preocupaciones y motivos de los
feligreses y tomó las medidas que consideró pertinente. Por ejemplo, en San
Antonio de Los Altos (actual estado Miranda) creó el 21 de abril de 1783 una
nueva parroquia, deslindándola de la vecina de San Diego de Los Altos, porque
los vecinos atestiguaban que al cura de San Diego se le hacía muy difícil
atender los dos pueblos. Por ello con frecuencia los habitante de San Antonio
se veían privados de los sacramentos o no podían cumplir con sus obligaciones,
además de que los moribundos no recibían la atención espiritual y los entierros
se hacían sin presencia del sacerdote.
En los pueblos de Petare, Baruta, Maiquetía y Carayaca, por ejemplo,
Martí documenta la forma de enseñar la doctrina a los jóvenes indígenas. Muy de
mañana, en torno a las seis horas, se reunían a escuchar las explicaciones del
cura doctrinero. Al final de la tarde se volvían a congregar y rezaban alguna
oración (Martí 1998 I: 4-10). Esto coincide con la forma como se hacía la
evangelización en las misiones jesuíticas del Orinoco también a mediados del
siglo XVIII.[5]
Como se ve, la evangelización implicaba la castellanización o
hispanización y el cambio social
compulsivos.
Martí escucha y anota en el libro personal las muchas denuncias que
recibe sobre prácticas indecorosas, especialmente las uniones concubinarias,
adúlteras y poligámicas, así como las prohibidas entre parientes cercanos, todo
lo cual preocupa el celo pastoral del obispo.
Entre otros aspectos, también se preocupa por el excesivo consumo de
guarapo o licores de fabricación artesanal en las poblaciones visitadas. Por
ejemplo, en Maiquetía apunta: "Quando entró este Cura acá había quatrocientos indios, y casi
todos han muerto desde que se introdujo el guarapo, que lo introduxo un francés
el año de 1741, que vivía acá. Desde entonces se empezó a estender el guarapo, y
con pretexto de ser ésta una bebida provincial (la qual se compone de azúcar de
papelón y agua, y ahora le mesclan otras cosas como cabos de fumasos, pedazos
de hierro, con lo que haze agrio y muy fuerte y destempla los estómagos y
emborracha mucho, y por un corto precio tan grande cantidad de esta bevida)
informaron al Rey, creo que unos diez y ocho años, en tiempo del señor
Ricardos, y esta renta o privativa de vender guarapo la consignó el Rey al
Hospital de San Lázaro de Caracas, que es quantiosa, y si no se quita acabará
del todos a los indios y tiene perdida la tropa y otros españoles, y los indios
se emborrachan mucho y se destruyen con esta Bevida" (Martí 1998 I: 8).
También Martí se preocupa por hacer precisiones etnográficas y
toponímicas. Por ejemplo, señala en el actual estado Yaracuy que "Aunque este Cura dixo que este pueblo se
llamava Urachiche y no hora Orachiche y que él assí lo escrito, pero de los
libros antiguos se averiguado que es Orachiche y no Urachiche. No se sabe que
hasta ahora haya algún Obispo visitado este pueblo" (Martí 1998 II: 397).
De igual manera allí hace una descripción de los
cultivos y actividades productivas y se preocupa por la situación de los
indios. Corrobora que no tienen asignada la legua de tierra que les ha sido
reconocida por la Corona y que no poseen suficiente espacio para sus
actividades productivas. Asimismo señala que no hablan el idioma indígena y que
se presumen que sean caquetíos, aunque, diríamos hoy, la memoria colectiva se
ha fragmentado y han olvidado el nombre étnico o etnónimo (Martí 1998 II: 396).
Por supuesto, tema central de la Visita son los
aspectos eclesiásticos, el cumplimiento de las normas, el estado de los templos
y el inventario de cada uno, las rentas de la iglesia, la buena conducta de los
clérigos, la celebración de los oficios, la existencia de oratorios, la
participación de los fieles.
La conmemoración de los 250 años del inicio de la
Visita pastoral del obispo Martí a su amplia diócesis constituye una excelente
ocasión para analizar ese pasado lejano que, sin embargo, nos fundamenta y da
forma. Revisar el pasado nos ayuda a entendernos mejor. Permítanme señalar
algunos aspectos importantes de esta visita:
1)
El carácter de fuente informativa que tanto para la historia social como
para la historia eclesiástica propiamente dicha tiene la documentación derivada
de las actuaciones del obispo Martí. Se trata de un amplio repositorio
bibliográfico de datos esenciales para la historia venezolana.
2)
El retrato que hace Martí de la sociedad venezolana del último cuarto
del siglo XVIII nos muestra su cotidianidad, sus fortalezas y debilidades, la
responsabilidad de la Iglesia y sus contribuciones al bienestar social aun con
sus errores y omisiones.
3)
La diversidad
venezolana que hoy sigue vigente, aunque arropada por décadas de ideologías
dominantes que privilegiaban una pretendida y ramplona unicidad cultural, tiene
profundas raíces sociohistóricas, cuyo conocimiento y comprensión son
fundamentales para atender las necesidades del presente y los retos del futuro.
4)
Para la Iglesia
católica, como institución comprometida con la gente y sus necesidades
concretas, tanto espirituales como materiales, la obra de Martí no solo
documenta la forma como la Iglesia quiso en un momento histórico determinado
atender sus responsabilidades, sino que también puede servir de inspiración y
advertencia: inspiración para continuar lo loable y digno de tenerse como
ejemplo y de advertencia para evitar lo que con la perspectiva actual
consideraríamos desatinado y las propias desviaciones que el obispo señala y
condena.
Conmemorar los 250 años de Martí es, ante todo, vernos
nosotros mismos en perspectiva, nuestro territorio, nuestros centros poblados,
nuestras gentes y sus culturas o sea nuestros antepasados y antecesores y sus
modos de vida, que de alguna manera, aunque transformados, continuamos
nosotros.
Celebrar a Martí es recordar que nuestra presencia no es
fortuita en esta tierra ni está amenazada por meras coyunturas temporales
aunque ciertamente haya vientos de cambio en el mundo. La mejor manera de vivir
las transiciones es aferrándose a la fuerza de la tradición como venero de
significados, símbolos y usos que pueden servir de hilos conductores
especialmente en momentos de confusión, borrascas e inseguridad.
Referencias
Biord, Horacio. 2007. Relevancia
etnohistórica de las Visitas Pastorales: el obispo Martí y los aborígenes de la
región centro-norte de Venezuela en la segunda mitad del siglo XVIII. En
Baltazar E. Porras Cardozo; Ana Hilda Duque; Niria Rosa Suárez y Raquel Morales
Soto (eds.): El patrimonio eclesiástico
venezolano. Pasado y futuro. 3 vols. Mérida: Fundación Archivo
Arquidiocesano de Mérida, Universidad Católica Andrés Bello, Konrad Adenauer
Stiftung, tomo 2, pp. [89]-100.
Biord Castillo, Horacio. 2018
a. La Virgen de
Naiguatá en el IVIC. En el
periódico digital Reporte Católico Laico
(http://reportecatolicolaico.com/2018/06/la-virgen-de-naiguata-en-el-ivic/).
Biord Castillo, Horacio. 2018 b. Un taller para acercarse a la Virgen de
Naiguatá. En el periódico digital Reporte
Católico Laico (http://reportecatolicolaico.com/2018/08/un-taller-para-acercarse-a-la-virgen-de-naiguata/).
Biord Castillo, Horacio. 2018
c. La Coromoto y la Virgen del
Valle: celebraciones marianas en Naiguatá en septiembre de 2018 Reporte Católico Laico En el periódico digital Reporte Católico Laico (http://reportecatolicolaico.com/2018/09/la-coromoto-y-la-virgen-del-valle-celebraciones-marianas-en-naiguata-en-septiembre-de-2018/).
Gilij, Felipe Salvador 1965 [1780-1784]. Ensayo de historia americana o sea historia
natural, civil y sacra de los reinos y de las provincias españolas de Tierra
Firme en la América Meridional. 3 vols. [correspondientes a los tres
primeros de la edición original de la obra]. Caracas: Academia Nacional de la
Historia (Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Serie Fuentes para
la Historia Colonial de Venezuela, I: 71; II: 72; III: 73).
Laserna Gaitán, Antonio
Ignacio. 1993. Tierra, gobierno local y
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de la Academia Nacional de la Historia, Serie Fuentes para la Historia Colonial
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vols. Caracas: Academia Nacional de la Historia (Biblioteca de la Academia
Nacional de la Historia, Serie Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela,
I (Libro
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Pérez Ramírez, César (comp.). 1946. Documentos para la historia colonial de
Venezuela. Mensura y descripción de los pueblos de indios situados en las
provincias de Nueva Andalucía y Nueva Barcelona realizadas por orden del Rey
don Carlos Tercero por el oidor decano de la Real Audiencia de Santo Domingo
don Luis de Chávez y Mendoza. 1782-1784. Caracas: Crisol (Publicaciones de
la Comisión Preparatoria de la IV Asamblea General del Instituto Panamericano
de Geografía e Historia).
* Laboratorio de Etnohistoria y Oralidad. Centro de Antropología.
Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas. Dirección electrónica:
hbiord@gmail.com
[1] Los datos biográficos de
monseñor Martí están tomados de la biografía incluida en el Diccionario de historia de Venezuela de
la Fundación Polar y del trabajo de fray Lino Gómez Canedo “Introducción
general” a los documentos de la Visita, publicada originalmente en 1969 (Martí
1998 I: [ix]- cxi).
[2] Ver Biord Castillo (2018
a, b, c).
[3] Ese documento permanecía
inédito en el archivo Arquidiocesano de Caracas y fue transcrito y publicado
por Mestas (2021: [93]-104).
[4] De
igual manera, la identificación de los rasgos iconográficos es un elemento
importante para afianzar la identidad de esta manifestación religiosa y
deslindarla de la homónima de Guanare.
[5] El misionero jesuita
Felipe Salvador Gilij (1965 III) documenta en su obra Ensayo de historia americana tales prácticas.
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