XVI
ENCUENTRO DE HISTORIADORES, INVESTIGADORES Y CRONISTAS, CALABOZO 2022
AUTORA: GLADYS VÁZQUEZ DE AULAR
DON
OSWALDO ARVELÁEZ PATRIMONIO VIVIENTE
El 27 de septiembre de 1988 partimos de Valle de
la Pascua hasta Calabozo: Fernando Aular,
nuestras hijas María Inés,
Luxmar, María Fernanda y yo, para
asistir al Primer Congreso de Literatura
Guariqueña, al cual Fernando
llevaba su ponencia “Escritores de baúl”
celebrado en la Casa de la Cultura “Francisco Lazo Martí”, dirigida por
el señor Juan Vicente Cardozo,
allí coincidimos con escritores, poetas, promotores culturales,
cronistas, entre otros, el profesor Adolfo Rodríguez, quien fue uno de
los organizadores, el escritor e
historiador José Antonio De Armas Chitty,
el poeta y periodista Arístides Parra, el profesor y artista Eulalio Toledo
Tovar, quien había sido profesor de Educación
Artística en el Liceo “Martín J. Sanabria” de Valencia donde yo estudié y quien
ha hecho varios murales en esa
ciudad donde es muy reconocido como artista y pintor, el Dr. Máximo Salazar
Carchidio, el Dr. Rubén Páez Díaz, el
profesor Pedro Díaz Seijas, la profesora Aminta Díaz, profesor Darío Laguna, la profesora
Elisa Pineda de Belisario, la poetisa Conchita Osío, el escritor y
periodista Parminio González, Arzola, los
profesores Edito Campos y Zoraida Loreto de Camero, el cronista de El Sombrero señor
Manuel Aquino, el profesor Eney Rafael Silveira y muchos más.
Una tarde, durante uno de los recesos
nos dispusimos a recorrer las salas de la Casa de la Cultura y al escuchar una
agradable música que procedía de uno de los salones nos detuvimos ante su
puerta, allí un músico dirigía a un grupo de jóvenes y niños que tocaban
instrumentos de cuerdas: guitarra, cuatro, mandolina, bandola y violín. El maestro nos vio y al terminar la pieza se
dirigió a nosotros. Pensábamos que nos
pediría que nos retirásemos para no distraer a sus alumnos, cuando, por el
contrario, nos invitó a pasar. Era un señor de tez blanca, alto, delgado, de
pelo cano, de hablar pausado, vestido de liquilique blanco, que con gracia saludó a las niñas y
luego nos preguntó por nuestros lugares de procedencia. Yo le expliqué que era
valenciana, nacida en la parroquia de San Blas. Y mi esposo, que era de
Tucupido, pero que vivíamos desde hacía varios años en Valle de la Pascua. Él a
su vez nos dijo que era nativo de Zaraza con muchos años en Calabozo, que había
escuchado hablar de un músico, virtuoso violinista, llamado Vate Aular, quien
vivía en Tucupido. Y mi esposo muy emocionado le dijo que ese vate Aular era su
papá.
Esa fue la génesis de una sincera
amistad, que desde ese hermoso día perdura hasta la actualidad. Era el maestro
don José Oswaldo Arveláiz. Luego
nos ofreció brindarnos una
piececita y dirigiendo a sus alumnos comenzó a tocar un vals, al principio
lento y cadencioso y luego en un giro
melódico se hacía ligero y muy alegre. Después de aplaudirlo y darle las
gracias, le preguntamos por el autor de la pieza y con humildad, pero con gran
orgullo, nos afirmó que era de su autoría.
Don
José Oswaldo Arveláez Gil nació en Zaraza un 19 de marzo de 1934, sus padres
fueron don José Antonio Arveláez y
doña Hildegarda Gil Balza. Nació en el seno de una familia musical y desde muy
niño inició su aprendizaje con su propio padre, don José Antonio, quien era
violinista y de su tío José Manuel Arveláez.
Su abuelo materno fue un reconocido músico. Por un accidente sufrido en labores del
campo, su padre tuvo una fractura en el brazo izquierdo, por lo que optó por
abandonar la ejecución del violín. Su
padrino Sancho Toro también le impartió conocimientos musicales. Recibió
instrucciones sobre violín con el músico vallepascuense don Germán Delgado,
quien había organizado el conjunto German Boys con el cual tocaba en fiestas en todos los pueblos de la
región. Luego hace estudios de guitarra
con Tomás Blanco y Luis Ortega Martínez y perfecciona sus estudios
musicales en Calabozo con el profesor
Régulo Rico, con quien aprende teoría musical, solfeo y estudios de
armonía. El profesor Rico fue llamado a
dictar clases en esa ciudad a los músicos de la banda municipal, era de
Guatire, estado Miranda y quien observando las aptitudes musicales de su alumno
lo instó a impartir docencia
musical, a la cual se dedicó con
perseverancia en varias instituciones de
esta ciudad.
Don
Oswaldo se dedica a la enseñanza
musical en algunos colegios, tales como: Colegio Coromoto, Nuestra Señora del
Rosario, en los Ciclos Básicos Rafael Loreto y Antonio Estévez, en la Casa de
la Cultura de Calabozo y en el Instituto Universitario de Tecnología de Los
Llanos en su sede de Calabozo. En el Ateneo de Calabozo fue profesor de instrumentos
de cuerdas. También se dedica a dictar clases particulares de música y de
instrumentos. Ha sido fundador de
agrupaciones musicales como las Estudiantinas Efraín Hurtado y Rafael Loreto,
el Grupo Cuerdas de Calabozo, Grupo Antonio Estévez, el Grupo Calabozo y otras
agrupaciones musicales.
Coincidimos nuevamente con él en San Juan de
los Morros en las” Tomas Culturales” de las poblaciones guariqueñas, donde
hicieron presencia muchos cultores del estado, entre ellos el maestro Acevedo y
su arpa sabanera, de Valle de la Pascua. Estaban los carriceros de Guaribe, los
Marimberos de Altagracia de Orituco, el poeta Felipe Rodríguez y el maestro
Oswaldo Arveláez, quien hizo una magnífica demostración en la ejecución de
varios instrumentos como la guitarra sabanera, el violín, la bandola, mandolina
e interpretó varias canciones.
En una oportunidad en que viajara a
Valle de la Pascua con el objeto de visitar a una de sus hermanas, la señora
Noris Arveláez de Mayorga, tuvo la deferencia de visitarnos en nuestra casa, donde en una grata reunión nos
deleitó con la interpretación de varias piezas musicales ejecutadas en el
violín y la guitarra, con nuestro acompañamiento en el cuatro y las maracas. La
señora Noris, casada con el distinguido profesor don Pedro Mayorga, es una
apasionada de la música y del canto, con la cual habíamos coincidido en una
agrupación coral: la Coral Vanguardia, dirigida por el maestro Francisco Crespo
Sevilla, donde ella pertenecía a la cuerda de sopranos, organización con la cual
se realizaron varias presentaciones en diversas instituciones.
En Valle de la Pascua tuvimos la
ocasión de presentarle a un gran amigo, el violinista y compositor, don
Eleuterio Navarro, de gran trayectoria musical en toda la región, con quien
hizo gran amistad y solían compartir gratos momentos tocando e intercambiando
conocimientos musicales, por lo que estas reuniones se convertían en magníficas
tertulias donde se conversaba sobre la música venezolana, compositores,
historia de canciones y jocosas anécdotas. Pero no era sólo el virtuosismo de
los dos violinistas en los arqueos, los pizzicatos y estacatos, era la alegría
con que tocaban aquellas piezas de antología, sacadas de lo recóndito de la
historia musical y así, entre felicitaciones y risas se turnaban anunciando los
joropos recios quitasueños: El mosquito renco, Mata de caña, Puente Morillo, El
caricare, Castro en Margarita, Adiós a Ocumare, el vals Claro de luna, al que
solían llamar El ronquito por sus notas graves.
Pudimos gozar de sus presentaciones de
manera especial en la Casa de la Cultura “Lorenzo Rubín Zamora” y en la
Sociedad Socorro Mutuo, en Valle de la Pascua, donde causó gran impresión su
versatilidad para la ejecución de varios instrumentos, por su didáctica como
conferencista sobre la historia de la música y la demostración de antiguos
instrumentos, tales sus interpretaciones en el laúd y el Rabat. Así como por su
potente voz con la cual interpretó varias canciones, por lo que recibió
merecidas ovaciones, homenajes y serenatas por artistas de la localidad.
Cuando
asistíamos a los encuentros de cronistas realizados en Calabozo y en otras
oportunidades en que viajábamos a esa ciudad, era visita obligada a don Oswaldo
en su casa en La Misión, donde en compañía de su esposa doña María Balbina
Manrique de Arveláez, nos recibía con
gran deferencia, sin faltar la interpretación de algunas de sus canciones.
Visitábamos su salón de clases y el taller donde podíamos observar gran
cantidad de instrumentos, algunos en construcción o reparación, nos obsequiaba
algunas de sus partituras, tales como “Tardes de Calabozo”, “Recuerdos de
Zaraza” y “Pensando en ti”, las cuales conservamos. Don Oswaldo es un experto luthier, arte aprendido de su
abuelo, con el cual fabrica instrumentos en los cuales introduce innovaciones,
tanto en la forma como en el cordaje y la invención de especies de su propia
creatividad, como en el caso del Rabanastrom.
Posee una interesante colección de instrumentos: mandolinas, violines, bandolas, guitarras,
quinto; un banjo de 6 cuerdas cuya caja de resonancia está cubierta de piel;
una bandurria, unos cuatro larense de doble cordaje, un Rabat egipcio, un
antiguo laúd y muchos otros instrumentos.
Es un gran conversador y suele
narrar historias y anécdotas de personajes, de la música y de las costumbres de
los pueblos. Así nos hablaba del arpista don Rafael Vidal, músico nacido en San
José de Unare quien vivió en Tucupido y que recorrió diversos pueblos con su
arpa viajera. También cuenta cuentos con
gran jocosidad. En una oportunidad nos
relató que don Rafael Vidal quien, además de maestro arpista era un
contrapunteador recio y que estando en uno de esos encuentros en un parrando un
contrincante terminaba sus versos con una especie de ritornelo donde utilizaba
la palabra “bejucal”. Así decía, por ejemplo:
“Cantor Rafael Vidal,
usté que canta confiao,
pero va quedá enredao
en medio de un bejucal.”
Y seguía el hombre empeñado en el
bejucal hasta que don Rafael le lanzó la siguiente copla:
“Bejuco para el porfiao
pal
que se enreda andando,
pal que no sabe cantar,
pal coplero atravesao.
no se hable de bejucal
cuando Vidal tá cantando”.
Otro de sus cuentos es el siguiente:
“Estaba un señor bajando unos cochinos de un camión y uno de los animales se le
escapó, el hombre partió corriendo para alcanzarlo y atraparlo, en ese momento
alguien lo detuvo en la carrera para hablarle, por lo que le dijo:
“Perdóneme usted
mi amigo
que lo deje hablando solo
en medio de este camino,
pero si usted me distrae
se me va a escapá el cochino”
Ha sido activo participante en los
Encuentros de Cultores Tradicionales y en los Encuentros de Tradición Oral.
También participó en las Tomas Culturales de las diferentes poblaciones del
Guárico. Asistió al Taller de metodología para la educación musical para niños
en edad preescolar impartido por la profesora cubana Zyra González Monterrey,
auspiciado por el departamento de apoyo docente del CONAC. Ha recibido
incontables reconocimientos, condecoraciones, placas y diplomas por su valioso
aporte prestado en favor de la cultura y promoción artística y musical del
Guárico y de Venezuela. Entre ellos placa por su brillante colaboración al
organizar la estudiantina “Rafael Loreto” en el año 1979, otorgada por la
comunidad educativa del colegio. En 1982 los niños de Calabozo le otorgaron una
placa como testimonio de admiración y afecto hacia su personalidad. En 1983 la
Acción Voluntaria de Hospitales, filial Calabozo otorga diploma por la labor
prestada. Es diplomado en los años
1983 y 1984 por la Casa España y el Instituto Humboldt. En 1986 la estudiantina
“Efraín Hurtado” le otorga diploma por su valioso aporte a la difusión de
nuestra música. En 1992 la Fundación Guariqueña lo nombra “Cultor del año”
mención Guitarrón Llanero. Recientemente
fue reconocido como Patrimonio Viviente del Municipio Miranda por la dirección
de la Estudiantina “Efraín Hurtado” y por la municipalidad.
Ha
compuesto muchas obras musicales como joropos, pasodobles, merengues, boleros,
polkas, la cual se ha dedicado a rescatar y enseñar a estas nuevas
generaciones. Entre ellas:
Los
valses: Carnaval, Mis recuerdos, La
Laguna del Pueblo, Una mañana de marzo, Domingo de Ramos en Guardatinajas, En
el riachuelo, Las flores de abril, Recuerdos de Zaraza, Yuly, Mi delirio,
Entrando a Zaraza, Pensando en ti.
Los
merengues: Brinca pajarito, Domitila, Dale duro al tambor, Pedro Juan, Bailando
en El Socorro. Estas composiciones
fueron incluidas en una grabación del Centro Nacional del Disco titulada “José
Oswaldo Arveláez y su mandolina”.
A
sus 88 años continúa con una mentalidad lúcida y con una energía extraordinaria
que le permite ejecutar sus varios instrumentos, componer obras musicales,
construir y reparar instrumentos y continuar con sus labores docentes como un
firme bastión musical. Nos comentó su hermana Noris que hace unos días la llamó por teléfono para cantarle y tocarle
la canción Luna zaraceña, recién compuesta.
Fuentes:
Entrevistas
a:
Don
Oswaldo Arveláez
Profesora
Mirla Arveláez
Señora
Noris Arveláez de Mayorga
Dr.
Fernando Aular Durant
Folleto
del CD “José Oswaldo Arveláez y su mandolina”
Ponencias
del Primer Encuentro de Literatura Guariqueña.
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