MANUEL BERMÚDEZ
(Lecturas de Memorias)
"Pienso que una lectura de memoria es el acto de recordar algo que se ha leído hace tiempo o hace poco, sin la presencia del texto escrito.
"De los poetas calaboceños el que más recuerdo es Francisco Lazo Martí, autor de la Silva Criolla y las Crepusculares. Claro. Está ligado al liceo de Apure, donde yi estudié, y el cual lleva su nombre. De la Silva recuerdo de memoria la introducción, muy formal y neoclásica, con "mirto y rosas y pálidos jazmines". También versos sueltos, referentes al verano, la sequía y la trashumancia del ganado. Así como la llegada de las lluvias, época en la que el llano reverdece. Florecer es amar, dice el poeta. Y por allí va desarrollando la esencia de la vida llanera, y la va mezclando a la intimidad de su existencia. De las Crepusculares siempre me acuerdo textualmente de aquella que comienza: "A través del discreto claroscuro/ mirábalo abultar bajo el corpiño/ con la turgencia del anón maduro". Me gusta el juego sintáctico de ocultar el seno de la mujer, objeto amoroso, en el lo, enclítico, del verbo miraba. Así mismo el juego semántico y la forma como reaparece freudianamente en sus sueños, "cada vez que maduran los anones".
De Luis Barrios Cruz no he logrado aprenderme ningún verso completo. Pero sí tengo flashes verbales y metafóricos. Imágenes de la realidad nativa entrelazadas cin giros estilísticos de poetas españoles contemporáneos, como García Lorca, Alberti o Aleixandre. Entre sus romances, Federico García, refiriéndose a una corrida de toros, dice: "La plaza como la tarde/ giraba como un zodíaco"; y encontraba en el pensamiento de los guardias civiles: "una vaga astronomía/ de pistolas inconcretas". Barrios Cruz viaja en "la sombra del avión"; da "respuesta a las piedras", mientras un humo azul sale a buscar un lucero. Barrios mezcla su existencia y su paisaje con reminiscencias poéticas.
A Efraín Hurtado lo conocí cuando dio un curso de posgrado en el Pedagógico. Estaba recién llegado de París. Y andaba inmerso en Althusser y Foucault. "Dios ha muerto!", dijo en un curso de sociología de la Universidad Central. Y los estudiantes creyeron que era el Anticristo. Después Luis Alberto Crespo le publicó unos poemas en el Papel Literario y apareció el llano de su infancia. Nada de Francisco Lazo. Ni de Barrios Cruz. El paisaje volaba en palabras. Era viento que golpeaba unas puertas maltrechas. Atravesaba un espacio y seguía hasta perderse en el infinito. Así mismo se fue. Efraín. Lo leí. Y no sé cómo memorizarlo.
En cambio con el poeta Alberto Hernández empecé a leerlo conversando con él. Habla poco, pero silabea silencios. El paisaje es él. Y lo que escribe es el mundo que ha visto y ha leído. Presentando su última obra en la librería del Ateneo, su amigo, el poeta Crespo, habló de un discurso que está afuera y adentro de una ventana. No es el Jesucristo que se presenta a William Blake en una de sus visiones metafísicas. Pero sí una fotografía del propio Alberto, que aparece en una pestaña de su libro Nortes. Leyendo Nortes. Bestias de supercios y Fragmentos de una misma memoria de Alberto Hernández, he ligrado memorizar que la existencia del poeta se convierte en esencia verbal. Y el paisaje se transforma en escritura. Mientras que la vida no es más que un discurso, donde Dante, Shakespeare, Eliot y Ligia andan de la mano con el lector. Y si a usted, como lector, se le ocurre preguntarme: Bueno, y qué tiene que ver Alberto Hernández con los poetas Lazo Martí, Barrios Cruz y Efraín Hurtado? Me limitaré a responderle que son Fragmentos de la memoria."(*)
(*) Recopilación del Profesor Ubaldo Arturo Ruiz Rodríguez